Bianca solo llevaba puesta la camisa de un hombre. No había nada más sobre su piel.
La idea la golpeó como un rayo—ese monstruo la había violado.
El pecho se le oprimió. El pánico comenzó a subir lentamente. Tenía que encontrar a ese bastardo ya.
Pero algo la detuvo. No era dolor. Extrañamente, se sentía llena de energía.
—¡Bruno Aston, esto no ha terminado! —gruñó, arremangándose mientras salía furiosa de la habitación.
La vista fuera del dormitorio le quitó el aliento. Un espacio moderno y artístico se abría ante sus ojos. Una escalera de cristal en espiral subía hacia un techo altísimo, como sacada de un sueño.
Cada rincón del lugar gritaba lujo.
Bianca frunció el ceño. ¿Cómo podía Bruno permitirse todo eso? La duda empezó a colarse en su mente. Solo ese dormitorio era más grande que toda su sala en los Waterfront Apartments. Y el diseño… era excesivo.
No lo había notado tanto antes. Pero ahora, todo cobraba sentido. Bruno tenía que estar metido en algo turbio.
Su rabia creci