Aquella mañana el sol no parecía estar de buen humor y las grises nubes inundaban el cielo de CaltuliaLuana apenas se había despertado cuando sus damas de compañía entraron en sus aposentos para servirla como cada día. Al verlas tan sonrientes y entusiasmadas por comenzar sus labores esa mañana ella no pudo evitar suspirar exasperada. ¿Cuándo sería el día en que podría quedarse recostada allí por solo unas horas más?Tal vez si tenía suerte y lograba convencer al rey, podría escabullirse unos días a su casa de campo en las afueras de la capital. Allí por lo menos podría estar sola en las mañanas.Sus doncellas le prepararon un baño de agua tibia con esencia de lavanda, el aroma preferido de su esposo. Luana se quedó en la bañera un largo rato disfrutando de la sensación del agua rozando su cuello y sintiendo su presión en el resto de su cuerpo, ya tenía los dedos arrugados cuando sus doncellas le incitaron a salir. El rey quería verla para el desayuno y estaba retrasada.Sin muchos á
Cuando el carruaje se detuvo, Luana se apresuró en bajar de este, Dian iba con ella y también algunos guardias que por obligación debían acompañarla a todo lugar fuera del palacio y vigilar cualquier amenaza que pudiera poner en peligro a la reina.Luana siempre había creído que más que vigilar el peligro, la vigilaban a ella.Por eso, procuraba siempre estar perfecta, siempre sonriente, siempre como una reina. Cualquier cosa, conversación o movimiento extraño sería informado al rey, había renunciado a su vida cuando se convirtió en reina y se la había entregado a él, a su esposo.Una suave brisa le recorrió las mejillas y las hojas de los arboles danzaron con ella. La enorme y hermosa residencia donde había nacido y crecido, de columnas de mármol y paredes blancas combinadas con jardines exuberantes llenos de flores de colores no tenía comparación con el palacio en el que ahora vivía, eso lo sabía, el palacio era mucho más extenso y hermoso, pero misteriosamente ambas residencias ten
- Me alegra que hayas podido venir, sé que el palacio no es tu lugar favorito. – Luana sonrió cuando su hermana ocupó el sillón frente a ella.Julietta vestía un hermoso vestido amarillo que no combinaba en absoluto con las bolsas moradas debajo de sus ojos negros. Estaba enojada y no se molestó en ocultarlo, incluso le había hecho una reverencia cuando entró en la habitación, y eso claramente era una mala señal.- Para qué estamos los súbditos si no es para obedecer a la reina. – las palabras fueron ácido en su boca.Luana suspiró cansada. Realmente no estaba de humor para iniciar una pelea.- ¿Ya escuchaste la gran noticia? - le preguntó mientras les hacia un gesto a sus damas para que se retiraran. Ellas obedecieron de inmediato.- No me parece una gran noticia. – contestó cortante.- Ah, ¿no? – Luana la miró un poco sorprendida.Julietta negó con la cabeza ofuscada.- Dime por favor que Monsëri no es un pretexto de mi madre para sacarme del reino. –su hermana la miró a los ojos y
Sus damas no habían dicho nada el siguiente día de la visita del rey, ni tampoco lo hicieron al siguiente cuando Luana salió del baño envuelta en su bata de seda, con los ojos sin brillo y la cara más pálida que de costumbre.- El rey le ha enviado esto, su majestad. – Marga la miró sonriente. – Quiere que se lo ponga para recibir a... los invitados.Marga se encogió al recordar la clase de invitados que se hospedarían en el palacio. Anne y Dian también parecían nerviosas por la llegada de las hadas, aunque intentaban disimularlo moviéndose de aquí para allá en la habitación para no poner más nerviosa a la joven reina. Luana se mordió el labio aterrorizada, todo debía ser perfecto esa noche. Respiró profundo obligando al miedo en su pecho a ablandarse y se concentró en el enorme y absolutamente maravilloso vestido verde brillante de mangas largas que se abrían en cascada al llegar a las muñecas y que tenía detalles plateados en su corpiño y a lo largo de su amplia falda.Se lo puso en
La noche anterior a Luana le había parecido que la princesa Carleena era alguien a quien no le gustaba hablar mucho, sin embargo, esa mañana se dio cuenta que su opinión no había sido para nada certera.Ambas eran las únicas en la mesa del comedor ese día, ya que su esposo, el gran rey Armin y el príncipe Edmund se habían reunido a primera hora de la mañana en la oficina del rey para discutir temas políticos. Luana había intentado colarse en aquella reunión, pero una mirada de advertencia de su esposo fue suficiente para que decidiera marcharse antes de que él tuviera la oportunidad de pedirle a los guardias que la sacaran. Así que ahora esperaba junto a aquella inmortal que la reunión finalizara para ver si podía enterarse de algún que otro detalle. Tenía tanta curiosidad que el miedo por la mujer sentada a su lado había disipado, aunque seguía manteniéndose alerta.- Puedo preguntarle cómo se siente, su majestad. – la voz de la princesa la sacó de sus pensamientos.Luana la miró ex
Los fuegos artificiales iniciarían pronto y las personas se apresuraban a subir a los botes para poder admirarlos desde el lago. Parecía que todos se lo habían pasado muy bien, de hecho, varios de los invitados se habían acercado a Luana para elogiar la celebración, incluyendo el propio gran rey.Había procurado mantenerse lo más alejada posible de los mellizos, pero no le había salido muy bien, después de todo, eran sus huéspedes y debía asegurarse que se encontraran cómodos durante la celebración, por lo que de nuevo tuvo que formar la enorme sonrisa que la caracterizaba y pretender que nada había sucedido entre ellos.No confiaba en ambos.Pero debía admitir que estaba sorprendida tanto por no haber usado es información a su favor, como por la petición que le habían hecho. ¿Por qué a el demonio negro y la bruja de tinieblas les interesaría donar dinero para ayudar a orfanatos humanos? No somos los monstruos que el mundo dice... ¿Sería cierto?Yo también sé qué es ser un ave en un
Algo estaba mal.Luana no sabía lo que era, pero la sensación no la abandonaba.Era como si en el aire reinara una brisa diferente, más pesada, más lúgubre. Tal vez era porque había estado tres días encerrada en el baño vomitando sin parar cualquier cosa que ingiriera, eso haría que cualquier persona viera el mundo gris y sin vida. Aun así, le había parecido que algo raro la rodeaba, era como cuando se siente la mirada de otra persona aun cuando no la estás viendo, y había jurado que en dos ocasiones cuando despertó asustada y sudando por sus constantes pesadillas, había visto un extraño humo negro saliendo por la ventana de sus aposentos, sabía que era una locura y que probablemente se debía a los nervios que le traía los malos sueños, pero desde entonces se aseguró de que la ventana estuviera bien cerrada antes de irse a la cama.- Su majestad, no puede seguir así. – Anne le sostuvo el largo cabello negro mientras la joven reina daba otra arcada. Definitivamente ese había sido su de
El hombre le cubrió la boca antes de que pudiera gritar, pero no contó con que Luana le mordiera la mano fuertemente y lo empezara golpear con todas sus fuerzas intentando zafarse. Un solo grito alertaría a los guardias, el hombre pareció sorprendido al principio, pero le resultó realmente fácil inmovilizarla.Fue entonces que Luana notó sus orejas puntiagudas, además de su fuerza extraordinaria, ningún humano habría logrado inmovilizarla de esa manera, claramente el intruso no lo era…Intentó registrar cada detalle de su rostro, por si lo necesitaba luego, y entonces palideció, se le cortó la respiración cuando vio que dé la espalda del hombre salían dos enormes y negras alas como las de un dragón.Luana sollozó en la cama y siguió moviéndose como loca para liberarse, pero el hombre no aflojó su agarre ni un poco.--Lo siento mucho, su majestad. No pretendía asustarla, aunque sabía que eso era imposible. – dijo en voz baja. – Me han enviado los herederos de Magreen, por favor no grite