—Carlos me duele— grité.
—Alejandra estas sangrando — escucho decir a Danesa casi en un grito, bajo mi vista hasta mis piernas y confirmo lo que acaba de decir, la sangre baja a chorro por mis piernas; volví a subir la mirada hacia Carlos que parece estar en un pequeño transe.
—Carlos has algo; me duele. —Grite con las pocas fuerzas que me quedaban haciéndolo reaccionar.
El dolor es insoportable, no dejo de sentir la sangre bajando por mis piernas, ya no puedo sostenerme más y caigo al suelo.
Señor
que