Despedida.

El psicólogo, me dijo que estoy sumergida en una gran depresión, según él, mi yo no reaccionaba a ninguna cosa, me había encerrado en mi y solo yo tenía la posibilidad de lograr salir de ahí,

Era como estar en una habitación con varias puertas y que una sola era la correcta, pero hasta ahora aún no la encuentro o quizás no la he buscado.

otra vez, soñé con Manuel, estábamos en su finca

Como siempre me abrazaba, era la forma de consolarme,

Siempre estoy triste

—Te amo, bebé

Escuché su voz medio ronca, su olor a menta.

¡Era tan real!

—Bebé…

vuelve a hablar, y baja su mirada acercando a mi rostro.

—¡Ohm!... Lo abrace de la forma más fuerte que puedo,

Era mi soporte, de alguna forma hablar con él me ayudaba a llevar mi vida.

De pronto, —Me voy.

Un susurró

—¿Que? Dije exaltada

—¿ Dónde te irás? Aún no quiero escuchar su respuesta pero tengo que escuchar.

Un clavo se me atraviesa,

–¡Tengo que irme! —Estoy cansado.

—No te puedes ir, —¡eres él único que me entiende! ¡Sabes, que te necesito!

Le grité y se escuchó muy fuerte.

—Prometiste que estarías, conmigo…

Volví a hablar

—¡Aún no soy feliz!

Me sentía muy vacía.

—Si lo prometí,— ¡Pero tengo que ir! –Éste no es mi lugar, necesitas aceptar.

—Tampoco es el mío… —mi lugar era a tu lado, para eso nos casamos.

Estoy furiosa todo salió mal.

En las novelas los protagonistas se casan y son felices por siempre y porque nosotros no lo fuimos.

—¿Talvez, tu felicidad nunca fue a mi lado?

Dijo levantándose.

—Piensa por un momento, y si te está esperando.—Si, yo no me voy tú no te irás por él.

Lloré, es lo único que me resta.

—¡Voy a estar contigo! Pero necesito soltarte.

Silencio…

—No creo… mientes..

Volví a decir.

—No, no lo hago.

Volviéndose hacia mi.

—¡ Eres un mentiroso, Manuel! —¡ Te odio!!!

Comienzo a desesperarme.

Mis lagrimas brotan y chorreando por mi mejilla, inundando mis ojos casi no puedo ver.

Ya casi no lo veo, pero sigue sosteniendo mi mano.

—¡Manu!!!

Grité lo más fuerte que podía.

— ¡Otra vez no!, grite a la nada pero mi voz ya no salía.

¡Él ya no está! Se había ido

Sólo puedo escuchar su voz, resoplando en el vacío, —¡vive por mí!

Otra vez, estoy Sola….

🦋

Desde ese día, nunca más volvió a mi sueño , se había ido.

Pasaron los días, volví a mi vida casi normal.

Me iba a mi trabajo por día y por la noche en mi facultad, era una forma de llevar los días, que se transformaron en monótonas y aburridas.

Era un día de primavera,

Aun se sentía un poco de frio,

Como casi todos los días, ya me iba atrasada en mi trabajo, cuando llegue en la oficina , me percaté de un vehículo estacionado, frente al local.

No le di importancia, pero alcancé a ver al hombre dentro.

¡Era misterioso! Algo en él estaba mal.

Después de trabajar horas y horas sin descanso por fin ya era hora de salir, mis compañeros estaban a punto de salir, tenían que visitar un edificio con un posible comprador, mis jefes estaban de viaje, así que me quedaría sola para cerrar toda la oficina.

—chau, Luz…

Salieron apresuradamente, estábamos con muchos compromisos ese día y tuvieron una tardanza para salir.

—¡ chau! Me despedí de ellos.

Pasaron unas horas, aún no salía porqué me llamaron pidiendo un informe.

De pronto escuché una voz,

—¡Permiso!

Era un hombre.

En la entrada de la oficina.

Lo miré extrañada mente, su apariencia era bien anormal, tenia puesto ropa de militar,

¡Dios quien se viste así! me digo a mí misma.

Puedo observar que trae consigo un maletín negro,

Puf. Mis memorias vuelven.

Me pongo nerviosa, ese maletín era igual al que llevaban esos hombres aquel día.

Pero… ¿Qué está pasando?

De repente, ese hombre ya se había acercado a mí.

—¡Buenos días, señorita! Me saludó amablemente.

Su tono era tranquilo.

No sé cómo, pero pude cambiar mi espanto, inhale un poco de aire invisible y me tranquilicé le respondí con un tono amable,

—¡ Bienvenido sr.! —¿En qué te ayudamos?

Soy buena actuando, últimamente cambie mucho ya no demuestro mis sentimientos y emociones tan fácilmente.

Se paro en mi frente , me observaba en silencio como si estuviera esperando una reacción mía, o talvez estudiándome.

Vuelvo a preguntar, con amabilidad,

—¿Necesitas hablar, con alguien?

—Ahora mismo mis jefes no están, —pero vuelven pronto, si no te molesta esperar o volver después.

Esa frase lo tenía memorizado, desde que comencé a trabajar ahí.

Después de un silencio…

—¿Voy a esperar, si no te molesta?

Me respondió

Siento que su respuesta no me favorece.

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