El tiempo había pasado más rápido de lo que jamás imaginé. Durante años, mi vida fue un torbellino de secretos, traiciones y planes meticulosamente elaborados para lograr la venganza que creí necesaria. Hubo un tiempo en el que mi existencia giraba en torno al dolor, a la necesidad de justicia y a la determinación de destruir a quienes habían intentado hacerme desaparecer. Pero ahora… el aire era distinto.El sol bañaba con su luz dorada los extensos jardines de nuestra casa, iluminando el verde vibrante del césped mientras el viento suave sacudía las cortinas de los ventanales. Desde donde estaba, sentada en un columpio de madera que Arzhel había construido con sus propias manos, observé a mi hijo correr por el jardín con la risa más pura y contagiosa que jamás había escuchado.Gabriel Whitfield Beauregard.Cada vez que pronunciaba su nombre, mi corazón se llenaba de una calidez indescriptible. Nuestro hijo era el reflejo de todo lo que habíamos construido, de todo lo que habíamos pel
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