Al notar la hora, Bianca echó un vistazo a su reloj. Después de estirarse y frotarse el hombro adolorido, recogió sus cosas y salió de la oficina.
Parada junto a la acera, esperaba encontrar un taxi cuando un sedán familiar se detuvo frente a ella.
La ventanilla bajó, revelando el rostro de Blake.
Sobresaltada, dio un paso atrás de forma instintiva.
—Parece que estás trabajando hasta tarde. Justo pasaba por aquí y pensé en llevarte a casa. Sube —dijo Blake con una sonrisa cálida.
Bianca mordió su labio, recordando que vivían en direcciones opuestas. Su ofrecimiento no tenía mucho sentido.
Intentó rechazarlo con cortesía, negando con la cabeza.
—Tomaré un taxi. Está bien.
La respuesta de Blake la sorprendió.
—¿Qué? ¿Después de todo lo que hice por ti, me vas a rechazar sin siquiera darme las gracias?
Bianca dudó.
—Sobre lo de la cena con Reese anoche…
—Solo fue por publicidad —contestó Blake—. Yo pedí a los fotógrafos.
Tal como lo imaginaba.
Con algo más de valor, Bianca