La dama de hierro estaba en su despacho y recibió la visita de la recepcionista que trabajaba en la empresa dedicada a la captación de víctimas. El objetivo de la recepcionista era muy claro, ella quería destruir a Celene.

—Sabías que nadie puede entrar a esta oficina, al menos que traiga una información de mucho valor, al verme cara a cara estas destinada a ser vigilada día y noche —dijo la dama de hierro expandiendo sus ojos de color verde.

—¡Si mi señora!, lo sé.

—No te atrevas a mirarme a los ojos, dime lo que vienes a decirme y luego retírate.

—¡Entendido! —La recepcionista estaba temblando, se dio cuenta que se encontraba en un lugar peligroso y que si decía o hacia algo malo, podría desaparecer.

—Habla de una vez que no tengo mucho tiempo.

—Tenemos un problema con Celene.

—¡Celene! ¿Cómo te atreves a venir hablarme mal de tu superior? Celene es una mujer de mi entera confianza, espero que lo que me digas sea verdad, porque de lo contrario recibirás un castigo.

—Perdone, excelsa