Capítulo 33

Edmund no tuvo que decir mucho más para que Luana se pusiera en movimiento. Ambos corrieron como locos entre los árboles, la urgencia de él por llegar a la casa le indicó que algo muy malo estaba a punto de ocurrir.

Luana supo que no estaba soñando cuando sintió el roce helado de las almas a su alrededor. Fue como si un viento invernal rodeara el lugar y le cubriera la piel. Las voces susurrantes le retumbaban en los huesos.

– ¡No te detengas! - le gritó Edmund y la jaló del brazo cuando se dio cuenta que tenían acompañantes.

La oscuridad le impedía ver parte del camino y en un descuido su pie derecho se enredó en una raíz que sobresalía de la tierra. Luana cayó boca abajo en el suelo y sintió que su cara impactaba contra la tierra, pero el dolor pasó a segundo plano en un instante porque tuvo la sensación de que sus huesos se convirtieron en hielo.

No podía moverse, todo su cuerpo se había transformado en polvo, y a su alrededor se había formado una niebla espesa que le impedía ver
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