Capítulo 127
Magdalena buscaba a David mientras lo llamaba por teléfono, pero nadie respondía.

¿Qué estaba pasando? ¿Acaso se habría equivocado?

Pero ese hombre con bata blanca se parecía exactamente a David.

Mientras tanto, en la sala de tratamiento del área de emergencias, Magnolia descansaba en la cama. Quizás porque el susto la había hecho sudar mucho, ahora se sentía mucho mejor.

—¿Magnolia, puedes decirme qué está pasando?

Magnolia apenas tomaba un sorbo del vaso de agua cuando vio a David entrar desde afuera, y de repente se atragantó.

David, sin más ganas de preguntar, se acercó y le dio palmaditas en la espalda. —Cuidado. Voy a traerte más agua.

Magnolia tosió nerviosamente, luego levantó la cabeza y lo miró fingiendo debilidad. Sus hermosos ojos mostraban un destello de lágrimas, dándole un aspecto inocente.

Cuando David vio esta expresión, la furia que lo llenaba se disipó en un instante, dejando sólo compasión.

Suspiró, acercó una silla y se sentó antes de hablar con seriedad: —Magnolia
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