Por Franco
Llegué a la casa de mis padres, mi papá estaba mirando un partido de fútbol por tv, mi mamá estaba en la cocina, terminando de cocinar, Dante no estaba a la vista, pero cuándo me escuchó, bajó las escaleras con una sonrisa.
-¿Te alcanzaron?
Me pregunta, sarcástico, porque esa mañana me había comprado dos docenas de preservativos.
-¿Qué cosa? Pregunta mi mamá asomándose desde la cocina.
No sé cómo lo hace, pero siempre escucha todo, aunque estemos relativamente lejos, mi papá, espera para integrarse a la conversación a que sea el entretiempo del partido que está viendo.
-Nada, nada.
No puedo decirle que me quedé sin preservativos y mi hermano me fue a comprar.
-Claro, nada.
Dice Dante, riéndose.
Mi padre sonríe, la cazó en el aire.
-¿Quién es?
Pregunta directamente.
Lo miro, serio, no es que me esconda, porque soy un hombre, hace mucho que vivo solo y no doy explicaciones, aunque esto es distinto, es mi novia, ja, qué palabra de chiquillos.
Dante se mueve inquieto, se muere