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¡Levantaos! –Exclaman, pero esta vez, ya no golpean la puerta, saben que estamos despiertos desde hace una hora para salir de aquí e ir al instituto para empezar el proyecto – ¡Vamos salir ya!

¡Ya vamos joder! –Grito, y me ajusto la mochila negra al hombro con todos los libros y cuadernos dentro – ¿Listo?

Bastante –sonríe, sabiendo que hoy follará seguro.

Asiento y abro la puerta de golpe, asustando así al policía que nos llevará al instituto en el coche patrulla. Sonrío cínicamente y se limita a andar hacia la salida escoltándonos como si no supiéramos dónde está. Todos siguen dormidos, para su suerte aquí las clases empiezan a las nueve y no tienen que moverse mucho, pero nosotros tenemos un viaje de media hora en coche hasta el instituto que empieza a las ocho y media.

Los otros cinco chicos ya nos están esperando, y sé por sus caras de pocos amigos que no les ha gustado que les hagamos esperar, pero no abren la boca, solo se reparten en dos coches patrulla y nos dejan a Elías y a mí en otro.

Cuidado con la cabeza –nos avisa el policía abriéndonos la puerta como si fuéramos chicas.

Uy, muchas gracias miss Daisy, es todo un honor que nos abras la puerta –se burla mi amigo con voz aguda.

Me junto a la puerta contraria y el policía cierra la puerta de un gran portazo. Me trae muchos recuerdos estar aquí metido, he pasado más tiempo dentro de uno de estos que en mi casa.

No os metáis en líos, y cómo ya tenéis vuestros horarios iréis directamente a vuestras clases. 

Pongo los ojos en blanco y bufo ante su tono paternal. Me centro en mirar los coches que pasan a nuestro lado y el camino del reformatorio al instituto.

Conduce más rápido joder –espeta Elías cruzándose de brazos.

Ya llegáis tarde, solo cinco minutos más.

Pasamos por una residencia de niños pijos, y reconozco la zona al momento. Por aquí viven la madre y la hermana de Elías, recuerdo la casa, la calle, y el nombre de las dos, pero es gracioso que me sepa eso cuando ni siquiera recuerdo el nombre de mi propio padre.

El coche se aparca delante de un instituto típico de películas americanas, a excepción de que no hay nadie fuera de este, ni siquiera los otros chicos del proyecto.

¿Esto es? ¡Faltan las nenas! –Exclama mi amigo cerrando la puerta al salir.

Imito su acción, y me extraño al ver que el agente se queda en el coche.

Yo me voy, si no entráis en clase nos vamos a enterar desde la comisaría, luego vengo por vosotros.

Me parece raro lo que dice, y creo que es una broma, pero al ver el coche dar marcha atrás y recorrer la misma calle en dirección contraria me sorprendo y sonrío de lado.

Este es gilipollas –suelto.

Elías se encoge de hombros y golpea mi costado señalando alguna parte con la cabeza. Dirijo mi vista hacia esa parte y doy con una morena recogiendo algunos de sus libros del suelo. Miro a mi amigo, que no tiene pinta de querer moverse, y me muevo hacia ella. No suelo ayudar a las personas, pero joder, es una tía, y está demasiado buena. Me planto delante de ella y me agacho para ayudarla a recoger. Eleva la mirada y sin evitarlo me quedo mirando sus ojazos azules, es guapa la chica. Mira sus libros y maldice en voz baja antes de cogerlos de mis manos y metérselos en la mochila. Estiro mis manos en su dirección y las acepta para levantarse con mi ayuda.

Gracias –sonríe cálidamente –, soy Isis.

Toda una Diosa –admito al reconociendo su nombre –. Mira qué casualidad.

Agacha la cabeza sonrojada y me admiro por eso.

Emm... voy a clase –se disculpa, y pasa por mi lado sin levantar la cabeza – ¿Qué clase tienes? –logro escuchar que susurra.

Busco el horario en mis pantalones y lo desdoblo, haciendo una mueca al ver que tengo que ir a matemáticas, clase a la que no voy a prestar atención.

102.

Sube la cabeza y sé que quiere decir, algo por la forma que tiene de morderse el labio. Busco a Elías por detrás de ella, pero no le veo, ya debe de estar en su clase.

Es mi clase, ¿Vienes?

Asiento y la sigo unos pasos por detrás admirando su redondo culo. Joder, qué buena está con las mallas de hacer ejercicio.

¿Eres nuevo? Nunca te había visto –frena el paso y me espera hasta estar a su lado.

Digamos que soy nuevo –la miro desde arriba y ella me sonríe asintiendo.

Ya estamos –señala una puerta de madera verde y asiento estirando mi mano para llamar.

Un hombre delgado, con el pelo blanco y vestido como un hippie nos abre, y deduzco que el profesor cuando manda callar a todos.

¿Otra vez tarde señorita? –la pregunta.

Lo siento profesor, pero hay gente a la que le gusta dormir en lugar de ir a manifestaciones en contra de la tala de árboles –sonríe inocente y pasa por un lado del profesor dejándole con la palabra en la boca, y a mí sorprendido.

¿Y usted es?

Azael. Vengo del proyecto de criminales.

Da un paso atrás y sin que me diga nada me adentro en la clase, e inmediatamente todos empiezan a cuchichear como marujas. Busco un sitio con la mirada y lo encuentro cerca de la morena de ojos azules. Está sentada al lado de un friki con gafas. Paso de largo y me siento en una mesa individual para evitar molestias.

‹‹Joder que coñazo››

Apunto unas cuantas cosas más y guardo el único bolígrafo que traía en el bolsillo de mi chaqueta de cuero. No quiero seguir escribiendo.

Señorita Blair ¿Puede decirme la solución al problema? –pregunta con una sonrisa el profesor, como si la tal Blair no pudiera hacerlo.

Busco a la chica por la clase, y doy con que es Isis, que mira la pizarra bajo la atenta mirada de todos. Coloca una sonrisa ladeada en sus gruesos labios y mira al profesor.

Profesor, se ha equivocado haciendo la división, compruébelo.

El hippie observa su operación y hasta yo me he dado cuenta de lo mal hecha que está. Con un mal disimulo borra algunos números y rehace la división de su problema, poniéndola bien esta vez. Aparte de estar buena y ser guapa, es inteligente.

¿Ahora cuánto da? –vuelve a preguntar.

Veinticinco coma sesenta y dos kilos la unidad, claro, si no le sumamos el IVA que nos clavan porque les da la gana –añade, y recibe algunas risas de parte de la clase.

Muy bien, recuérdeme que a la siguiente la eche la de clase.

Murmura algo con el chico que tiene al lado y este se ríe negando con la cabeza.

La clase da por finalizada, y nadie se mueve de su sitio esperando a que el profesor salga para así poder levantarse del sitio y hablar con sus amigos. La puerta se cierra detrás del hippie y al momento todos los estudiantes están de pie, algunos me miran, principalmente las chicas, y me jode decirlo, pero no son como esperaba. Seguro que en las clases de Elías están las más buenas.

¿Cómo te llamas? –me pregunta una pelinegra, a la que las tetas se la van a salir por fuera de la camiseta si sigue inclinándose hacia adelante. Al no recibir respuesta de mi parte mueve la silla que tengo delante y que ha permanecido vacía toda la clase, y se sienta cruzando sus brazos debajo de su pecho y elevando sus tetas –Soy Lexa.

Asiento.

No es lo suficientemente guapa, tiene algo que la hace ver fea, aparte de que lleva más oro en pulseras y pendientes que una mina. Se nota que es una niña de papá, a pesar de vestir con pantalones largos negros y llevar una camiseta de los Rolling Stones muy escotada.

Y a mí no me importa –espeto.

Abre la boca y la vuelve a cerrar al saber que no tiene mucho más que hacer, cómo no se saque una teta o algo no va a recibir mi atención. Ahora siento más miradas en mí, y me cruzo de brazos enarcando una ceja, a lo que todos vuelven a sus charlas, incluso la pelinegra se levanta de su asiento y retoma alguna conversación con sus amigas.

¡Ni siquiera tengo teléfono para comunicarme con alguien!

Unos toques en mi hombro me hacen desconectar, y miro a la morena que me sonríe con hoyuelos a los lados de los labios.

Creo que esto es tuyo –susurra, y consigo divisar mi cartera en sus manos –se te ha caído al entrar en clase.

La cojo de sus manos y me la guardo de nuevo en los pantalones volviendo a mirar al frente.

Gracias –murmuro.

No es nada –canturrea con voz angelical.

Vuelve con el friki y me deja una espectacular vista de su culo cuando se acuclilla para buscar algo en su mochila. Esto no es bueno después de tres años a base de pajas. Se sienta en su sitio al igual que todos cuando llega el profesor y deja su mirada en mí unos momentos, hasta que creo que se da cuenta de que vengo por el proyecto, y abre los ojos antes de empezar con su clase.

Buenos días a todos, en esta clase hablaremos de la reproducción sexual –mira mal a algunos que se ríen, incluyéndome a mí, porque aun siendo profesor de esto se ha sonrojado –el primer punto es...

Apoyo la espalda en la pared y deja de importarme todo, solo miro por la ventana la calle, hace tantos años que no la veía con tanta claridad y estando tan cerca... quiero poder salir y divertirme como un chico que está a punto de cumplir los dieciocho.

¿Alguien puede explicarme en que se resume este tema? –pregunta al aire el profesor.

Bastantes manos se alzan al aire, pero especialmente recae otra vez en Isis, que pone los ojos en blanco y asiente.

En... –mira a su compañero y ríe levemente negando con un gesto de cabeza –es el proceso de crear un nuevo organismo, a partir del material genético de dos organismos de la misma especie, y para que eso pase tiene que haber una actividad física denominada foll...

Ni se le pase por la cabeza decirlo señorita –advierte.

Isis eleva las dos manos y recuesta la cabeza sobre una de sus manos.

Garabateo en mi cuaderno el suficiente tiempo hasta que suena la campana y nos dejan salir al patio, aunque me extraña que nos dejen a los del reformatorio salir, pero yo sigo a la masa de gente en busca de la cabellera decolorada de mi amigo, y cuando me parece verlo lo pierdo de nuevo de vista entre los estudiantes. Algunos tropiezan conmigo, pero otros ya me reconocen del proyecto porque ni siquiera me miran, bajan la cabeza y ni me rozan.

El patio de aquí es la hostia comparado con el del reformatorio, tiene una buena pista de fútbol separada de la de baloncesto, una cafetería con mesas y sillas al aire libre y dentro también, y es de hierba, no de hojarasca seca. Por fin logro ver a Elías, pero me retracto de acercarme a él cuando veo cómo se morrea con una rubia que no tiene culo, pero con lo salido que está le da igual. Camino unos minutos buscando un buen sitio para fumar sin ser visto y acabo apoyándome en la corteza de un árbol de espaldas a todos.

Me he enterado de que hay siete chicos de un proyecto para criminales –escucho decir a una chica –, son chicos peligrosos, y esos chicos suelen estar muy buenos.

No me importa de qué proyecto sean –esa voz sí la reconozco, es Isis –, solo te he pedido que me acompañaras a por una manzana.

Saco una sonrisa al oír su tono cansado.

Las veo pasar a tan solo unos metros de mí, y coger asiento en una de las mesas azules de la cafetería. La chica que acompaña a Isis se parece a ella, en el pelo y los ojos, pero el cuerpo no tiene ni punto de comparación. Isis hace referencia a su nombre el ser una Diosa, pero la otra apenas roza el ser del montón, por no hablar de sus melenas de león. Isis desaparece dentro de la cafetería mientras que la otra chica juega con el teléfono hasta que su amiga vuelve a salir con una manzana roja en la mano. Intercambian unas palabras y se callan de golpe al ver aparecer un chico moreno. Desvío mi vista hacia la calle que hay tras la gran verja roja que impide que salga al exterior y apago mi cigarro tirándolo y pisandolo. Seguro que ya está en boca de todos que venimos por el proyecto.

Joder tengo hambre, y ni siquiera nos dan dinero para comprarnos algo.

Rebusco en mis pantalones a ver si tengo algunas monedas, pero también llevo tres años sin usar dinero, allí en el reformatorio nos tenemos porqué pagar nada.

Escucho a alguien tararear una canción cerca de mí, por lo que busco a esa persona, y acabo con la cara muy cerca de la de Isis, que escucha música con los ojos cerrados y recostando la cabeza contra el árbol.

¡Joder! –Exclama al verme, y se retira los cascos –Qué susto.

No soy tan feo –bromeo.

No, no lo eres –susurra, y se lleva las manos a la boca abriendo mucho los ojos –perdón, quiero decir que... –carraspea sonrojada –no sé lo que quiero decir.

Tranquila.

Se retira el pelo de la cara haciéndoselo hacia atrás, y dejándome ver mejor sus ojos azules y sus mejillas rojas.

¿Cómo te llamas? –pregunta. Ya estaba tardando.

Fijo mis labios en una fina línea.

Azael.

Sonríe enormemente y asiente.

Como el demonio –asegura soltando una risilla.

Es raro ver a un demonio y a una Diosa hablando –opino.

Lo es. ¿Estás aquí por el proyecto criminales?

Mmmm... –Afirmo recostándome contra el árbol.

Oh. Bien.

Nada, no pregunta nada acerca de porqué estoy en el proyecto, o si soy peligroso, o cualquiera de esas cosas que suelen preguntarme. Ella es diferente.

¿Cuántos años tienes? –me pregunta.

Abro los ojos y me la encuentro de piernas cruzadas a mi lado con su mochila sobre las piernas.

Diecisiete.

Asiente como si le interesara, y desvía la vista hasta más allá de mi cuerpo, fijándose en un grupo de chicas y chicos que nos miran seriamente. El mismo chico moreno que había con ella con en la mesa se nos acerca, y a medida que está más pegado a nosotros reduce la velocidad de sus pasos, y sé que es por mí. Se agacha hasta quedar en el oído de Isis y empiezan a hablar por lo bajo.

¿Sabes interpretar signos, Daniel? –le pregunta al chico con una sonrisa.

Supongo ¿Por?

Interpreta este –le enseña el dedo y sonríe sarcásticamente al chico que frunce el ceño y coge aire con fuerza –, y cómo creo que lo has pillado a la perfección te pido que te vayas muy a la m****a.

Esta chica es la hostia.

El rubio me mira y se levanta retomando sus pasos hasta darse la vuelta y volver a dejarnos solos.

¿Quién es él? –la pregunto, y creo que hasta la sorprende que abra la boca para formular una pregunta, pues se toma su tiempo hasta que sacude la cabeza y vuelve a mirarme a los ojos.

El hermano de mi amiga –responde con simpleza.

Sé que quiere hablar más, pero se ve interrumpida por el timbre que nos anuncia que volvemos a retomar las clases. Me levanto y extiendo mis manos hacia ella para ayudarla. Sus manos sobre las mías se ven enanas, y tiro de ellas para que pueda ponerse en pie, sus mejillas adoptan color al quedar muy pegada a mi pecho, así que se separa de mí y recoge su mochila del suelo. Podrá ser todo lo gruñona que quiera con la gente, pero es demasiado vergonzosa.

Espero a que el grupo de gente que pasa por las puertas para volver a las clases sea de pocos estudiantes, y sin darme cuenta estoy agarrando la mano de Isis para que me espere. Sigue sonrojada, y no oculto la sonrisa de mi cara por ello.

Vamos –suelto su mano y la sigo hasta traspasar las puertas dobles que dan al pasillo lleno de clases.

Ahora tenemos música, pero ese profesor no suele venir la primera semana de clases –me explica.

Asiento a pesar de que no me puede ver y me cruzo de brazos.

Todavía no me has preguntado si soy un criminal o si soy peligroso.

¿Lo eres?

Sí.

No me importa –se encoge de hombros y recoloca su mochila sobre su espalda –. No debe de ser bonito eso de que te llamen criminal, o que todos te tengan miedo, todos necesitamos a alguien para no sentirnos solos, y con qué una sola persona esté a tu lado dice lo suficiente como para saber que no eres ni un criminal ni eres peligroso. Además que lo que tú digas de ti mismo no es válido.

¿Por qué no?

Porque tú piensas en ti de una manera diferente a cómo el resto del mundo te ve.

Todos me ven como a un criminal peligroso.

¿Te piensas que estaría sola, contigo, y en un pasillo solitario si pensara que fueras eso? –pregunta, y consigue dejarme mudo. Se gira ante mi silencio y me mira con una sonrisa.

Sigue su camino y por fin nos adentramos en una clase con mesas individuales. Todos nos miran nada más entrar, y por lo que veo el profesor no llega, asique me siento en una silla de las del final y recuesto mi cabeza sobre mis brazos dispuesto a dormir.

Me veo interrumpido por la voz del director del centro llamándome, y no me extraña ver a los otros seis detrás cruzados de brazos. Alguno ya se ha metido en algún lío.

Me cuelgo la mochila y salgo de la clase sin importarme los susurros de las personas, el director, bajo y calvo nos mira de brazos cruzados.

Debéis saber que en este centro están prohibidas las relaciones sexuales –su vista recae en un pelirrojo que viene con nosotros, y en mi amigo –. Entiendo vuestras necesidades, pero estáis aquí para reformaros, y hemos aceptado este proyecto por vuestro bien, no porque queráis reproduciros...

Hey, siempre con condón –interviene Elías.

Nos carcajeamos todos y el director grita llamándonos la atención.

Sé que algunos de vosotros salís del reformatorio en semanas –esta vez me mira a mí –, pero aun así seguirás en el proyecto.

Vale –me limito a decir, y me giro para entrar de nuevo a clase. Me enfurece que se callen al verme, así que solo camino con la cabeza alta hasta la mesa del fondo y me siento – ¿Qué miráis? –Gruño.

Agitan la cabeza y siguen hablando con sus amigos. ‹‹Gilipollas››

Azael...

Miro a la morena que me sonríe tímidamente y se muerde el labio.

¿Qué?

Necesito colgar el póster –señala un poster que lleva en sus manos anunciando que el comité escolar necesita ideas para hacer actividades extraescolares para niños pequeños –, y estás sentado justo debajo del corcho...

Asiento y me empujo con los pies en el suelo para arrastrar la silla hacia atrás. Murmura un audible ‹‹gracias››, y se coloca de puntillas para poder colgarlo. Sonrío al ver que no puede y me acabo levantando para ayudarla. Se tensa cuando nota mis manos en su cintura, y joder que cintura, cojo el poster de sus manos y lo clavo con una chincheta al corcho, soltando su cadera y fijándome en sus mejillas rojas a causa tanto mía como de las miradas curiosas de los demás.

Vuelve a su sitio y se coloca los cascos de nuevo moviendo el pie rítmicamente.

- - -

Recojo mis cosas nada más escuchar la sirena que da tiempo a la siguiente clase, y espero sentado a que el salón se vaya vaciando para salir. Acabo quedándome solo con Isis, que parece en su mundo con los cascos y apoyada en la pared. Me acerco a ella y la quito un auricular haciendo que me fulmine con la mirada.

Ha sonado la campana hace minutos –informo.

Abre su boca y pienso en lo que será besarla, o sentirla alrededor de mi polla.

Vamos –exclama, y coge mi mano para salir de la clase vacía.

Me suelta al salir al pasillo y se sonroja por su acción, creo que no se había dado cuenta de lo que ha hecho. Sonrío y cómo me encanta joder, agarro su mano y la sigo entre los estudiantes hasta estar metidos en una clase donde ya se encuentra el profesor.

Buenos días señorita Blair, y usted es...

Azael.

Isis suelta mi mano y se mueve rápido entre las mesas de las personas con las mejillas rojas.

El profesor con pinta de padre amargado me envía a sentarme sin preguntarme nada, solo mira un papel y traga saliva al mirarme. Me revuelvo mi pelo castaño con la mano y observo la clase tomando asiento detrás de Isis y el friki que va con ella y se ha saltado la otra clase.

Ese chico es peligroso Isis –la dice el chico.

¿Cómo también lo era el perro del vecino que acabó lamiéndome la cara? Por favor Matt, no digas estupideces.

—Te quiero mucho, eres mi mejor amiga, asique si ese tío bueno te descuartiza y te encuentro hecha trocitos en la nevera iré a tu tumba solo a reclamarte el no haberme hecho caso.

No es un asesino –ríe ella, y ¡Oh, joder! Que risa.

Haré que lo pongan en tu lápida: ‹‹No es un asesino, pero estoy aquí porque me mató››

Muy gracioso –ironiza.

El profesor los llama la atención, y me desconecta de su charla sobre quién creo ser yo.

Solo te digo que ese chico te va a perjudicar.

No sé cómo, ¿Le has visto?

Sonrío de lado el ver cómo se muerde el labio y suspira.

Cómo para no verle, entiendo tu punto, porque vamos, está bueno, pero da miedo –susurra, y me hecha una rápida mirada. Elevo la cabeza a modo de saludo.

Déjame, que no me entero lo que habla al profesor.

Saco una libreta y apunto las pocas cosas que explica el profesor. De vez en cuando saltan algún que otro comentario los alumnos, y el profesor parece estar a punto de arrancarse los pocos pelos que le quedan.

¿Qué vas a hacer por tu cumpleaños? –escucho el susurro del friki.

Si mi padre quiere procuraré hacer que él y mi madre se junten, si no, podemos ir a patinar, o a la playa –la morena se encoge de hombros y sonríe.

Muy bien alumnos –carraspea el profesor –, necesito que por parejas de dos rellenéis un formulario de preguntas, y necesito que os conozcáis para una futura actividad, asique colocaros por parejas.

Pongo los ojos en blanco sabiendo que me voy a quedar solo, prefiero a eso a tener que aguantar a algún gilipollas que me toque los cojones, y sé que con esta actividad tendré que quedar con alguien, porque con lo cabrón que es el profesor no nos deja hacerlo aquí, y paso de que alguien venga al reformatorio.

Azael, ¿Te puedes poner conmigo?

Estoy a punto de responderle que no a la morena, pero no sé qué cojones pasa, acabo aceptando, y ella sonríe dejando a la vista dos maravillosos hoyuelos. Miro el friki de su lado y solo pone los ojos en blanco y ríe.

Toda una suicida ¿Eh? –le pregunta su amigo.

Ella se recoloca mirando hacia delante y asiente.

Tú me has cambiado por tu novio, y no voy a hacer el trabajo sola. Es por parejas –le explica pronunciando lentamente la última frase –, además que a mí no me parece peligroso, es un buen chico.

Elevo las cejas ante su tono seguro y sonrío. ‹‹Asique el friki es gay –pienso››

Podéis empezar, colocaros con vuestra pareja en la mesa y ahora os reparto las cosas.

La clase se revoluciona y de un momento a otro Isis me está pidiendo que me siente a su lado. Sonríe y apoya su mochila en la mesa, sacando unos caramelos de menta de esta.

¿Quieres? –ofrece.

Asiento y la cojo uno de la mano.

Gracias.

No es nada –asegura, haciendo un gesto para restarle importancia –. Gracias.

Coge el papel que nos da el profesor, y le sonríe a modo de agradecimiento.

Mira, ya que tú estás por el proyecto y tienes que volver al reformatorio nada más acabar las clases os dejo que os quedéis aquí en el recreo para hacerlo ¿Os parece? –nos ofrece, y yo miro a Isis, que me mira y se muerde el labio antes de asentir –bien, pero necesitaréis más de un recreo.

Se aleja de nuestra mesa y sigue hablando con algunos alumnos hasta que se sienta en su silla y empieza a leer el periódico.

Mmmm... Bien –murmura la morena a mi lado y saca un bolígrafo de su estuche negro – ¿Quién empieza?

Tú.

Vale pues... ¿Cómo te llamas? –Ríe por la pregunta y apunta mi nombre en el papel – ¿Tienes hermanos?

No.

La veo escribir mientras muerde el labio, y joder, ahora tengo veinte minutos a solas con ella y aquí dentro, si no me la follo pronto, reviento.

—¿Cómo te apellidas?

Kahler.

Uh... ¿Familia alemana? –inquiere.

Sí.

¿Cuántos años tienes? –Vuelve a reír y apunta mi edad – ¿Zona residencial?

Reformatorio –me limito a decir.

Asiente y vuelve a morderse el labio provocándome.

Ahora son las preguntas que te tengo que hacer porque yo quiera ¿Vale?

Claro.

Se queda pensando unos momentos, con la barbilla apoyada en la palma de la mano, hasta que sonríe y abre la boca, pero se ve interrumpida por la sirena, haciendo que los estudiantes se vayan corriendo al patio. El profesor espera a que todo esté vacío para avisarnos de que cerrará la puerta con llave para que no nos echen, y se despide de nosotros cerrando la puerta detrás de él.

Si tuvieras un poder ¿Cuál sería?

Enarco una ceja y se encoge de hombros.

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