CAPÍTULO 3

Sentí una mano fría, que tocaba mi mejilla, pasaba por mi hombro hasta llegar a mi brazo. Me asusté, pero no hice ningún movimiento. Me encontraba de lado viendo hacia la ventana y alguien estaba detrás de mi tocándome con una mano fría.

— ¿Quién eres? —  Dijo una voz casi en susurro, era una voz masculina

Estaba espantada y no sabía que iba hacer, así que decidí que me daría la vuelta rápidamente y le daría un golpe y saldría corriendo. Conté hasta tres mentalmente y ¡Así lo hice!

Pero con lo que no contaba era que el muy ¡imbécil! Iba a moverse y mi puño daría en la lámpara que se encontraba de noche. Esta cayó al suelo haciéndose pedazos

— ¡Eres estúpida o ¿Qué?! —  Me gritó.

Habíamos quedado totalmente a oscuras en la habitación.

— ¡Tú eres el estúpido! Por asustarme no tenías ningún derecho de estarme tocando. — Grité

— ¡Y tú no tenías ningún derecho de estar en mi habitación! —

Respondió — ¡Y además mucho menos durmiendo en mi cama!

Me sonrojé al instante. ¡Estaba en la habitación del dueño! ¡Lo que me faltaba! Lo bueno era que no podía verme.

Disculpa, no.… quería. — Mis palabras no salían, estaba muy nerviosa y no sabía que decir

  Disculpa también —  Respondió —

No fue mi intención asustarse, pero me sorprendió que estuvieras en mi habitación, nadie puede hacerlo.

Discúlpame. — Dije nuevamente — ¡Me tengo que ir!  — Terminé. Encontré los tacones cerca de la cama donde los había dejado y empecé a buscar a oscuras el teléfono que Camila que había entregado, debía llamarla para que viniera por mí.

— ¿Qué haces? — Me preguntó el chico

Busco ¡El maldito Teléfono! — Grité desesperada. Su presencia me ponía nerviosa — ¡No puedo irme sin él!

— ¡Te ayudo! voy a usar la linterna del mío.

— ¡Genial! Gracias — Agradecí

— ¡Oh No! — se quejó — Creo que lo he perdido también.

Esta situación no me gustaba necesitaba salir de aquí inmediatamente. Esta oscuridad no me gustaba para nada, pero debía encontrar el maldito teléfono, seguía en mi búsqueda y el chico me ayudaba. Me dirigí por el lado de la ventana donde solo se podía admirar la luz de la luna, estaba preciosa. Me di la vuelta y mi cuerpo chocó con el de alguien más. Mi equilibrio no era muy bueno así que casi caigo, pero unas manos me sostuvieron.

  Disculpa —

dije

Deja de disculparte — Respondió el chico, sentí su voz más cerca de mi rostro, sentí como me atrajo hacia él —  Sabes no puedo verte, pero tu silueta bajo la luz de luna es hermosa.

Me quedé en shock, no sabía que responder. Mi corazón se aceleró por aquellas palabras, yo me encontraba igual que él, no podía verlo, pero parecía ser un chico fuerte y muy guapo, además su voz era muy sensual.

Ambos nos quedamos en silencio un momento, hasta que el hizo lo que menos imaginaba

¡Me beso!

Claro yo le seguí el beso a los pocos segundos, sus labios se sentían tan cálidos, su lengua pidió paso hacia mi boca y yo se lo permití.

Sus manos se entrelazaron con mi cintura y mis manos fueron a su cuello. Mis dedos recorrían sus cabellos y el hacía pequeñas caricias de arriba hacia abajo en mi cintura. El beso fue haciendo más intenso y bajó su boca hacia mi cuello, dejando un rastro de besos en él, era realmente una sensación excitante.

Ambos gemimos al sentirnos atraídos el uno con el otro.

Sentí una de sus manos en el cierre de mi vestido e inicio a bajarlo, sentí un aire en mi espalda al sentirla completamente descubierta. No lo detuve en ningún momento, esto se sentía tan bien. Mi vestido cayó al suelo quedando solamente en ropa interior.

Yo quité su playera, bueno al menos sentí que era una simple playera ya que no había dado cuenta porque no alcance a verlo vestido. 

Pasé mis manos por su brazos, abdomen y espalda, él se estremecía con cada una de mis caricias.

No me había equivocado tenía un cuerpo bien formado, se podía sentir en cada uno de sus músculos que acariciaba.

Me acostó lentamente en la cama, sin dejar de besarme y entre mis gemidos trate de hablar —

No, detente por favor. —

Él no se detuvo y me susurro con una voz ronca — ¿Por qué? Si la estamos pasando bien. — En eso tenía razón

Es que... que ... necesitas saber algo de mi antes de hacerlo — Dije entre titubeos

No me interesa que tengas que decirme, me lo podrás decir después. — El seguía besándome en los labios, el cuello y hombros

¡No! —  Quise detenerlo —  Quiero que lo sepas, pero espero que esto te haga cambiar de opinión.

No, no creo que me haga cambiar de opinión, solo calla y disfruta.

En vista de que no se detenía, no era que no quisiera que lo hiciera, pero para mí era importante que lo supiera. Así que de una solté — ¡Soy virgen! — Entonces se detuvo

Me dijiste que no cambiarias de opinión.

   ¿Estas segura de esto? —  Preguntó

   Nunca estuve más segura. — Juntó nuestras bocas, disfrutando de aquel momento.  

¡Y bajo la luz de la luna, en la habitación de un desconocido perdí mi virginidad! 

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