3. Luz

—¡Me duele mucho, Alexander! —gritó la chica tirada en el suelo mientras mientras su cuerpo emanaba una luz naranja muy brillante.

—Eh... Jes... Jessie ¿Estás... ¿Te duele mucho? —tartamudee viéndola desde el umbral de la puerta.

—¡No! ¡Me arde la piel! ¡Siento que me estoy quemando, ayudame!

Tragué saliva y comencé a buscar algo que pudiera ayudarme pero no encontré nada útil. Me acerqué y la toqué con cuidado, ella sollozaba.

—Ya sé, tranquila, vendré en seguida.

Abrí un portal para ir a Brankus, directamente a la fuente Jadí, tomé un poco de agua en un jarra que había cerca. Abrí el portal nuevamente y en cuento llegué a la habitación, rocié a Jessie con el agua; en seguida ella ya estaba bien.

—Gracias —dijo ella casi en un susurro mientras se sentaba en el suelo.

—No me agradezcas, todo esto es mi culpa. Si yo no te lo hubiera propuesto, no hubiera pasado.

—Tranquilo, solo lo hiciste para ayudarme... Yo... Creo que estaré bien aquí en la tierra.

—No mientas.

—No estoy mintiendo; papá y mamá están aquí, tú también vives aquí. Creo que no necesito más.

—Pero siempre deseaste en el escuadrón...

—No todos los sueños se cumplan, Chander, algunos hay que guardarlos en un cajón y olvidarlos —habló mientras se levantaba y caminaba a la puerta, yo hice lo mismo.

—Supongo que tienes razón pero no será fácil, eres una de las más fuertes, te necesitamos.

—No te preocupes estarán bien —dijo sentándose en una silla de la cocina donde ya habíamos llegado —y por cierto ¿Por qué te asustaste tanto? Casi estabas aterrorizado ¿Me vas a decir que nunca habías visto a alguien quejarse de dolor? —ironizó.

¿Acaso no vio la luz?

Solo... Este lugar me pone muy nervioso —mentí.

—No me mientas, dime qué sucede.

—No te estoy mintiendo... Y será mejor que me vaya, ya casi anochece.

—¿Y desde cuándo te ha preocupado eso? Eres tipo lobo, aquí también tienes una buena vista.

—Eh... —piensa algo rápido idiota —Mamá me pidió que le ayudara a... Limpiar.

¿Eso fue lo mejor que se me ocurrió?

—Mmh... ¿Ok?... —dijo frunciendo el ceño.

—Bueno, adiós —dije para salir casi corriendo antes de cagar más la situación.

Caminé a casa con un paso extremadamente lento y una idea cruzó por mi mente.

Fuí a Brankus a casa de Sahori.

—¡Sahori! ¡Sal, necesito verte! —le grité hacia la ventana de su habitación.

—¿Qué demonios quieres a esta hora, Chander?

—¿Te desperté? —bromeé, los Brankunianos no dormimos nunca.

—¿Eh?

—Nada... Nada. Ven, baja, corre.

—Ahg, ya voy —dijo para desaparecer de la ventana y luego aparecer por la puerta.

—¡Necesito tu ayuda!

—¿Qué? Quieres que te dé un masaje o algo así —dijo con sarcasmo.

—Esto es serio, ya sé quien es la luz naranja.

—¿Ya sabes... "Quién" es? —frunció el ceño.

—Sí, no me lo vas a creer.

—Habla ya, idiota.

—Jessie.

—Me llamo Sahori no Jessie.

—¿Qué?... No, no. ¡Qué Jessie es la de la luz naranja!

—¿¡Qué!?¿¡Estás demente?! ¿Estás hablando de Jessie Roberts?¿La chica rubia que es buena con todos? —rió con ironía —¿La chica tipo leopardo que es una de las elegidas para poder entrar al escuadrón? Sí, sí, ¡Definitivamente estás demente!

Rodé los ojos —Sí, habló de esa Jessie y estoy seguro que es ella.

—¿Y cómo descubriste eso, genio?

—¿Haz visto a Jessie estos días?

—No.

—Es porque no puede abrir el portal.

Frunció el ceño —¿Por qué?¿Ya pidió ayuda a Sanarty?

—No, no quiere pedirle ayuda.

—Pero... ¿Eso que tiene que ver con qué ella sea la que emitió esa luz y ese chillido?

—Yo no dije lo del chillido.

—Bueno... La luz. ¿Cómo lo sabes?

—La ví, la ví brillando hace un rato.

—¿Ella está en la tierra verdad?

—Sí ¿Por qué?

—Entonces quiero verla, vamos, quiero verla brillar —dijo retadora.

—Las cosas no funcionan así —negué con la cabeza.

—¿Entonces cómo funcionan?

—Es... Difícil de explicar.

—Se me hace que estás mintiendo.

—¡Te estoy diciendo la verdad!

—Entonces vamos a la tierra, gordito.

La miré con molestia —No me vuelvas a llamar "gordito".

—Está bien, gordito, ahora abre un portal y vamos.

—¿Quieres ir a la tierra? Bien... Entonces iremos. Pero abre el portal tú, siempre me ponen a mi a hacerlo.

—No puedo hacerlo, no puedo imaginarme el lugar específico porque no lo conozco, Chander —dijo para darme una palmada atrás de mi cabeza.

—Ya, ya entendí.

Abrí el portal y en seguida estamos en la tierra, una noche bastante oscura iluminada nada más por los faroles eléctricos (ojalá tuviéramos de estos en Brankus), toqué la puerta de la casa de Jessie.

—¡Ah, hola otra vez...? —dijo la chica con un poco de confusión —y hola Sahori.

—Me dijeron que no puedes ir a Brankus ¿Estás bien? —preguntó Sahori más por chismocear que por preocupación.

—Estoy bien, tranquila. Pasen.

Entramos en la casa y nos sentamos en los sillones.

—Este lugar me da miedo —dijo la pelinegra, Sahori mientras veía todo el lugar.

—No es tan malo, aquí la gente es muy amable —dijo la rubia hacercandose.

Sahori tomó un pequeño portaretratos metálico y comenzó a darle mordidas.

—¡Sahori! —le grité —deja eso.

—Es metal ¿Qué tiene de malo?

—Aquí no se puede hacer eso, aparte que no es tuyo.

—Ay, ya, ya. Está bien —dijo para dejar el pedazo metálico en la mesa nuevamente.

—¿Quieres conocer la tierra? —le preguntó Jessie a Sahori.

—¿Conocerla? Ya estoy aquí... Ya la estoy conociendo.

—Me refiero a conocerla bien.

Fruncí el ceño —¿La llevamos?

—¡Vamos! —dijo la rubia buscando su bolso.

—¿Me pueden decir qué está pasando? —la pelinegra frunció el ceño.

—Lo sabrás cuando lo vea.

Salimos de la casa y caminamos hacia un bar cercano, entramos en seguida, había hombres y mujeres en las esquinas fumando y bebiendo; algunos comían mientras tomaban alcohol por montones. Y claro, las drogas no faltaban.

—¿Qué demonios están comiendo ellos? Yo quiero —dijo Sahori viendo unos platos muy vistosos en una mesa.

—Nada de eso, nos mataría comer algo así. Pero en cambio, el alcohol sí está disponible para nosotros —dije mientras la empujaba por la espalda para llevarla a la barra.

—Danos tres botellas de lo más fuerte que tengas —le dijo Jessie al bartender.

—¡Esto huele muy bien! —gritó Sahori desde la otra esquina del lugar mientras olía un polvo blanco.

¿En qué momento se separó de nosotros?

¿Qué haces aquí? Ven, Venimos a beber no a drogarnos —la reprendí mientras la veía acusadóramente.

La tomé de la muñeca con un agarre suave pero firme.

—¡Adiós pollita! Si quieres más solo regresas, preciosura, y si quieres algo más también  puedes venir —escuché decir a un tipo. Lo ignoré por completo.

—¿Escuchaste lo que dijo? Me dijo... Pollita ¡Me insultó!

—Te halagó... O algo así.

—No, me insultó, todos sabemos que los pollos son la categoría más baja de un Brankuniano, lo iré a poner el su lugar.

—¿Eh? ¡Sahori! —grité al verla acercándose al tipo.

—¡Oye tú! Pedazo de idiota ¿Por qué me dijiste "pollita"?

—Porque eso eres, una linda pollita —respondió el tipo con descaro.

—Yo soy tipo lobo ¿De qué hablas?

—¿Tipo lobo? —el hombre soltó una carcajada.

—Sí, tipo lobo y no cualquier lobo; soy de las mejores de la jauría y voy a pertenecer al escuadrón.

Todos la veían como si estuviera loca mientras se burlaban.

—Si eres loba ¿Por qué no me acompañas a mi casa y me lo demuestras, nena?

—¡Te lo puedo demostrar ahora mismo!

Oh, no... No intentes transformarte ahora por favor.

Sahori, ya basta —le dije entre dientes.

Ella se colocó en posición de lobo, con sus manos en el suelo pero obviamente no se transformó, aquí no funciona.

Todos la veían con burla y hasta yo aguanté un poco la risa, Jessie y yo veíamos a otro lado para que nadie descubriera que venía con nosotros. Tomé un gran tragó de cerveza intentando no reír.

—¿Qué le sucede a toda esta gente!? —dijo Sahori llegando a nosotros —¿Acaso no saben quién soy yo?

—No, no saben. Y de hecho aquí no somos nadie —le respondí sin interés —y si no quieres que te llamen loca, no vuelvas a mencionar a Brankus.

—¿Por qué?

—Aquí, Brankus no existe. Nadie sabe de su existencia y es mejor que no lo sepan —le dijo Jessie antes de pedir otra cerveza.

—¿Por qué sería mejor que no lo sepan? Son más débiles que nosotros, estarían a nuestro pies. 

—No son más débiles que nosotros —corregí.

—Une vez dijiste que no tenían poderes.

—Y no los tienen, pero sí tienen armas y cosas muy raras, no matarán si se dan cuenta de la existencia de Brankus.

—¿Matarnos?

—Sí y en unos dos segundos.

—Olvidate de que venimos de Brankus y tómate una cerveza, chica —le dijo Jessie a la otra chica mientras le extendía un gran botella.

—Cerveza eh... No se ve para nada mal.

Sahori tomó un gran tragó, demasiado grande para empezar y un par de segundos después ya estaba ahogándose mientras yo reía.

—¿Te gustó? —le pregunté con diversión una vez que estuvo bien.

—Eso es horrible... Pero me gusta.

—Bienvenida al mundo mágico de los humanos —dijo Jessie.

—Que hermosos ojos caninos y felinos tienen ustedes tres —escuchamos decir a alguien detrás de nosotros...

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