El sabor salado y amargo se extendía en el corazón de Lucas, trayendo consigo una oleada de amargura. En silencio, abrazó fuertemente a la persona en sus brazos, deseando transmitirle algo de fuerza.
No se sabía si el consuelo de Lucas había tenido efecto, pero Ana gradualmente se calmó, su respiración se estabilizó, dejó de hablar en sueños, parecía haberse vuelto a dormir.
Lucas, abrazándola así, también comenzó a sentir sueño. Después de un rato, el hombre también se durmió.
...
Al día siguiente
La luz del sol inundaba la habitación. Ana frunció ligeramente el ceño y luego, lentamente, abrió los ojos. Justo cuando intentaba moverse, sintió algo extraño a su lado, una fuente de calor que emitía calor.
Ana se tensó por un momento, alzó la vista y vio la cara dormida de Lucas. El hombre en sus sueños no tenía la arrogancia que lo mantenía distante de los demás, parecía mucho más joven que su edad, si se quería decir, incluso tenía un aire juvenil, lo que lo hacía parecer muy agradabl