El vaivén que el ritmo del hospital exigía la mantenía ocupada y eso, era muy bueno pues no deseaba pensar en nada…ni mucho menos en alguien…no se había atrevido a llamarlo aún, ni tampoco había respondido ninguna de sus llamadas, mensajes o demás, incluso, se había negado a recibirlo en el hospital

— Buenos días señor Visconti, espero que se encuentre bien de salud. — saludó el investigador y un colega de muchos años.— Que puedo decirle Anthony, lo normal, los achaques de un viejo no son fáciles de llevar, a veces hay días mejores que otros, aun así, puedo decir que me encuentro bastante bien

— Si, ¿Quién es usted?, ¿Tiene alguna cita con el señor de esta mansión? — cuestiono una voz en el parlante.— Emm soy Henry Pines, un abogado llamado Bernier me entrego una tarjeta con esta dirección diciéndome que el señor de aquí quería verme, vine apenas saliendo de los juzgados. — respondió Hen

Aquel vaivén delicioso llegaba a su final en aquel poderoso orgasmo que una vez más alcanzaban juntos, besándose los labios con ternura, se miraron fijamente a los ojos durante un largo momento en los que se habían perdido en el mirar de su amado.— Te amo Victoria, nunca lo olvides — dijo Lorenzo a

La naturaleza humana puede ser muy extraña, ya que muchas de las veces sólo nos damos cuenta de cosas que pueden ser muy obvias cuando algo verdaderamente trascendental nos las pone en frente.Ese día, mientras el cielo oscurecido dejaba caer una lluvia tristemente fría, veía a muchas personas a las