Capítulo 34. Luego matarme
El sangrado de su frente no se detiene, la herida no se ve nada bien y tengo miedo de las consecuencias. —¡¿Dónde diablos está la ambulancia?! Llamen al doctor Martínez —ordeno hecho una furia, ella no despierta, esto me desespera, vuelvo a tomar el botiquín para ponerle alcohol debajo de la nariz nuevamente. —. Vamos, despierta por favor, vamos preciosa —suplico acariciando su cabello de forma hacia atrás. Un chillido me hace dar un respingo, miro su rostro y veo la expresión de dolor en ello. —Preciosa —murmuro, tocando su frente con delicadeza, ella suelta otro chillido y me obligo a alejar mi mano. —. Ya viene el doctor, estarás bien, descuida. —No quiero que nadie me toque —dice con dificultad. —. Me duele mucho la cabeza —su tono es casi inaudible, un susurro adolorido. Parpadea varias veces como si aún no pudiera verme bien. —Voy a curarte —le digo, ayudándola a incorporarse. El abierto en su fino vestido deja ver su muslo arañado, me acomodo sobre la cama, y limpio la sa
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