UNA NOCHE DE ESPEJISMOS
Amaba demasiado a este hombre, tanto que dolían tan solo respirar, solo con una de sus caricias, y mi cuerpo le correspondía con devoción. Esa noche habíamos hecho el amor no solo como dos salvajes, lo hicimos lentamente observándonos y disfrutando del placer que sentía nuestros cuerpos, podía oír sus gruñidos y murmullos llenos de perversión, y él podía oír perfectamente mis gemidos, aunque la oscuridad de la noche no nos dejara vernos solo con sentirnos era suficiente. Nikolay se irguió para verme desde arriba, reteniéndome bajo su cuerpo, su respiración era rápida y sofocada, lo sentía dentro de mí, pero había