2. Hueles delicioso...

¿Quién soy yo?... quienes son ustedes?  – dijo ella – de donde salieron ustedes dos y porque arriesgas la vida por una desconocida, ¿en que estabas pensando? - dijo regañando a William- mírate esa herida necesita atención con urgencia

¿No sabes quién es?... él es...- intento decir Soren, molesto por la forma en que la joven se dirigía al príncipe - William, soy William- interrumpió este, rápidamente, ante la mirada extrañada de Soren- …. él es… William y yo soy Soren, a sus pies mi Lady… solo vamos de camino al castillo del norte y no seriamos unos verdaderos caballeros sino rescatáramos a una damisela en apuros.

¿Entonces nos dirás quién eres? O me seguirás regañando...ahhgggg – dijo William, intentando levantarse

Qué crees que haces - dijo ella – no te muevas, has perdido mucha sangre

-Es solo una herida en el brazo-dijo William, poniéndose de pie, intento dar unos pasos y se le doblaron las rodillas, Soren logro detenerlo antes de caer.

Soren – ordeno ella - tenemos que llevarlo a mi cabaña, allí mi padre lo puede atender, esa herida no se ve nada bien, además la daga tiene un olor peculiar, es posible estuviera envenenada… el poblado más cercano es el castillo del norte y está a 2 horas, mi casa está muy cerca, a menos de 5 minutos

Este dirigió su mirada hacia William quien asintió con la mirada – tengo que llevar a estos delincuentes para que sean encerrados – dijo, mientras ayudaba a su amigo a ponerse de pie con la ayuda de la chica – pero primero atenderemos esa herida

Soren acerco a los caballos y ayudo a su amigo a subir a caballo, Amara se acercó y acaricio el pelaje negro azabache del animal

-Yo voy con el- dijo ella, mientras montaba rápidamente, el mismo caballo que William, quedando detrás de él pegando su pecho a la espalda de él- apóyate en mí, llegaremos rápido.

 - Al parecer, le agradas- dijo Soren sorprendido de la agilidad y la manera que la chica había montado el caballo, -Ese caballo es arisco- continuo- no se deja montar por nadie más que su dueño

Ella sonrió y se inclinó para acariciar el cuello de hermoso caballo negro que montaba-tú también me agradas hermoso- dijo dirigiéndose al caballo

-Tormenta, se llama Tormenta- intervino William, que parecía algo mareado

Emprendieron su camino a la cabaña, William había apoyado su cabeza en el pecho de Amara aspiraba el aroma de la joven, el tenerla tan cerca era una sensación que realmente le agradaba, ella se sentía confundida, le gustaba la sensación del contacto con él, pero al mismo tiempo sentía temor, la cercanía de este hombre la ponía nerviosa y eso no le gustaba, llegaron a un espacio de árboles, donde no se veía ninguna choza,

- llegamos – dijo ella, Soren la dirigió una mirada de duda, ella solo le dedico una sonrisa, - solo espero que no se enoje mi padre, verán a él…. no le gustan los extraños- dijo ella guiando al caballo hacia unas ramas colgantes que atravesaron sin dificultad, allí estaba, escondida tras esa cortina natural de ramas colgantes, había una pequeña cabaña de madera, tenía flores al frente y un par de sillas acomodadas en el pequeño pórtico, con una mesita que estaba cubierta por una torre de libros, se podía escuchar un riachuelo que pasaba muy cerca y algo parecido a un pequeño molino a un lado de esta.

¿Q-que diablos? - alcanzo a decir William- de donde salió esta choza

Al abrir la puerta, un hombre canoso, alto que a pesar de su edad se veía fuerte, empuñando un hacha y con cara de pocos amigos, se paró delante de ellos, iba a decir algo, pero la chica lo interrumpió- siento romper las reglas, padre, estos hombres me defendieron de unos bandidos y el – dijo mostrando la herida de William- necesita tu ayuda.

¿Es cierto eso? -dijo Alastar- ustedes defendieron a mi pequeña?

-Así es-respondió Soren bajando del caballo, preocupado al ver William tambalearse- unos bandidos intentaron atacarla

No-no podíamos permitir que le hicieran da-daño- dijo William, tratando de parecer fuerte- ella… ella…- logro decir antes de desmayarse. Por suerte Soren y el padre de la joven lo sostuvieron y lo llevaron adentro.

Al abrir los ojos, parpadeo varias veces, intento descifrar en donde estaba, no reconocía nada de este lugar, poco a poco sus recuerdos fueron llegando, la chica en el rio, el ataque, la herida y la cabaña escondida, ¿seguiría en la misma cabaña?... iba a levantarse cuando sintió una mano en su frente que le impidió levantarse, -tranquilo, tienes que descansar- escucho la voz de la joven

¿Como te sientes? - dijo ella limpiando su frente- fue algo muy tonto lo que hiciste William, pe-pero…. Gracias

Lo haría de nuevo -sonrió el- aunque todavía no me has dicho tu nombre- le dijo viéndola a los ojos, de una manera que hizo que ella se sonrojara.

-Amara, mi nombre es Amara- dijo extendiéndole la mano

Encantado – dijo el tomando su mano y acercándola a sus labios donde dejo un casto beso, que volvio a provocar una corriente eléctrica en ambos.

Cof,cof... tosió Soren desde la puerta –¿ interrumpo?- dijo dirigiendo una mirada a sus manos, hasta en ese momento ambos se percataron de que seguían tomados de la mano, Amara retiro su mano rápidamente con el rostro sonrojado

-Soren, tienes que ir por esos bandidos…- intento levantarse de nuevo, pero estaba mareado

-Sabes que no puedo dejarte aquí solo -dijo Soren- eso sería….

-No sería ningún problema-interrumpió William

Amara los veía sin entender, porque Soren no quería dejarlo con ella y su padre, que creía que ellos eran ¿delincuentes o asesinos?  Muy molesta salió de la habitación, no sin antes dedicarle una mirada asesina a Soren

Solo salió la chica de la habitación, Soren se acercó a la cama de William – que te pasa, estás loco, como crees que voy a dejar aquí solo

- ¿Que me puede pasar acá? - respondió William entre dientes, tratando que su conversación no fuese escuchada por Amara y su padre- si hubiesen querido hacerme daño, ya lo hubieran hecho, además te parece que tienen cara de asesinos o ladrones

-Ya entendí - bufo Soren- la chica te gusta y no ves el peligro, pero mi trabajo es cuidar de ti, William, no ves lo raro en este caso, estos dos viven escondidos, te has preguntado porque, porque tanto misterio, además estoy tratando de entender porque no quieres que sepan que eres el príncipe de este reino.

-Soren, Soren, entiende, yo no tengo fuerzas para levantarme de esta cama y dejamos a dos lacras atados en el bosque, tienes que ir allá, llevarlos a las mazmorras del castillo y hacer que confiesen… en segundo lugar, Ellos tendrán sus razones para vivir aquí -dijo William, tratando de tranquilizar a su amigo- eso es algo que vamos averiguar, y simplemente no quiero que ella me trate diferente al saber mi origen, pero eso no significa que estoy en riesgo, al contrario, nadie sabe dónde queda esta choza y por lo mismo nadie más que nosotros, sabe cómo llegar.

Soren iba a decir algo, pero en ese momento ingresaron Amara y su padre

Alastar se aproximó a William y le dio un líquido para que bebiera – que cosa es eso? - pregunto Soren, en tono de amenaza

-Es para que la herida no se infecte, la daga llevaba algún tipo de ponzoña – respondió Alastar, de mala gana- aunque sino la quiere beber no hay problema, que se pudra y se infecte

-No, no quiero que se infecte- respondió William- si quiero beberla- tomo el vaso y lo bebió, hizo un gesto de asco, por el sabor amargo de la extraña bebida, pero se la tomo toda, ante la atenta mirada de Amara.

-Hay que colocarle estos emplastos para contrarrestar el efecto del veneno-interrumpió Alastar- Amara, trae lo necesario- le ordeno a la chica

-Quítale la camisa, voy curar esa herida- dijo Amara, dirigiéndose a Soren

-Te dolerá un poco-advirtió la chica, mientras introducía algunas hiervas en la herida del príncipe, el soltó un gruñido de dolor

- ¿No puedes hacerlo con más suavidad? – protesto William molesto, odiaba quejarse delante de una mujer, mientras trataba de no moverse y contenerse para no gritar

-Un niño se queja menos que tu- replico Amara- ya estoy terminando, ya no llores bebito- exclamo con ironía.

Soren casi escupió una carcajada, que trato de disimular tosiendo, nunca había visto que alguien se atreviera a tratar así al príncipe, y mucho menos que él lo permitiera.

Amara terminó de limpiar la herida, más brusca de lo usual, logrando que William soltara pequeños gemidos que se esforzaba por ocultar.

-Tiene fiebre- dijo, tocando su frente, mientras William, disfrutaba de la caricia involuntaria de la chica sobre su frente,

-Ahora solo queda esperar- dijo Alastar- el brebaje que le di pronto empezara a hacer efecto

-Soren- dijo William dándole una mirada de complicidad- me decías que tienes que irte, antes que esos bandidos se logren escapar donde los dejamos

-Cla-claro- respondió este- aunque creo que deberías venir conmigo

- ¿Qué te pasa? ¿No ves el estado en el que se encuentra? creo que no sería lo más prudente - bufo Amara- que eres? su niñera?

Soren iba a responder algo, pero fue interrumpido por William- Ella tiene razón Soren, NO ERES MI NIÑERA, además estoy en buenas manos

El capitán asintió de mala gana, y salió, no sin antes asegurar que estaría de regreso mañana a primera hora.

El resto del día Amara estuvo atendiendo a William, verificando su temperatura y cambiando las hiervas medicinales de su herida, la fiebre subió por la noche, ella se acomodó en una silla, al lado del cama donde él estaba,  colocando trozos de tela húmedas para ayudarlo a controlar la fiebre, se sentía responsable, aunque su preocupación iba más allá del cargo de conciencia, en medio de la fiebre el intento sentarse, ella lo abrazo para evitar que se levantara, él también la abrazo y hundió la cara en la curva de su cuello

– mmmm hueles delicioso- dijo él mientras rozaba sus labios en el fino cuello de ella- ¿eres un ángel? – susurro, ella intento recostarlo de nuevo, pero el seguía abrazándola, quedo medio sentada en la cama con su torso sobre él, ella intento zafarse, pero él la abrazo más fuerte, -te vi… te vi nadar… princesa del rio…- ella parpadeo varias veces y frunció el ceño, él había estado observándola antes que aparecieran los bandidos!!! sus mejillas se rozaron y la respiración de él le hacía cosquillas al oído  -bésame- ordeno él, casi susurrando, sin abrir los ojos, ella logro zafarse y estuvo a punto de darle una cacheta, pero no pudo evitar sonreír, se veía tan atractivo, a pesar de la fiebre, acostado en su cama, sin camisa, sacudió la cabeza como queriendo alejar esos pensamientos.

Amara se puso de pie, respiraba agitada, ese roce de sus labios en el cuello y la voz de él susurrando al oído, le había causado sensaciones que nunca antes había experimentado, se sentía asustada, nerviosa, pero a la vez feliz, sin saber porque acaricio su cabello, despegando unos mechones rubios, que tenía pegados a la frente sudorosa, ella dejo escapar una sonrisa, mientras él se pegaba más su mano y soltaba un suspiro al sentir su contacto.

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