Mala Palabra Nuestro Amor.
Mala Palabra Nuestro Amor.
Por: Queen Red.
Inicio.

Eran las doce del mediodía y se dirigía a la Universidad Falls Paradise, una de las joyas académicas de Londres, a la que pocos tenían el privilegio de acceder. Caminaba entre sus compañeros de estudios mientras la voz aguda de Esteban Kalls resonaba alegremente, compartiendo las experiencias de su fin de semana en la casa de unos amigos, acompañado por sus padres. Las anécdotas fluían y las risas se desencadenaban, tejidas en torno a las vivencias que Esteban relataba con entusiasmo. 

El chico más alto luego narró cómo pasó su semana en casa de su mejor amigo, trabajando en tareas domésticas para financiar sus estudios y aprovechando cada momento libre para compartir con él, un vínculo que consideraba fraternal. Sin embargo, la entrada a la universidad marcó el inicio de una separación inevitable, ya que cada uno tomó rumbos académicos distintos.  

Despidiéndose momentáneamente, se detuvo justo antes de entrar al aula para su primera clase del día. Una voz estridente, aún más discordante que la de Esteban, le hizo girar su cabeza a lo largo del pasillo. Reconoció al instante esa aguda voz que contrastaba llamativamente con su apariencia exterior, especialmente con sus ojos castaños. 

— ¡Hermano! —bramó mientras corría hacia el más alto, llamándole así desde que tenía uso de razón y siendo mejores amigos desde hace muchos años. El de ojos castaños casi tropezó al llegar a él, pero logró mantener el equilibrio y continuó hablando—. Te he estado buscando durante un buen rato. 

  

—Te pido disculpas, pero acabo de llegar. Estuve en la casa de tu padre por unas horas para ayudar con el viñedo. No pensé que estarías tan temprano en la universidad hoy —le decía mientras caminaban juntos hacia su casillero. Al ver que su amigo estaba luchando un poco con sus libros, decidió acompañarlo, y el de ojos castaños abrió su casillero, dejando allí solo los libros que necesitaba. Cerró el casillero y el más alto volvió a hablar—. ¿Por qué todavía estás en el pasillo? ¿No deberías estar en clase de música en este momento? 

El de ojos castaños suspiró ligeramente para recuperar el aliento después de haber corrido para encontrar a su amigo. Luego retomó la conversación. 

—Estaba en camino hacia tu condominio para encontrarte, pero me dijeron que ya habías llegado a la universidad. En fin, lo que quería decir es que tengo algo que contarte, hermano. —una sonrisa hermosa se dibujó en su rostro, pareciendo más brillante que el sol de la tarde que recién comenzaba. 

El más alto lo observó detenidamente antes de apartar la mirada y hablar nuevamente. 

  

—Le pedí a tu padre que te dijera que vendría aquí antes que tú, pero parece que se le olvidó —informó—. Por otro lado... — suspiró—, creo que sé a qué se debe todo esto, o, mejor dicho, a qué se debe esa sonrisa radiante en tu rostro que parece más brillante que el sol —volvió a girar sus ojos gatunos antes de continuar caminando junto a su mejor amigo de ojos castaños. 

—Tal vez, o, mejor dicho, para ser honesto, tienes razón, hermano. ¡Te lo aseguro! ¡En serio! —lo abrazó efusivamente como siempre lo hacía, incluso dando una vuelta mientras los dos seguían en el pasillo. Sorprendentemente, logró abrazarlo sin dejar caer los pocos libros que tenía en una mano. El más alto soltó una risa, y el otro lo soltó, mirándolo a los ojos sin perder su sonrisa—. No lo vas a creer, en serio, estoy asombrado, pero no del todo. 

—Vamos, suelta de una vez lo que quieres decir. Parece que estás a punto de explotar por soltarlo.

—Bien, ¿estás listo? —Le preguntó como si fuera un niño pequeño, y el otro rio ligeramente.

—Listo, ya sabes, dilo de una vez. —Respondió, incitándolo. 

—Bueno... lo que tengo que decir es que... ¡Katherina finalmente es mi novia, Min! —Exclamó con una sonrisa aún más amplia. Tal vez ese gesto no le permitió notar que la risa y la sonrisa del contrario se desvanecieron como la espuma en una bañera de jabón fino. Un jabón que, de no ser por su mejor amigo en su vida, no tendría el lujo de usar, un jabón del que ahora la espuma se disipaba como su sonrisa. 

  

El más alto carraspeó, se rascó ligeramente el puente de la nariz y volvió a hablar. 

  

—Bueno, Tony, hermano, entonces te felicito. Felicidades por eso. —Fingió una sonrisa que el otro, en su felicidad, no percibió. —Te lo mereces, has luchado bastante para tener a la chica más popular de la universidad contigo. 

  

—¡Muchas gracias! No sabes cuánto me alegra. No puedo creer que finalmente haya aceptado estar conmigo. En serio, gracias por tus felicitaciones. —Le dijo sin dejar de sonreír, y el otro mantuvo su sonrisa fingida. Min, suspiró levemente y continuó hablando. 

  

—De nada, Tony. Yo sabía, como otros también, especialmente tu padre, que lo lograrías. Siempre has querido estar con Katherina... 

—Sí, todo esto es demasiado perfecto, tan perfecto como ella misma. —Suspiró, como si su vida dependiera de ello. Luego, mirándolo a los ojos, continuó. —Min, quiero que hables con ella. —Dijo de repente, y el otro lo miró a los ojos. 

  

—¿Yo? —Preguntó frunciendo el ceño y señalándose el pecho. —¿Por qué yo? Ya la he visto muchas veces, en la universidad y en tu casa, Tony. 

  

—Lo sé, Min. Pero también sé, mejor que nadie, que no te agrada, y por eso quiero que tengan una buena relación. Quiero que hablen un poco más, que se lleven mejor, que al menos intenten ser amigos o llevarse bien, más aún ahora que es mi novia. —Le explicó y le pidió, estando frente a él en el pasillo, cerca de su aula, a punto de comenzar la primera clase del día. 

  

El más alto mordió su mejilla por dentro, luego negó y habló. 

  

—Tony, no creo que sea buena idea hacer eso, no creo que sea lo adecuado. No parece una buena idea, y tú eres el experto en dar o sugerir buenas ideas, Tony. —Dijo, desviando su mirada con fastidio y algo de molestia. No quería hacerlo, realmente no quería. —Es mejor evitar problemas, Tony. 

  

—Min, amigo, vamos, hazlo por mí, por favor. Solo inténtalo, ¿sí? —Le pidió, tomando su muñeca delgada y pálida, impidiendo que entrara al aula. —Vamos, Min, por tu amigo. 

—Tony, sabes muy bien que no me agrada ella. Simplemente, no me cae bien y no puedo hacerlo si no me nace. Evitemos problemas o algo así, Tony. 

  

—Haz un esfuerzo, por favor, no te cuesta tanto. Solo quiero que se lleven bien, que lo intentes al menos por mí, ¿sí? —Le pidió mirándolo a los ojos y luego miró hacia un costado, con una sonrisa obvia. —Ahí viene Katherina, por favor, trátala bien e intenta llevarte bien con ella, al menos por mí. —Terminó apresuradamente y guardó silencio. 

 

— ¿¡Qué!?, ¿Cómo? Tony, espera, yo no puedo... Hacer... — No pudo seguir con lo que decía, ya que una voz fina, pero a la vez profunda y delicada se hizo oír en medio de la conversación. Era nada más ni nada menos que la voz de Katherina Flowers Holland, la chica  de piel aceitunada, ojos lapislázuli y una sonrisa patentada. 

Lo que faltaba....

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