Capitulo II

_ ¿Necesitas ayuda?

Merida se sorprendió al escuchar una voz suave, pensó que era producto de su desesperada imaginación, no se atrevió a mirar arriba por miedo a marearse nuevamente y perder el equilibrio, siguió con la frente pegada a la fría roca.

_ ¡Chica! Extiende la mano, toma la mía, está cerca de la tuya, solo debes tomarla_ continuó aquella voz calmada _ ¡No podrás sostenerte por más tiempo, caerás!

Eso bastó para que Merida sacará coraje y mirará hacia arriba, era Lee Joon Gho el que le hablaba, se había tumbado en el suelo y le tendía una mano para que se agarrara a ella. Al darse cuenta de lo cerca que estaba de la cima le dieron ganas de llorar de frustración, pero su orgullo se lo impidió, así que miro la fuerte y ancha mano que le ofrecía y lentamente estiró la suya aferrándose con la otra mano a la piedra, más confiada soltó la otra mano y se la estiró para que él la sostuviera, él la asió por ambas manos y tiro de ella hacia arriba, arrastrándola hasta donde él se encontraba, luego agarrándola con fuerza rodó con ella a un lado y la apartó del borde rocoso rápidamente antes de que este se desprendiera por el peso de ambos, Merida profirió un grito de dolor y se llevó el brazo derecho al pecho, de pronto sus párpados se hicieron muy pesados y comenzaron a cerrarse, ella no lucho estaba muy cansada, se dejó llevar por la oscuridad.

_ ¿Chica, estás despierta? ¿Puedes oírme?

La voz del hombre sonaba agradable, pero amortiguada por un extraño zumbido, pensó ella sin abrir los ojos. La densa oscuridad la envolvía como un manto cálido, ella deseaba hundirse en el olvido, protegida por las sombras, pero la voz no paraba, seguía inmiscuyéndose en su plácido sueño.

_ Necesito que intente abrir los ojos, debe hacerme saber que está despierta.

Ella solo quería seguir descansando, se sentía cansada y adolorida. Abrió la boca para decir algo, pero le dolía la garganta, entonces se obligó a abrir los párpados, tal vez así la dejaría tranquila. Miró al hombre que se inclinaba sobre ella, tenía expresión preocupada así que poco a poco le fueron llegando las escenas a su mente como en una película en blanco y negro, se obligó a ponerse alerta, pues el hombre que tenía frente a ella con mirada atenta, era Lee Joon Gho, seguramente ya había descubierto lo que hacía en la cima de aquel risco y estaría furioso e incluso quizás hasta quisiera demandarla, así que trato de incorporarse pero un mareo la hizo desfallecer obligándola a recostarse nuevamente en la cama, se percató que su cuerpo estaba cubierto con una ligera bata blanca, tenía unas vendas cubriéndole las muñecas y un cabestrillo en el brazo derecho, que comenzó a dolerle cuando lo levantó.

_ ¡Cuidado! _ Le dijo Lee Joon _ Tienes una luxación, tendrás que tenerlo unos días hasta que te sane_ parecía  preocupado no enojado.

_ ¿Dónde estoy? _ le dijo Merida esforzándose por hablar, le ardía la garganta, y el esfuerzo provocó que tosiera.

Él le ofreció un vaso con agua y ella lo acepto sin dudar, se encontraba sedienta, no recordaba cuando había sido la última vez que había tomado o bebido algo, así que dejó el vaso vacío rápidamente, ante la mirada atónita de Lee Joon, pero él no dijo nada al respecto solo le ofreció más y ella asintió con la cabeza.

_ Tienes algunas rasguños más en las piernas, estás deshidratada es normal que se sienta débil y confundida_ le dijo él como si le hubiera leído la mente.

_ Disculpe por causarle tantas molestias _ respondió ella.

_ Tienes peligrosas aficiones Merida Vicenzo_ le dijo él tomándole la barbilla y obligándola a mirarlo a los ojos _ ¿Por qué si no es una afición, que otra cosa puede ser?_ continuó él con voz calmada y casi hipnótica _ Como se te ocurre escalar sola, y sin equipo de seguridad, es lo más temerario y estúpido que puedes haber hecho, eso suponiendo que es la primera vez que haces algo así_ mientras hablaba la voz se le hacía más fuerte al parecer estaba furioso _ ¿Sabe alguien lo que hacías o dónde estabas? Si te hubieras caído al vacío, nadie se hubiera enterado, este lugar es una trampa mortal para turistas curiosos como tú.

La joven sintió alivio cuando pronunció esas últimas palabras, al parecer la había confundido con una visitante causal del parque, ahora si le pareció una gran idea haber dejado su credencial del Gerald en la oficina, en la mañana solo metió en su bolso su pasaporte y su equipo de trabajo, que no tenía idea dónde había ido a parar, pero que tenía que recuperar cuánto antes.

_ Si_ dijo Merida un poco más segura _ Al parecer me confíe, el descenso parecía tan sencillo y el paisaje se veía tan imponente desde aquel lugar, quería captar la magia y llevármela.

_ ¡Vaya! Pues la próxima vez que quieras magia, opta por algo más seguro y contrata un mago o ve a un circo_ se mofo Lee Joon.

_Gracias por el consejo_ dijo ella y trato de incorporarse nuevamente, las sabanas se le resbalaron y dejaron al descubierto la mitad de su cuerpo que lo cubría la delgada capa de la fina tela de la bata, sonrojándose se llevó nuevamente las sabanas hasta la barbilla.

_ Me gustaría que me devolvieras mi ropa por favor_ le dijo Merida apenada.

A él se le dibujo una pícara sonrisa en el rostro, y le sostuvo la mirada un momento antes de responder.

_ Tuve que quitártela para poder atender tus heridas, aparte de eso, estaba toda sucia y la tuve que poner a lavar, igual estás herida, no puedes ir a ninguna parte, necesitas reponerte_ le dijo él tratando de restarle importancia a lo que acababa de decir.

_ ¿Qué… tú me quitaste la ropa? _ dijo Merida tratando de no dar crédito a lo que él acababa de decir _ ¿Tú, solo me desnudaste? _ Un escalofrío le recorrió el cuerpo, al imaginar el episodio, y hundió la cara entre las sábanas de la vergüenza.

_ Tranquila, solo estoy bromeando, fue la señora Mi -kyung, mi ama de llaves, ella y el doctor Do- yun, se encargaron de ti cuando te traje, tuviste suerte de que haya salido a dar un paseo cuando te vi en la cima aferrada a la roca.

_ No fue gracioso_ le dijo Merida un poco tensa _ ¿Puedo usar tú teléfono?

_ ¿A quién vas a llamar, a tu novio?_ le dijo él levantando una ceja _ Que clase de idiota te dejaría escalar sola.

_ No, no tengo novio, es solo que quiero llamar a una amiga, no quiero que se preocupe_ mintió ella, debido a que llevaba poco tiempo en el país y en su trabajo solo tenía contacto con su jefe Billy.

_ Lo siento, pero aquí no tenemos teléfonos, ni computadoras, sin tecnología alguna, como verás estamos en el medio de la nada_ contesto Lee Joon.

_ Pero dijiste que llamaste a un doctor para que me revisara_ respondió ella.

_ Yo, en ningún momento mencioné que lo llame, solo dije que un doctor te atendió, que para suerte tuya se encontraba en la casa, ya que es un buen amigo mío_ le respondió él tratando de que comprendiera.

_ Está bien, solo tomare mi coche, está, está…_ dijo Merida un poco confundida, ahora no sabía si estaba segura de recordar donde lo había dejado o como llegar donde estaba aparcado.

_ Tranquila_ le dijo él apaciguando su inquietud _Ya lo resolveremos _ ¿Quieres comer algo?

Merida asintió con la cabeza, unos minutos después apareció en su habitación la ama de llaves con una bandeja entre las manos que olía bien, el estómago de la chica rugió en protesta y sin esperar más devoró la sopa que le ofrecían.

_Estaba riquísima_ le dijo agradecida y utilizo algunas palabras en coreano que había practicado.

La mujer de mediana edad que atendía la casa y al señor Gho, sonrió, luego recogió los platos para retirarse, pero antes de que saliera Merida la detuvo.

_Mi ropa, puede traérmela por favor_ lo dijo tan lento como pudo y separando cada sílaba para que la mujer entendiera, pero la ama de llaves parecía no comprender lo que decía, así que trato de explicarse mejor señalando la prenda de ropa que tenía puesta con la mano sana, pero la mujer asintió con la cabeza, hizo una reverencia y salió de la habitación. Merida resopló y se recostó en la cama.

_ Que frustrante era no saber el idioma, ¿creo que debí haber tomado unas clases de coreano antes de aceptar trabajar aquí?_ pensó Merida _Tratare de descansar y ya mañana recuperare mis cosas para poder marcharme de aquí.

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