No puedo parar de reír.
Andrey se ve muy gracioso con esa licra pegada a sus gruesas piernas, así que durante tres minutos antes de que entráramos al salón de yoga, estaba riendo a mares como una foca retrasada.
- Creí que era yoga para parejas.. - frunce el ceño y su expresión es digna de admirar.
- Los cupos ya estaban llenos, suerte que me aceptaron traerte conmigo - me contengo de nuevo en no reir.
- No es gracioso, todas esas mujeres me ven extraño.
- Ay no es para tanto - le doy mi bolso y camino como si fuese un pingüino-. Iré al baño un momento.