Capítulo 31

Carleena se marchó la mañana siguiente. Su despedida fue breve y consistió en una nota recordándole a Luana que siguiera haciendo algunos de los nuevos ejercicios mentales que le había enseñado.

No hubo ninguna señal de Edmund durante ese día.

Luana no se movió de la sala, se decía a sí misma que no lo estaba esperando, pero cada vez que escuchaba algún ruido extraño en el exterior se le aceleraba el pulso. Era ridículo. Ni siquiera sabía si el príncipe se había marchado junto a su hermana, tal vez tenía mejores cosas que hacer, obligaciones y todo eso…

Cuando anocheció tampoco había ninguna señal de su presencia.

Ella intentó dejar de pensar en él. En cómo sus ojos se oscurecieron al contarle lo que les había sucedido, en lo perturbado que pareció cuando le contó sobre el dios de la muerte.

A Luana se le puso la piel de gallina al recordarlo.

Ella no durmió esa noche y dudaba que pudiera hacerlo hoy, no solo por la cantidad de preguntas que ellos no habían respondido sobre toda la
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