No a la cocina

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¡Oh, un día más con mi almohada!

Abrí los ojos cuando el sol me dio en la cara y me froté los ojos para asegurarme de que mi esposo estaba junto a mí, pero al parecer se quedó trabajando como un día más de vida. Vi que mi marido no estaba conmigo. Todo lo que me quedaba eran las almohadas y la cama suave y ancha.

Solo me queda esperar que mi esposo amado no vaya a regresar con mal humor porque uno de sus socios no hizo lo que ordenó.

Tiré las cobijas, me levanté de la cama y corrí al baño, ¡quería hacer pis, pis! Mi vejiga casi reventaba y estaba segura de que iba a tener mucho dolor. Cuido mucho mi vejiga, lo raro que ultimadamente me han dado ganas de ir cada cinco a diez minutos al baño.

Terminé de orinar, luego me dirigí hacia el lavabo y me perdí un momento frente al espejo; mi rostro es un completo desastre, mis ojeras me dicen que debo dejar de estar pendiente en la hora de llegado de Leo, ya sea de noche o de madrugada. Antes de que saliera del baño me cepillé los dientes, t
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