Nicole

Caminando con determinación hacia la sala, noto la presencia de varios aliados de Mateo. A mi lado, Silvano, el hombre de confianza, me acompaña. Siento las miradas enfocadas en mi pequeño estómago, pero mantengo la mirada alta, altiva, como si nadie tuviera el derecho de cuestionarme. La tensión en el ambiente es intenso mientras avanzo hacia el epicentro de la reunión, consciente de que mi presencia no pasa desapercibida.

A medida que avanzo por la sala, me percato de que la mayoría de las personas reunidas son hombres, con trajes elegantes y expresiones serias. La atmósfera se torna aún más intensa al notar cómo las conversaciones se desvanecen en susurros al paso de mi camino.

Silvano permanece a mi lado, una presencia reconfortante en medio de la tensión. Siento la necesidad de afirmar mi posición en este mundo dominado por hombres, así que enderezo mi espalda, consciente de la importancia de este momento.

Las miradas persistentes no me intimidan; más bien, las utilizo co