Daño colateral
Daño colateral
Por: Maggie Coelho
Prefacio

Dame un pedazo de cielo y yo te lo transformaré en un trozo de infierno. Eso me decía su mirada. Pero a pesar de ello, caminé del brazo de mi padre hasta el altar.

Una vez a su lado. Cerré los ojos al sentir sus manos colocarse en mi espalda de manera protectora. Y esperé con paciencia sus labios posarse encima de los míos. Tantos sentimientos nuevos y algunos viejos. Un amor intenso que ardía con todo, como un jodido infierno. Eso es lo que tenía Terrance. Un amor profundo, fuerte, intenso y abrasador. Una manera de transmitir su amor de manera peculiar.

A pesar de ser un bipolar a veces, malhumorado, violento y gruñón, alcohólico…Y muchas cosas más. Él me amaba de verdad, de esa manera que solo él podía amar. Siempre me lo ha demostrado. Siempre ha estado a mi lado. Siempre me ha brindado su amor incondicional.

Siempre hemos estado juntos. Siempre. Nunca, nunca, nunca, me separaré de él. Y él menos de mi. Puede parecer algo loco, pero… ¿Qué es el amor sin locura?

—Te amo. Te amo, Phoebe, nunca, nunca te decepcionará, porque decepcionarte sería como decepcionarme a mí mismo. Eres lo mejor que me ha pasado en esta vida.—Sonríe de oreja a oreja provocando que hasta me llegue a olvidar mi nombre. Así era Terrance. Tan adorable. Tan fiel. Tan…Auténtico.

—Yo también te amo. — Susurro volviendo a unir nuestros labios en un enorme beso lleno de sentimientos.

Los invitados se levantan contentos, silbando, gritando, y aplaudiendo. Mientras Terrance se limitaba a observarme detenidamente, tanto, que no tardó en sonrojarme.

—¿Qué haces?—Preguntó.

—Parece mentira, Phoebe…Parece que no me conozcas. Mi mayor pasatiempo es observar a la creación más perfecta de este planeta, tú.—Y ahora es el quien me une a su cuerpo una vez más para rodearme con sus brazos y disponerse a besarme con tranquilidad, dulzura y calma.

—Te amo, Terrance.

De verdad lo hacía con cada parte de mi ser, este hombre se había convertido en todo para mi y no podría simplemente esconderlo de ninguna manera posible. Era simplemente mágico e inigualable. Nada podía compararse al amor que siento por este hombre.

» » Tres meses más tarde.

—Cariño, ya estoy en casa —declaré con una sonrisa cansada, dejando caer mi cuerpo encima del sofá con pesadez, estaba muy cansada.

No obtuve respuesta.

Y eso no hizo más que alarmarme.

Terrance debía de estar en casa.

Me lo prometió.

Después de la boda, me dijo que lo abandonaría todo; toda su m*****a basura, el boxeo, el alcohol…Todo.

No podría hacerme esto a mi, y menos hoy.

Hoy, que le iba a contar que estaba embarazada de él.

Que estábamos esperando un hijo…No podía hacernos esto…No.

Podía soportar cualquier cosa excepto que me fallara de esta manera después de haberme prometido lo contrario.

«Phoebe, tranquila, quizás no este en casa…Eso es todo, habrá salido a buscar trabajo.» 

Me obligo a pensar mientras paso una mano por mi pelo con nerviosismo, sabiendo que habían altas probabilidades de que no fuera asi y que mi pesadilla fuera algo mucho más real.

Pero la angustia puede conmigo.

Busco mi móvil con desesperación.

Intento marcar su número pero el pulso me falla.

Dios mío…

Me levanto bruscamente del sofá y corro hacia el garaje, arranco el viejo audi negro y voy en dirección del antro donde solía asistir Terrance. Ese maldito antro.

Y ojalá no hubiera decidido ir.

Ojalá.

Al llegar a ese especie de gimnasio mi corazón deja de latir.

Terrance estaba en el ring, sangrando por cada milímetro de piel, su pelo estaba alborotado, y sus ojos estaban morados.

Pero aún así seguía luchando con todas sus fuerzas. Y entonces me di cuenta de que Terrance simplemente era así.

Sentí una punzada de dolor en el pecho. Él me había prometido con sus propias palabras que dejaría esta vida. Pero…Aquí estaba.

Y entonces entre los gritos de la multitud, y los gritos del arbitro, Terrance consigue levantarse con una fuerza mágica. Derriba a su contrincante de un golpe. Quien le dobla de peso, altura y todo. Pero lo consigue, no puedo evitar sentir admiración ante tan noble hazaña después de todo, estaba hecho para esto.

Entonces en medio del ring, aparece el arbitro, declarando a Terrance ganador.

No me ve, yo en cambio sí.

Una chica con unos shorts y un crop top negro, salta a sus brazos, atando sus esbeltas piernas a la cintura de mi Terrance , besándolo como si no hubiera mañana.

Y él no se resiste.

Él…

No…

Se…

Resiste…

Y esa imagen fue la última que pude soportar antes de que me dieran arcadas, y saliera corriendo de ese sitio con el corazón hecho a trizas. Sabía que nada bueno saldría de ese sitio, pero aún así fui, porque iría hasta el infierno por Terrance Black.

No podía creerme lo que mis ojos habían presenciado, no podía creerme lo que segundos antes había visto sin poder decir palabra, sin poder llorar o gritarle.

No lloré.

¿Para que?

Tan solo fui a casa reuniendo toda la energía que pude sacar de mis entrañas. No podía simplemente lidiar con esta realidad.

Terrance y yo pronto seríamos extraños. Me dejó ir y yo ya no quería pensar en él, no quería aguantar ese dolor tan pesado en mi corazón.

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