Declaraciones profundas y confesiones escondidas.

—Buenas noches a nuestro querido auditorio, a un día muy especial en el programa, “Un camino de inspiración.“ Yo soy Aisha Brown y el día de hoy, será único y excepcional, ya que entrevistaremos a dos personas que harán de esta velada, algo sin precedentes. ¿Les gustaría saber de quienes se trata? 

—Pues, antes de darles oficialmente la bienvenida al set, les diré que él, es uno de los hombres más asediados por las féminas de todo el país y creo que de todo el continente. Es alguien que se ha labrado una excelente reputación en el mundo de los negocios internacionales, es un gran empresario, un hombre de firmes y fuertes convicciones y posee un corazón muy generoso, aunque también es conocido por el apelativo, el Príncipe de hielo, debido a su actitud implacable en los negocios y en su vida personal. Además, él es el primer defensor de los derechos humanos de las clases más desfavorecidas de la nación, demostrándolo al crear múltiples fundaciones de ayuda social y de educación en todo el país, desde la posición que posee como… Príncipe heredero del Reino de Gales. Ella, en cambio, es conocida por muchas personas, como la heroína de las Dojagis de palacio, una mujer que ha sido capaz de lograr que una ley Real constituida hace muchos siglos atrás, haya sido anulada por el parlamento y el mismísimo Rey, hace tan solo una semana, ganándose de esta manera, el cariño y el respeto de muchos países y naciones. ¿Ya saben de quienes hablamos? Estoy segura que si, por lo que recibamos con un fuerte aplauso, al Príncipe de la Corona Lexter Brower y a Lady  Alondra Richmond. —dijo Aisha al auditorio presente, dándole paso a los Invitados especiales antes mencionados, los cuales entraron al set, tomaron asiento y se pusieron cómodos.

—Sean bienvenidos Altezas Reales, a nuestro programa, sobre todo, porque es la primera vez que ambos aceptan ser entrevistados juntos, por un medio periodístico. —dijo Aisha comenzando la entrevista.

—Ante todo, gracias a usted por habernos ofrecido entrevistarnos, créame que si hemos aceptado, es porque sabemos de su gran profesionalismo y ética. Además, Alondra es fiel seguidora de este segmento en particular. Así que en nombre de ella y en el mío propio, muchísimas gracias. —dijo el Príncipe con amabilidad.

—Créame que para mi, tenerlos en mi programa es un verdadero honor y privilegio, especialmente al reconocer, la forma tan positiva en la que ambos, han influido en la vida de tantas personas. —dijo Aisha.

—Gracias por… por tan bonitas… palabras. Pido disculpas por mi nerviosismo, lo que… ocurre es que no se me hace tan sencillo… hablar delante de muchas personas. —se disculpó Alondra, a lo que Lexter Brower, le tomó la mano de inmediato.

—No tiene que disculparse Milady, esta experiencia puede llegar a ser un poco aterradora, pero pensemos a partir de este momento, que en este set sólo estamos nosotros tres, nadie más. ¿Le parece bien? —dijo Aisha.

—Me parece perfecto, señorita Aisha. —le respondió Alondra.

—Muy bien. Ahora para comenzar esta conversación, me gustaría saber Princesa, ¿Por qué una mujer en su posición, una mujer de su temple y riqueza, decidió ir en contra de un código establecido hace tanto tiempo, como lo es la ley Krishna, que regia hasta hace unos días las vidas de las Dojagis de un palacio, hasta el punto de conseguir anularla?

—Porque yo deseaba que por primera vez, las Dojagis fuesen escuchadas, que tuvieran voz y que no fuesen ignoradas o desvalorizadas por su condición, que el mundo entero llegara a entender, que una Dojagi es una mujer con corazón, con metas, con pasiones, con ambiciones, con cerebro además de belleza: y una Dojagi posee la capacidad de trabajar para que sus sueños se conviertan en realidad. Por tal motivo, considero que las Dojagis no deben ser categorizadas, bajo la cruel etiqueta de ser una frágil muñeca de porcelana. —respondió Alondra.

—Yo comparto su punto de vista, pues considero que las Dojagis de palacio, son mujeres con mucha valentía, con un gran espíritu de lucha y una fuerte abnegación. —dijo Aisha.

—Las Dojagis de palacio, son mujeres tan capaces como cualquier mujer; y no por el hecho de haber nacido o con el tiempo haber desarrollado una condición de salud frágil y delicada, significa que ellas no puedan luchar por sus derechos, por sus sueños o por defender sus sentimientos. Yo, al lograr la anulación de la ley Krishna, la cual le prohibía a una Dojagi formar su propia familia o casarse de forma honorable, sólo abrí la puerta que les permitirá a ellas, darle a conocer al mundo entero, el inmenso potencial que todas poseen. —le respondió Alondra.

—Por sus propias palabras, deduzco que conoce muy bien a las Dojagis de palacio, ¿No es cierto? —preguntó Aisha.

—Desde luego, mis mejores amigas son Dojagis, también he conocido a otras Dojagis de muchos Reinos, por lo que no tengo dudas de que son mujeres maravillosas. Sin embargo, el mayor ejemplo que he tenido para saber cómo es ser una Dojagi de palacio… lo he encontrado en… en mi misma, ya que yo soy una Dojagi de palacio, que tuvo que revestir su fuerza interna, con acero, para así convertir la porcelana de su exterior, en un material irrompible. —dijo Alondra con una mezcla de convicción y nerviosismo, mientras se escuchaba en el auditorio, muchas exclamaciones de asombro.

—Es decir que usted en carne propia, ha vivido lo que es ser una muñeca de porcelana de palacio. ¡Que impresionante! Honestamente, debo confesar que cuando escuché que la mujer que ha luchado tanto por los derechos de las Dojagis de palacio, fuese una de ellas, honestamente no creí que fuese cierto debido principalmente, a la ley Real que hasta hace pocos días, pesaba sobre todas las Dojagis de palacio y a sus implicaciones. —dijo la señorita Aisha.

—Cada vez que yo revelo esta gran verdad, a muchos les cuesta aceptarlo, supongo que es por la idea general que el mundo exterior tiene, sobre nosotras las Dojagis. —dijo la Princesa heredera.

—Entonces, ¿Le gustaría decirnos y basado en su propia experiencia, cómo es vivir bajo el estigma de ser una Dojagi de palacio? —le preguntó la periodista.

—Desde luego, pero antes de pasar a dar detalles de mi vida siendo una Dojagi, quiero que se sepa que existen tres categorías de Dojagis de palacio. En la primera categoría, se encuentran mujeres que tienen la condición de Dojagis, debido a un accidente inesperado que haya atrofiado el sistema nervioso, o que haya dejado severas cicatrices en sus cuerpos. En la segunda categoría, se encuentran mujeres que han nacido con un estado de salud tan frágil, que se les dificulta mucho llevar un ritmo de vida exigente, como lo es la vida de cualquier ser humano en este tiempo, imposibilitándola en su parte reproductiva. Y finalmente, en la tercera categoría, se encuentran las mujeres que nacieron totalmente sanas, pero que en el transcurso de los primeros años de infancia, presentan los primeros indicios de la enfermedad, intensificándose con el pasar del tiempo. Es decir, que en esta categoría, la enfermedad agresiva y es progresiva, por lo que si no se detecta a tiempo, para de este modo poder ser debidamente tratada, puede convertirse en una condición degenerativa, que puede ocasionar la muerte. —respondió Alondra Richmond.

—¿Esto quiere decir, que si la mujer que padece la enfermedad no recibe el debido tratamiento y el cuidado adecuado, puede morir? —preguntó Aisha.

—Por desgracia, así es. Esta enfermedad es potencialmente mortal, sobre todo, en las Dojagis que están en la tercera categoría. —respondió Alondra.

—Y, ¿Me podría decir a qué categoría pertenece usted? —preguntó Aisha.

—Yo pertenezco a la tercera categoría. Sin embargo, no hay de que preocuparse pues en este momento, me encuentro bastante estable de salud, gracias a los medicamentos que diariamente recibo, a los cuidados que tengo en el palacio y por supuesto, gracias al afecto que a cada momento, me entregan mis seres amados. —Alondra dijo esto último, mirando a Lexter que estaba sentado a su lado, recibiendo una dulce sonrisa de su parte.

—Es impresionante el hecho que usted haya decidido hablarnos de su condición, de forma tan abierta. Por cierto Alteza, en nuestro programa hay una sección, en la que el auditorio tiene la oportunidad de hacer preguntas a nuestros invitados. Normalmente, hacemos esta sección en los últimos minutos del programa, pero sorprendentemente el día de hoy, el público desea comunicarse con ustedes desde este momento. ¿Están dispuestos a conversar con las personas desde ahora? —dijo la periodista cautelosamente.

—No nos esperábamos esto de verdad, pero si, si nos gustaría conversar con el auditorio, siempre y cuando hagan sus preguntas y sus comentarios, con prudencia, buen juicio y sobre todo, con respeto, especialmente hacia Lady Alondra, ya que no toleraré que se le falte el respeto, o que la hagan sentir inferior o abrumada de ninguna manera. —respondió el Príncipe Lexter de forma tajante.

—Por supuesto, le garantizo personalmente que en esta conversación, el respeto será lo primordial —le aseguró Aisha—. Dicho esto, démosle paso a la primera pregunta, por favor señorita, díganos su nombre.

—Mi nombre es Amelia Wittman. Ante todo, quiero decirle Lady Alondra, que le admiro profundamente, porque a pesar de su delicada condición de salud, usted está dispuesta a afrontar estas dificultades con una actitud optimista y positiva. Usted ha aprendido a ser feliz pese a las dificultades que afronta. —dijo la señorita Wittman.

—Muchas gracias por esas bonitas palabras, de verdad las aprecio. Y con respecto a que he aprendido a ser feliz, yo creo que más que aprender a ser feliz, yo he decidido serlo cada día, a cada momento, pese a las circunstancias que tengo. —respondió Alondra.

—Por ese motivo, le felicito, porque su ejemplo de fuerza interna, no sólo ayudará a las Dojagis a desarrollar esa misma resistencia, sino que cualquier persona al escucharla, puede aprender lecciones muy valiosas de vida. Por lo tanto, le agradezco que usted haya decidido, compartir su historia con todos nosotros. —agregó la señorita Amelia.

—Yo le agradezco muchísimo esas palabras tan sinceras, de su parte. Le confieso que antes de su intervención, estaba tan nerviosa, que incluso, estaba pensando si haber aceptado las preguntas del auditorio, era una buena idea, pero ahora que he escuchado sus palabras, me he convencido que tomé la mejor decisión, entonces como puede ver, soy yo la que debería agradecerle a usted. —respondió Alondra.

—Yo sólo le he expresado, el punto de vista que tenemos la mayoría, de los que estamos presentes aquí. No me extraña para nada, que nuestro Príncipe heredero, esté tan enamorado de usted Milady. —respondió la señorita Aurora, haciendo que Alondra se sonrojara apenada.

—¿Le parece que el Príncipe está tan enamorado de mi? —le preguntó Alondra sonriendo muy ruborizada.

—Claro que si, sólo basta con ver como la mira con tal devoción, mientras usted habla, para darnos cuenta del amor que él siente por usted. Sinceramente, todos deseamos que usted pueda convertirse en nuestra futura Reina. —respondió la señorita Amelia.

—Yo también lo deseo con todo mi corazón señorita Wittman. Yo estoy absolutamente enamorado de esta muñeca hermosa, que me enseña a diario, que todos los seres humanos podemos construir nuestro interior, con acero irrompible, sin importar nuestro estado físico. —respondió el Príncipe Lexter Brower, mirando a Alondra.

—Es la primera vez que escuchamos al Príncipe heredero, hablar con tanta devoción y entrega, de una mujer, porque con todo respeto, ni a la Princesa Young mi le dirigía tan hermosas palabras, cuando estuvieron comprometidos. ¿Esto significa que finalmente, alguien ha conseguido derretir el hielo en su interior, el cual lo hizo merecedor por su propia voluntad, del título que hasta hace poco le acompañaba adonde fuera, desde que canceló su anterior compromiso: El Príncipe de hielo? —intervino Aisha.

—Siempre me ha causado gracia que me llamen de esa forma, pero es cierto, ese hielo ya está totalmente derretido, al menos en el ámbito sentimental. Y en lo que respecta a mi anterior compromiso con la Princesa Young mi, sólo diré que fue diferente de mi relación actual, una no tiene que ver con la otra, por lo que no hay que compararlas. —respondió Lexter.

—Y nuestra intención, no es hacerlo, pues toda la nación sabe lo importante que en su momento, fue la Princesa Young mi, para usted, tanto que según tengo entendido, ustedes continúan siendo amigos, ¿Cierto? —intervino la señorita Aisha.

—Si, algo así. Pero, no estamos aquí para hablar de mi amistad con la Princesa Young mi, ¿O si? —respondió el Príncipe Lexter de forma tajante.

—Desde luego que no, Su Alteza. ¿Alguna otra pregunta que desee hacerles al Príncipe o a Lady Alondra, señorita Wittman? —dijo la periodista apenada.

—Por supuesto. Alteza, Milady, ¿Podrían decirnos cómo surgió esta historia de amor? A todos nos gustaría saber cómo se enamoraron y cómo vivieron ese amor, porque supongo que al vivir en el mismo lugar, fue mucho más sencillo para ambos, sentir lo que sienten el uno por el otro, ¿Cierto? —preguntó Amelia Wittman.

—Pues no, ya que como lo que sentimos ahora, no surgió de forma tan sencilla como puede pensarse, tampoco lo fue. Por eso, ahora que lo pienso, yo creo que el hecho de que viviéramos en el mismo palacio, complicó algunos asuntos y algunas decisiones importantes referentes a nuestra relación. —declaró Alondra y Lexter sólo asintió, al estar de acuerdo.

—Y, ¿Podrían explicarnos a detalle, el motivo de sus palabras? —preguntó Aisha con cautela.

—Si, por supuesto. Creo que ya es hora de abrir nuestros corazones y mostrarnos tal cual somos. Sin embargo, les advertimos que no todo lo que escucharán a continuación, será feliz o agradable. Dicho esto, comencemos a relatar esta aventura, que ha sido hermosa y aterradora, al mismo tiempo… —dijo Lexter y mirando a Alondra por un instante, respiró hondo para comenzar su relato.

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