Castigando a mi jefe
Castigando a mi jefe
Por: Danna Torres
#1

Levantarme temprano no era para nada difícil, sobre todo cuando era Theo Ferrey quien me lo pedía, mi apuesto jefe con el que ya llevaba una relación de meses, nadie lo sabía más que él, mi mejor amiga y yo, me negaba a creer que para el solo fuera sexo, como solía decir mi mejor amiga Gianni, estaba tan emocionada, ese día cumplíamos 8 meses de nuestro amorío, del cual nadie sabía en las oficinas, no era más que su simple secretaria, pero estaba segura de que esa tarde se me declararía, se cumpliría mi deseo de ser la novia oficial de mi guapo Portugués, mi amiga se daría cuenta de que era más que la secretaria que él usaba para satisfacer sus deseos sexuales como ella siempre lo decía.

«Le va a encantar esta lencería que he comprado para celebrar nuestros 8 meses juntos» pensé mientras me la ponía.

Me había tomado toda la mañana para ponerme linda, aunque no era mucho lo que me hacía, mi apariencia no era muy atractiva, pero Theo me había dicho que era lo que le gustaba de mí, era extraño que quisiera verme en su oficina, si estaba planeando declarárseme, eso era lo que me había dado a entender con el anillo que por accidente había encontrado en su oficina, solo recordarlo me hacía poner nerviosa.

—¡Finalmente, te casas Tiana! —me repetí una y otra vez.

Había llegado el momento, debía de dejar de fantasear, pronto sería una realidad, me puse un poco más de labial y salí de mi apartamento.

—¡Caray! —Exclamé al recordar que estaba dejando mi móvil, eran los nervios.

«No puedo dejar de imaginar como me lo pedirá, ¿se arrodillará ante todos? —me cuestioné, o lo hará en su oficina como algo privado».

—Lo ves Tiana, no eres su amante como dice Gianni, esos 8 meses de solo sexo, por fin serán más que eso —Dije mientras mordí mi labio al imaginar a Theo de rodillas pidiéndome ser su esposa.

Dejé de pensar en ello, no quería que el conductor del taxi pensara que estaba loca, fantasear con Theo era muy fácil, era muy guapo, un hombre exitoso y reservado, a sus 33 años, había amasado una gran fortuna, desde que lo vi por primera vez había querido meterme a su cama, sí, actuar como una desvergonzada, no me importaba cuando de él se trataba. En realidad llevaba tanto tiempo esperando a mi hombre ideal y saber que lo había encontrado era maravilloso.

Habían sido 8 meses de solo sexo, que no iba más allá de encerrarnos en su oficina, pero que importaba si esa tarde me pediría matrimonio, lo amaba, aunque él no me hubiera demostrado lo mismo, lo había comprobado cuando vi ese anillo, había llegado a pensar que solo me usaba, pero al ver el anillo comprendí que no era así.

—Te amo Theo —dije emocionada, captando la mirada y atención del conductor —lo siento, es que me pedirán matrimonio.

—Descuide y felicidades.

Agradecí al conductor por sus buenos deseos, habíamos llegado y no me cobró, dijo que lo tomara como un regalo de bodas.

—Muchas gracias —dije sonriente.

—Que tenga una maravillosa vida —desee agradecida al amable conductor.

«Aquí vamos, respira y cálmate, no le hagas ver que ya conoces sus planes, no arruines la sorpresa»

—Cálmate Tiana —me dije a sí misma una y otra vez, mientras controlaba las ganas de gritar, estaba tan emocionada.

Saludé a mis compañeros y le sonreí a Gianni, ella se encogió de hombros, no estaba muy convencida de lo que yo tenía certeza, mi mundo se detuvo cuando minutos más tarde vi pasar a Theo y hacerme la señal que usaba para que fuera a su oficina, donde sé daban nuestros encuentros íntimos, logré ponerme de pies y me dirigí a donde estaba Gianni.

—Prepárate para el grito que escucharás, estoy segura de que no podré controlar que ese hombre se ponga de rodillas a pedirme matrimonio —advertí con seguridad a mi amiga al tiempo que le entregaba unos documentos que debí haberle entregado un par de horas atrás.

Antes de que ella pudiera decir algo me retiré, caminé a la oficina de mi jefe, antes de tocar acomodé mi falda, suspiré y di dos golpes a su puerta.

Él me abrió y una vez que estuve dentro empezó a poseerme.

«Quizás solo quiere hacer el amor antes de darme el anillo» me dije para calmar mi ansiedad.

Me había desnudado, nada había sido diferente, no había notado siquiera la lencería atrevida que me había puesto para él, no solía vestir ese tipo de ropa, pero él lo merecía.

«Quizás solo está tan emocionado como lo estoy yo» argumente ante su falta de interés por la lencería.

Le había tomado minutos poseerme como de costumbre, no me hacía el amor, eso yo lo sabía, era sexo, pero no importaba, me iba a pedir matrimonio, era lo importante, cuando terminó en mis glúteos, me limpió y me pidió vestirme, pensé que sería para hacer la propuesta, caminó a su escritorio, tomó un lápiz y empezó a jugar con él, parecía dudoso, me acerqué y le pedí abrochar mi falda por detrás, dándole tiempo de pensar como proponerme matrimonio.

—Creo que hemos tenido suficiente diversión —murmuró, mientras jugaba con la coleta de mi cabello.

—Sí, pienso lo mismo.

Estaba segura de que me estaba queriendo decir que ya no quería que fuera solo sexo, que se estaba preparando para pedirme matrimonio.

—Que bueno que estás de acuerdo, no creo que sea correcto como está pasando todo, mereces algo mejor —espetó con seriedad.

—Sí, ambos merecemos más que esto —argumenté interrumpiéndolo—. No tienes que preguntar, yo acepto Theo—. Dije adelantándome a lo que él pretendía decir.

—¿Sí?, vaya que no me equivoqué contigo, sabía que eres una mujer madura y que no iba a ser difícil que entendieras.

Yo seguía emocionada a la espera de su propuesta, él se acercó y acarició mi rostro, quería ver ese anillo, estaba tan emocionada, deseosa de escuchar que me hiciera la pregunta para la cual había estado preparando mi respuesta, desde hacía 15 días atrás.

"sí, si acepto casarme contigo, Theo" Era lo que me repetía una y otra vez cada que me estaba duchando, les había contado a mis abuelos que me casaría pronto, no les di muchos detalles.

«Vamos Theo, hazme la pregunta» —pensaba y repetía mi voz interna con ansiedad

—Bien cariño, entonces así quedamos, no más sexo, seremos solo jefe, empleada.

Sentí algo recorrer mi cuerpo al escuchar aquellas palabras, que retumbaron en mi cabeza como eco, sentí que me caía, intenté preguntar que significaba, pero parecía que habían amarrado mi lengua, él pasó por mi lado, dándome una palmada en el hombro.

—Sin dudas eres la mejor secretaria que he tenido, una mujer lista. Has tomado las cosas como deben ser, me alegro de que no hagas de esto un escándalo, después de todo era solo sexo, diversión y placer.

Aquellas palabras habían sido como dagas que sin piedad enterraban en mi corazón, haber fingido una sonrisa cuando se posó en frente de mí había sido la peor parte.

—La pasé muy bien contigo —me acarició el mentón—. Tengo que irme, cierra la puerta al salir nena.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo