Sin derecho

Una vez que llegaron a la mansión, ambos adultos bajaron por lados opuestos del auto.

—Deberías haber esperado a que te abriera la puerta —dijo el príncipe Nolan.

—Eso no es necesario —respondió Paola con una sonrisa.

—¿Te gustaría beber algo antes de patinar? —preguntó él.

—No me quedaré mucho tiempo. Vamos directo a patinar —respondió Paola, y él asintió.

—Está bien, espera un momento —dijo Nolan mientras entraba a la mansión.

Regresó vestido con un pantalón y una camisa ajustados que resaltaban su figura, sosteniendo un par de patines.

—No podía patinar con un cordón —bromeó, riendo.

—Cierto —dijo Paola, divertida.

Nolan se colocó los patines, patinó una distancia y luego regresó patinando hacia atrás, con gracia y confianza. Paola lo observó encantada mientras lo hacía.

—Ahora es tu turno —dijo él, señalando los patines que estaban en el suelo.

—¿Y si me caigo? —preguntó Paola, preocupada.

Nolan se inclinó para ayudarla a ponerse los patines, mientras Paola apoyaba ambas manos en
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