Irremediablemente
Irremediablemente
Por: Roxana Rodríguez
La vida desde dos ángulos

Sería ingrato decir que Mary Wellesley, duquesa de Wellington,  era fría y antipática después de haber pasado tanto sufrimiento en la vida. Sentada en el ventanal de su casa, ubicada en el centro de Londres, en el año 1845, donde la vida era muy complicada, estaba ella pensando, cómo haría, para desenrollar el problema en el cual se había inmiscuido inevitablemente. Sus padres habían muerto dos años atrás en medio de un trágico accidente, dejándola sola y sin ningún apoyo que no fuese ella. Al pasar todas las cuestiones cruciales bajo sus manos, se percató de que hacía tiempo estaban en deudas enormes con lo cual temía, no podía pagar. Esto la había dejado perpleja puesto que estas deudas eran las consecuencias de los juegos y las apuestas sin recompensas de su amado padre, lord Nicholas Wellesley, duque de Wellington. Nunca lo creyó capaz de eso, le tenía mucho amor y pensaba que era el hombre más honorable de toda Inglaterra, comparado con otros lores de la cámara, los cuales, no eran buenas compañías en ningún aspecto.

Pues estaba asustada y no veía respuestas por ningún lugar, la única manera de poder salvar su economía era casándose con algún noble, que tuviese una buena fortuna, pero a pesar de contemplar esta idea, ella ya no tenía la edad para aspirar a esa solución. Con veinte y cinco años, las mujeres ,ya se convertían automáticamente en las solteronas que nadie quería y a las cuales todos les tenían lástima. Ella estaba dentro de ese grupo y nadie iba a considerarla.

Así, sin fuerzas, caminó hacia su sillón y se sentó con un suspiro. Si solo las cosas fuesen distintas y ella no hubiese sido tan difícil de seducir por hombre alguno, pensó, pero siempre había encontrado algún defecto despreciable en todo caballero que quisiese cortejarla.

En ese momento interrumpieron sus pensamientos con un sutil toque a la puerta. "Disculpe la molestia milady pero, aquí hay un caballero que desea verla" Wilfred, su mayordomo desde que ella tenía uso de razón. De metro sesenta, piel blanca, ojos castaños claros, pelo gris y de facciones refinadas. Vestía una librea, de color negro y todo en él denotaba perfección. Ella sorprendida de tan inesperada visita le preguntó "¿sabe su nombre?"

"Dice llamarse Charles Emerson, un abogado amigo de su padre."

"Dígale que puede pasar"

El mayordomo se retiró en busca del abogado al cual cinco minutos después condujo dentro de la biblioteca. Charles la observó por unos instantes y le hizo una reverencia "Milady, es un gusto verla y poder hablar con usted después de tantos años. Yo fui muy amigo de su padre cuando usted todavía era una niña. Siempre mantuvimos una amistad muy estrecha" Era un hombre agraciado de unos cincuenta y un años, vestido de traje negro y con un maletín de cuero en su mano izquierda. Su pelo contrastaba entre gris y negro y sus ojos de un color azul la miraban con una extraña empatía.

Invitándolo a sentarse le contestó "Para mi es un placer recibirlo aquí." Aquella era una visita inesperada pero ella siempre supo comportarse en cualquier situación. Desde niña sus padres le inculcaron una estricta educación. "¿A qué debo el honor de su visita?" preguntó inquieta.

"Pues bueno, yo vengo para ayudarla a encontrar una solución a sus problemas duquesa."  Ella lo miró sorprendida "Pues no sé en qué usted pueda ayudarme realmente."

"Yo sabía en qué situación estaba su padre cuando murió y bueno se que ya, en estos momentos, debe de estar en una posición bastante difícil para usted."   Ella suspiró "Puede que tenga razón pero, por qué le interesa mi situación?"  Él se acercó más a su escritorio "La única solución es buscar algún hombre que pueda desposarla y ayudarla a salvar su crítica condición."

Ella comenzó a reír "Si eso también lo creo. Pero a mi edad créame que ya no puedo contemplar esa vía. Todos me consideran desdichada y en el momento que tuve oportunidad no la aproveché... A parte, no veo razones sinceras por el cual usted me quiera ayudar ahora y no se haya presentado antes." dijo mirándolo con intriga.

"Discúlpeme, se que le puede costar creer tan semejante acto pero no pude con tanto dolor y no sabía además como usted me podría recibir si en aquel entonces hubiese conocido mis intenciones."

Mary agregó con escepticismo "¿ Qué tipo de intenciones lord Emerson?"

"No se preocupe porque haya candidato para esto. Yo tengo un pariente lejano que es conde y bueno, tiene muy buena fortuna. Ya conversé con él y me dijo que estaba dispuesto a aceptar el favor que le pedía."

Ella se quedó muda ante tal afirmación "¿Cómo que hay un candidato? Pero usted hizo eso sin mi autorización!!"

Charles rápidamente le contestó para tranquilizarla. "No milady, ahora es que le estoy ofreciendo este acuerdo, no hay decisiones tomadas todavía. Por eso le pregunto si acepta, para que él pueda cortejarla lo más rápido posible, así las cosas pueden resolverse en poco tiempo."

Ella se quedó pensativa tratando de poner sus ideas en orden. No podía creer que tendría que terminar así, casada con un hombre por conveniencia y no por amor. Siempre había creído que ella tendría un matrimonio lleno de amor y no de un arreglo apresurado con un total desconocido. Tomó un suspiro lento "Déjeme pensarlo por un tiempo y le daré una respuesta. Tengo que asegurarme de que eso va a ser lo mejor para mi. Le avisaré en cuanto tenga mi decisión."

El abogado sonrió satisfecho "Muy bien pensado milady, hoy mismo le informaré a lord Christopher Ainsworth, conde de Wimilton y no se preocupe, cuando usted esté lista, él vendrá a verla sin falta."

Mary se levantó haciendo que él hiciese lo mismo. "Muy bien, vaya a su cometido entonces. Ahora si me disculpa, necesito hacer otras labores que requieren mi atención. Muchas gracias por su preocupación. Espero que nos encontremos pronto."

Charles hizo una reverencia "Así será entonces, que pase un buen día, duquesa Wellington."

Después de ese encuentro decidió caminar un rato por el jardín. Necesitaba despejar su cabeza y poner sus pensamientos en orden. Su vida iba a cambiar a partir de ahora. No le gustaba la idea de tener que casarse con un desconocido pero no podía hacer más nada. Mientras observaba a las delicadas flores que le regalaban su aroma suave y perfumado, Mary pensaba ¡Por dios su vida se iba a transformar en un infierno! Es que la mala suerte la acompañaba a donde sea que ella fuese. "Seguro debe de ser un hombre viejo y lleno de arrugas..." pensaba para sí misma resignandose a la inevitable realidad.

Por la tarde Mary regresaba a la casa por el sendero que conectaba del jardín a la entrada de la mansión. Con un vestido color turquesa, bien sencillo con algunos lazos, su sombrilla y sus delicados guantes. Su cabellera era rizada y de color negro azabache, el cual, contrastaba con sus ojos azules y le confería un porte de angel inocente. Muchos hombres habían puesto su interés en ella pero nunca sintió nada por ninguno de aquellos cuerpos sin ningún tipo de encanto ni de inteligencia. Era muy complicada y ahora temía pasar el resto de su vida como las señoras de la sociedad el cual solo veían a su esposo para decirle buenos días, engendrar sus hijos y después encontrar un amante para llenar el vacío. Iba a terminar igual.

Al llegar a la mansión vió que el mayordomo la aguardaba con cierto interés y un poco de nerviosísimo   "Mi señora, disculpe que me inmiscuya en sus asuntos pero no puedo más que regocijarme por usted. Si acepta el acuerdo al fin va a casarse y ser feliz como su padre siempre quiso" Ella lo miró con ternura. Wilfred se había encargado y preocupado por ella siempre; mucho más después de la muerte de sus padres. Era lo más cercano a la paternidad que tenía.   "Quizás sí, pero en estos momentos no creo que sea de esa forma Wilfred. De todas formas muchas gracias."

Hizo el ademán de seguir su camino cuando él le retuvo diciéndole "Pero también hay otra cosa y eso creo que quizás no le guste."   Ella lo miró con curiosidad   "Me puede decir qué pasa por favor?"

"Aquí la está esperando un caballero que dice llamarse Christopher Ainsworth y se encuentra en el salón de reuniones milady"

Ella se quedó petrificada y todos sus sentidos se pusieron alerta. ¿Cómo iba a ser posible que ese hombre estuviera en su casa cuando ni siquiera se había presentado antes y mucho menos esperar que ella aceptara el acuerdo? "Quizás ese viejo esté tan desesperado por desposarme que ya no puede aguantar la espera ??!! "Pensó con repugnancia "¿Pero qué piensa ese engreído? ¿Que puede perturbar a una dama de esa forma??!! "

"Si quiere le comunico que está indispuesta y no desea recibir visitas. Así se ahorra la molestia, milady"

Ella suspiró lentamente y retomó su camino para encarar a aquel sujeto dejando su sombrilla a Wilfred. Al llegar al saloncito de reuniones se quedó petrificada cuando vió a un hombre joven quizás de unos veinte y nueve años. "¿Dónde estaba aquel viejo repugnante que ella se había imaginado?" De pelo castaño oscuro, ojos verdes, alto y fuerte como un roble y el rostro más apuesto que hubiese tenido la desgracia de conocer. Vestido de traje elegante gris y negro lo observó como se levantó y le hizo una reverencia  "Milady, es un placer para mí poder conocerla y poder disponer de su compañía. Mi nombre es Christopher Ainsworth, conde de Wimilton"

Se quedó sin decir nada. No podía, tenía un nudo en la garganta y su mente había dejado de funcionar. Agregó el hombre "Espero que mi repentina visita no la haya perturbado"  Mary se acercó y le hizo un ademán para sentarse y lo miró contemplar el salón muy detenidamente. "Cada rasgo era perfecto por dios!!!!!, ¿cómo podía existir un hombre como aquel en la faz de la tierra?" "Yo esperaba que lord Emerson le hubiese especificado que necesitaba un tiempo para poder pensar detenidamente las cosas"

Él le sonrió y con voz suave pero profunda le respondió "Si, sé que he obrado mal en venir así de esta forma, pero creo justo poder conocer a mi futura esposa antes de dar cualquier paso" Las manos de Mary empezaron a sudar y su corazón se aceleraba solo con oír la palabra esposa de sus labios "Veo que para usted eso ya es un hecho" Christopher sonrió "Siempre he sido muy optimista y positivo en todas mis decisiones"

"Una dama siempre debe de disponer de más tiempo para poder organizar su vida al nuevo cambio"

"Sé que las mujeres de sociedad siempre necesitan tiempo pero perdone que le repliqué me parece un malgasto innecesario. Ambos sabemos que no dispone de muchas soluciones o por lo menos eso fue lo que me había comentado Charles"

Ella lo miró sorprendida. A parte de apuesto era un arrogante. Un arrogante en toda regla. Su disgusto comenzaba a aparecer y su espíritu retador se despertaba. "Quizás piense que es innecesario porque ustedes no nos entienden. Pero como le había comentado antes, necesito tiempo, debo solucionar muchas cosas primero" A ella le pareció que él lo estaba disfrutando a las mil maravillas!!!!¡por dios!!!!! Si continuaba así lo iba a echar de su casa.  "Me encanta su perseverancia, es una mujer muy decidida. Creo que puedo vivir con eso" Le dijo en tono burlón. Mary lo miró más seria esta vez. "¿A qué se refiere con que puede vivir con eso?"

Él la observó detenidamente y se acomodó para explicarle "Pensé que mi futura compañera iba a ser una persona neutra, sin ningún atisbo de inteligencia y no agraciada pero veo que con usted no voy a malgastar mi tiempo"

"¡Perdóneme mi imprudencia pero usted es un arrogante!" se levantó exasperada y Christopher hizo lo mismo para retenerla. " Pido que me perdone milady pero, quisiera tener la certeza de que este acuerdo está ya arreglado. Para así tener la seguridad de que después no desprecie esta unión y vaya a rechazarme"

Lo miró con intriga y vio con disgusto la mano que él le tenía atrapada para no dejarla ir. "¡Usted no puede empujarme a decidir así tan deprisa!" dijo con enojo. Christopher se acercó peligrosamente más al rostro de ella. "Vamos, no sea tan testaruda, usted no tiene otro camino que no sea éste. Me atrevo a decir que soy su única salida. ¿O no es así?"

Se quedó muda sin poder decir ni una palabra. Esa verdad sobresalía, emanaba de su mirada, una verdad como un templo. Estaba acorralada, sin poder hacer más nada y él lo sabía. La estaba presionando para tomar una decisión que solo tenía una respuesta. Estar cerca de un hombre la ponía nerviosa. Las veces que había estado cerca de un hombre era cuando su padre le dedicaba tiempo para estudiar y ayudarle a resolver acertijos con sus juguetes. Nunca había estado tan cerca de ningún ejemplar masculino y de ninguna forma delante de uno como aquel pretencioso arrogante!!

En aquel tiempo las niñas, las adolescentes y las mujeres solteras vivían con mucho pudor hasta su casamiento. Mary nunca había querido asistir a ningún baile, ella tenía más interés en cuidar de su jardín que desde niña había cultivado, a estar delante de los hombres como en una exposición esperando a que alguno se dignara a desposarla.

Ella se le quedó mirando y le dijo con la batalla perdida  "Si eso es lo que desea saber pues bien le contestare su pregunta... mi respuesta es que si! acepto! Como usted bien sabe, no tengo otra salida a mis problemas económicos"  Él la miró triunfante y se quedaron cerca el uno del otro en un total silencio. Incómoda por tan cercana proximidad le comentó  "Ahora sí me disculpa, quisiera que retirara su mano de mi brazo y si no le es mucha molestia que también se retirara de mi casa por favor"

Él le sonrió pero sin soltarla le respondió acercándose más todavía "Ahora que inevitablemente va a ser mi esposa, quiero una prueba para sellar nuestro pacto"

Mary se sorprendió por tan semejante petición. No sabía a lo que se estaba refiriendo, quizás unos caballos nuevos o quizás algún regalo más caro? No estaba en condiciones de hacer ningún presente tan caro. Él mirando la confusión en sus ojos se acercó completamente a ella, la tomó por la cintura acercándola a él, le colocó una mano en su nuca y acercó sus labios a los de ella.

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