Capítulo 3. Reglas extrañas

Madison  

Levanto mis manos para agarrar por completo mi cabello y atarlo en lo alto de mi cabeza, mis ojos leen detenidamente la carpeta que tengo sobre mi regazo. ¡Madre mía! ¡Con razón nadie le dura en el puesto de asistente! Son exigencias ridículas, pero...el sueldo es bastante bueno, un sueldo demasiado más que bueno, podría decir que están al nivel. ¿Y tú lo estarás Madison? Termino de colocar mi cabello castaño en un moño desbaratado en lo alto, levanto la carpeta, levanto mis piernas y hago un hueco con ellas, en medio meto la gruesa carpeta y comienzo a hojear, estoy que me parto de risa: "No discutir con el señor Burj."

― ¡Por favor!―alzo mis manos al cielo― ¡Es lo que se me da mejor!―regreso la mirada a la carpeta, puedo entender varias, pero otras...son estúpidas. "Estar a las 6 am, puntual en la silla frente al escritorio del señor Burj, con tableta y esperar en silencio hasta que pida que le lean la agenda del día" ― ¿Qué no puede leerla él mismo? Madison, paga para que le hagan hasta eso...

Gruño, sigo gruñendo en cada regla: "No llevar la falda arriba de la rodilla y blusa con botón al cuello y manga larga, depende del clima, manga 3/4" ¿Qué? ¿Es broma? ¿Hasta en mi vestimenta va a m****r "Sentarse sin cruzar la pierna" ¿Cómo hacerlo si la falda está en los talones? "Mantener vista en la tableta en todo momento" "Desayuno a las 8 am: Leer el menú y aprenderlo para recitarlo al señor Burj, el menú cambia semanalmente" "No hablar a menos que el señor Burj lo pida o estás despedida" Luego reviso el resto de las hojas, son como organizar las carpetas en orden alfabético, los números importantes, los restaurantes a dónde va almorzar entre otras muchisisisisisimas cosas más. No creo aprenderlo de aquí a las cinco de la mañana.

―Pero qué...―la puerta se escucha a mi espalda, debe de ser mi hermana. Me levanto y pongo la carpeta a un lado, la miro y casi se me cae la boca al suelo.―Ya me estaba preguntando por qué no has llegado...

Mi hermana carga con bolsas de compras, una mano en su hombro me muestra que carga una bolsa a su espalda. Empieza a dejar las cosas en los sillones de la sala. Arrugo mi entrecejo al mirar una sonrisa en sus labios.

―Listo, me han informado que el señor Burj te ha dado un mes de prueba, me han pasado una copia de lo que te tienes que aprender―se sienta en el sillón mientras comienza a sacar ropa de las bolsas―Y...el vestuario que exige como la nueva asistente personal...

―...si paso el mes de prueba―digo irritada, me hace señas de que me acerque y niego en silencio.―No tenías por qué gastar tu dinero en mí...―levanta su rostro entrecerrando sus ojos.

―Usé tu dinero de la cuenta que te han dejado nuestros abuelos y qué no has querido tocar―abro los ojos como platos y empezando a hervirme la sangre.

―¡No debiste tocar ningún peso de esa cuenta! Sabes lo que pienso de eso―me levanto del lugar y me cruzo al sillón dónde estaba sentada leyendo.

―Lo siento mucho, es un dinero que te pertenece y necesitas...aquí tienes el uniforme, compré cinco estilos de falda tipo lápiz, varias blusas con las que puedas combinar, tres juegos de zapatillas...además un poco del maquillaje que usas, estás bastante pálida últimamente, pediré un día de la próxima semana para hacerte el chequeo médico, necesitamos asegurarnos de...―levanto la mano para que no siga. Pongo los ojos en blanco y comienzo a pasar las hojas de la carpeta bruscamente para mostrarle lo cabreada que estoy.

―Luego. Tengo que aprenderme todo esto para mañana antes de las seis de la mañana, Oyes...―la miro detenidamente.―Juro que creí que cuando hablabas del señor Burj, tenía en mi cabeza que era un viejo egocéntrico y rabo verde...

Mi hermana sonríe y arquea una ceja.

―Te lo dije en una de tantas llamadas, todas las mujeres de la empresa babean por él, pero así como está de atractivo, es una persona fría, calculadora, despiadada, obsesivo con el control y las reglas...

Levanto la carpeta que está sobre mis piernas.

―Eso está claro. ¿Pero por qué tantas reglas tan ridículas? ¿En qué siglo estamos cuándo dice que no debo de caminar a la par con él? Siempre detrás de él, luego está esa...―bajo la mirada y busco la página―Aquí... "Memorizar cada pariente, circulo amistades, personal de seguridad y doméstico" ―levanto la mirada a mi hermana y no veo nada de broma o burla.

―¿Y? Bueno el señor Burj es muy hermético, apenas uno sabe quién es quién en su personal de seguridad, muchas peleaban por estar más cerca del señor Burj y amarrarlo, pero nadie pasa...del segundo día. Así que más vale que te aprendas todo eso, no quiero que digan que ni mi hermana no pudo cargar con el puesto.

Se levanta y sale de la sala antes de que diga algo, ¿Cómo hacerlo al estar sorprendida por sus palabras?

―No puedo creer que te importe más lo que dirán si el señor Burj me saca en menos de mi mes de prueba…―murmuro irritada. Luego levanto la mirada a todas las bolsas de compras. El solo pensar que ha usado el dinero de esa cuenta que hicieron los abuelos. Y es curioso, ya que no nos hablan. Y todo esto tiene historia, los padres de nuestra madre no aprobaban su relación con nuestro padre, ellos decidieron vivir su amor sin importar lo que los demás dijeran, -yo les aplaudo, todos tenemos derecho de amar en esta vida- así que decidieron casarse, mi padre solo tenía una hermana quien fue testigo de su gran amor, entonces, pasaron dos años de casados y vino mi hermana, a los tres años después llegué yo, teníamos todo, amor, salud y economía. Y un día, cuando cumplía años, recibimos la mala noticia que nuestros padres habían sido embestidos por un auto, murieron al instante, cuando ellos de último momento decidieron ir por un pastel para celebrar juntos en familia.

Cierro los ojos, las lágrimas amenazan con salir, pero niego. ¿En qué momento entran nuestros abuelos maternos? En ningún momento, prefirieron que nosotras quedáramos al cuidado de tía, Eliza, la única hermana de nuestro padre, quién no tenía familia propia ni esposo, trabajaba arduamente en dos empleos para sacarnos adelante como si fuésemos esas hijas que nunca pudo tener, y quien literalmente me crio, fue mi hermana y nuestra tía quien falleció cuando cumplí 17 años y mi hermana se terminó de hacer cargo de ambas.

― ¿Tienes todo listo? ―mi hermana me saca de mis pensamientos. Asiento sin mirarla, finjo que estoy leyendo la carpeta, después en silencio, me retiro a mi habitación para concentrarme en las reglas del señor Burj.

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