Capítulo 2

“Encuentras mis palabras oscuras. La oscuridad está en nuestras almas ¿No crees?”

James Joyce

Salimos de la boutique y caminamos hacia el estacionamiento, un hombre está a punto de subir a su auto que está estacionado al lado del nuestro, al verlo de inmediato me aferro al brazo de mi hermana, es un hombre alto y de gran contextura, nos observa y por instinto me escondo tras la espalda de Katherine.

Él nos sonríe y saluda con un asentamiento, abre la puerta de su auto, se sube y arranca, al tiempo que suspiro de alivio, observo a mi hermana y ella me da unas palmaditas en mi mano que aprieta la suya. Se muy bien que aún no estoy bien y temo enfrentarme a esos fantasmas que me atormentan día a día.

Nos subimos a su auto y ella conduce hasta la casa, cuando llegamos el primero en recibirnos es mi lindo Raptor, corre hacia mi encuentro y de inmediato acaricio su cabeza tratándolo como a un bebé, mi hermana se une a esa bienvenida que nos da.

—No importa cuánto tiempo te vayas se queda en la puerta esperando por tu regreso. —Valentino camina hacia nosotros para abrazar y besar a Kat, a mí no me toca, es precavido en cuanto a cómo me trata.

No voy a culparlo por nada, tomé mis decisiones y pagué por ello, ya que sabía a la perfección con quien me metía.

—Es por eso que lo dejo en casa de su novia, así no se pone ansioso mi hermoso bebé, el problema es que Lester, está de viaje con Daniel y se la llevó.

Caminamos hasta la casa y veo que mi cuñado está terminando de empacar algunas cosas en bolsas de compras, hoy es viernes por lo que seguro irán de «noche de machos».

Voy hasta mi habitación, le enviaría mi borrador de la segunda parte de la serie que estoy escribiendo a Sammy, ella es mi lector cero, sin embargo, Valentino se daría cuenta del nombre con el cual estoy escribiendo, no dejo que ni él ni mi hermana vean los manuscritos. Ahí he plasmado mi desgracia en otro tipo de palabras.  Se la haré llegar con Arturo en paquete cerrado.

—¿Cuándo iras a ver la casa? —Pregunta Valentino y Katherine se gana una mirada de desaprobación de mi parte—, igual me lo iba a decir. —se encoje de hombros ante mi reacción.

—Mañana, iré sola, voy a conducir y me llevaré a Raptor conmigo —tomo un poco de agua porque ni yo misma me creo lo que estoy diciendo y no estoy tan convencida de ello—, y estoy segura —levanto mis hombros para que lo crean y creérmelo también—. ¿Cómo van con los preparativos de la boda? —pregunto para cambiar el tema.

—Ya está todo listo, solo faltaría la fecha, supongo que será cuando Sammy mejore.

—¿No es hoy el viernes de machos? —pregunto al recordar que es en casa de Sammy

—Claro, debo irme, no me esperen despiertas, no sé si esta vez salgo vivo de casa de Iris, ahora que ella está siendo obligada a salir por Samuel, entretenemos a su madre para que se sienta acompañada.

Mi hermana le da un abrazo y un tierno beso y me imagino que así de frustrado se sentía cuando lidió con el problema de su amiga y jefa de mi hermana.

Todos los viernes planean sacar a la mamá de Sammy para liberarla un poco del encierro en el que se ha confinado su hija.

—Creo que se me antoja un postre. —me da una sonrisa cómplice y entramos dirigiéndonos directo a la cocina.

Saca del horno una bandeja y la observo con suma curiosidad

—¿Cuándo es que horneaste eso? —sobre la bandeja están unas tortas planas con rara apariencia.

—Hoy por la mañana después que Valentino se fuera al trabajo—su pecho se hincha de orgullo y sube y baja las cejas haciéndome sonreír—, tengo que esconder todo lo que horneo si no, mi prometido viene y se lo devora todo.

—¿Y qué se supone que es eso? —señalo la bandeja.

—Tejas de almendra y naranjas, la receta la vi en internet y me pareció sencilla así que, este es el resultado.

—Lo pruebas tú porque yo no quiero una indigestión. —bromeo y me hace una mueca de que no le ha gustado mi comentario.

Para mantenerla contenta, tomo un tenedor y con duda llevo un pedazo de la plasta esa, me mira con sus ojos bien abiertos y sus manos como en suplica, mastico y asiento al mismo tiempo que levanto la comisura de mis labios en una sonrisa de aprobación.

—¡Esta muy bueno! —tomo otro trozo que saboreo de inmediato, —rico, me encanta el resultado de la mezcla entre las almendras y las naranjas. Te felicito a pesar de que es tu primer intento.

—De hecho —me mira conteniendo la respiración, se levanta y abre el cesto de la b****a, puedo observar cinco moldes quemados

Al instante me inclino a reírme al ver su rostro lleno de vergüenza.

—No te rías —dice igual riendo—, al menos lo logré, ¡yeeeeeeeei! —celebramos su éxito, aunque no quiero imaginar el desastre que hizo en la cocina.

—Esto estaría mucho mejor con un café, —me levanto y preparo la cafetera para que el rico sabor de los dioses esté listo en minutos.

Cuando el café está listo, tomo dos tasas y las coloco sobre el desayunador, los sirvo y me observa atenta a mis movimientos.

—Voy a extrañarte. —toma mi mano y asiento.

—Cuando regrese de ver la casa prepararemos un postre ¿de acuerdo? —Asiente tomando del delicioso liquido—, me hubiese gustado que me llamaras para que ayudara con esto.

—Lo sé, aunque mi deseo era darte una sorpresa

—Y me la diste. —señalo los recipientes quemados en el bote de la b****a, burlándome un poco de ella quien solo niega no creyéndose su desastre.

Después de disfrutar del postre ambas subimos las escaleras rumbo a nuestras habitaciones, la mía iluminada por completo. He considerado apagarlas, sin embargo, no tengo ese valor.

Mañana es el día, llamo a Verónica, es la dueña de la casa que estaré alquilando y me dijo que ella y su familia viven en la de al lado, por lo que cualquier cosa que necesite, seremos vecinas.

Hola —contesta al tercer timbre.

—Hola, Verónica, soy Cinthya Becker.

Hola, corazón. ¿Cómo estás? —responde con alegría, es muy cariñosa.

—Estoy bien, llamo porque quería recordarte que llegaré mañana a ver la casa. —ya que solo la he visto en fotografías.

Por supuesto, ¿a qué hora vendrás?, espera un segundo —dice tras la línea—. Sandra, mi vida para dónde llevas esa cuerda —a lo lejos se escucha la voz de una chica responder, ataré a Manuel del auto y lo arrastraré por todo Homeless. —Yo me encargo cariño —escucho la voz de un hombre que deduzco será su esposo —. Lo siento mucho, Cinthya, en qué estábamos.

—En la hora en la que llegaré.

¡Oh, sí! Disculpa me distraje con mi hija menor, mi esposo está evitando que ella llegue a lastimar a alguien, que se lo merece. —esto último lo susurra. Haciéndome reír.

—Estaré por allá a las diez de la mañana.

—Perfecto, estoy emocionada por conocerte cariño, por favor conduce con cuidado los apuros no traen nada bueno.

—Muchas gracias, lo haré, que descanses.

Tú también, nos vemos mañana.

Cuelgo la llamada y me instalo en la laptop, abro la carpeta que resguarda mis libros de la serie Oscuridad y abro el archivo del tercer libro, Camino hacia la luz.

Me quedo observando el archivo en blanco, desde que terminé los dos primeros libros no le he podido dar cierre.

No es por falta de inspiración, es más bien porque si no puedo darme yo misma mi liberación de esta oscuridad, no podré dársela a mi protagonista porque al final de todo, yo soy Cédric Basilio.

Abro la red social I*, y veo los comentarios de mí primer libro, unos lectores lloran por causa de la situación de Cédric, otros por su parte sacan sus propias conclusiones de por qué es la causa de sus tormentos, otros odian al escritor y lo llaman «perro sin sentimientos».

Ruedo los ojos porque se supone que es ficción, aunque en verdad no lo sea, solo que ellos no saben eso.

Y todos concuerdan en una sola cosa, todos quieren la segunda parte.

Llevo seis meses desde que se publicó la primera parte, la segunda es la que debo enviar a Sammy, mañana temprano, espero que Arturo pueda pasar por el paquete antes de que me vaya.

No confío en Valentino para esto, sé que la curiosidad podrá más con él y abrirá el contenido. Cuando esté lista para que sepan que es lo que escribo se los diré.

Antes de acostarme, veo la maleta que tengo lista desde hace un mes cuando me plantee mudarme y que todo ese tiempo comencé a investigar dónde sería el mejor lugar para comenzar de nuevo.

Ernesto me lo recomendó, dijo que es un lugar muy tranquilo lo que agradezco. Busqué en internet el sitio y me pareció muy bonito y pintoresco.

Gracias al contacto de mi psicólogo, pude conseguir trabajo ahí, no es que no ame ejercer mi profesión como abogada, sino que debo centrarme en primero terminar de coger los pedazos en los que se ha convertido mi vida y juntarlo de nuevo.

 Hago ejercicios de respiración por unos minutos y cierro la laptop con el documento en blanco. Juego con la trenza de mi cabello que cae a un lado de mi hombro y me repito a mí misma que esta decisión es la mejor. Me levanto de mi silla y tomo unas pastillas que yacen sobre mi mesita de noche, tomo agua del jarrón que por lo general siempre mantengo lleno y vacío el líquido dentro del vaso, pongo las pastillas en mi boca y me las trago, estas me ayudaran a conciliar el sueño por unas horas más, me acuesto y espero a que hagan el efecto deseado.

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