Capítulo 4

- ¿Por qué le ha dicho a su familia que yo soy su prometida señor?

- Porque eso es lo que será a partir de hoy doctora.

- ¡No! usted está muy equivocado señor, quedamos en que yo sería su doctora personal, más no su prometida.

- Pues ahora ya está enterada doctora.

- ¡No lo acepto!

- No me importa si lo acepta o no. Usted es la que decide si quiere vivir o morir.

- ¿Por qué me tortura de esta forma Señor?

- Yo no la mandé a espiar conversaciones ajenas doctora, usted misma se ganó ese castigo por andar de curiosa.

- Usted está faltando a su palabra señor.

- Al contrario doctora, la estoy cumpliendo porque mañana en horas de la tarde será nuestra boda.

- Acaso no entiende que yo no me voy a casar con usted.

- Me voy a hacer un trabajo doctora, espero que cuando yo vuelva usted ya haya tomado su decisión.

- Espero que nunca vuelva viejo desgraciado.

- Deseo no concedido doctora.

No quiero que salga de esta habitación, he dado la orden de que la atiendan bien y a cada hora vendrá la muchacha del servicio a preguntarle si necesita algo, usted pida lo que desee.

- Lo único que yo deseo es mi libertad-. Habló Valeria con suma tristeza.

- Cuando sea mi esposa la tendrá, no se preocupe.

- ¿De verdad?

- Sí, hasta entonces tendrá permiso para salir al patio de la casa.

- Esa no es la libertad que yo deseo.

- Esa es la única que tendrá.

- Pues ya lo veremos señor.

- ¡Ah! Le advierto que a nadie le puede comentar que usted está aquí en contra de su voluntad.

- Ya me ha quedado claro señor, puede ir tranquilo a su trabajo.

El mafioso salió de su casa y le ordenó a dos de sus hombres que mantengan vigilada a la doctora, subió a su camioneta del año y se marchó.

Unos minutos después alguien tocó la puerta de la habitación de Valeria. -  Adelante-. Dijo ella pensando que era una de las muchachas del servicio que ha venido a preguntar si necesita algo.

- Hola cuñada, vi que mi hermano salió y he venido a pedirte que me acompañes al centro comercial-. Dijo el hermano de Balduin.

- Lo lamento joven, pero hoy no te puedo acompañar porque me duele la cabeza-. Mintió Valeria, tratando de escapar de aquel chico.

- Llámeme Gonzalo, ese es mi nombre.

- Mira Gonzalo, no quiero ser grosera pero te voy a pedir que te retires porque necesito descansar-. Pidió Valeria amablemente, aunque en su interior anhelaba que el joven se quedara para tan siquiera tener a alguien con quien hablar.

- Tú también me vas a despreciar tal y como lo hacen todos aquí-. Dijo el chico con la mirada puesta en el suelo y sus ojos llenos de agua por las lágrimas que están apunto de salir.

- Pero qué dices muchacho, yo no te estoy despreciando.

- Si lo está haciendo. Y yo que me alegré cuando mi hermano mayor te presentó porque pensé que por fin tendría a una amiga con quien platicar.

- La verdad que no te entiendo-. Le comentó Valeria confundida.

- Aquí todos me rechazan, empezando por mi papá.

- ¿De verdad lo hacen?

Preguntó Valeria sintiendo empatía por el joven que se miraba tan indefenso y afectado psicológicamente.

- Sí, porque como yo no estoy de acuerdo con que ellos sean mafiosos. ¿Si sabes que mi hermano está a punto de convertirse en el capo del Cartel del Norte verdad?

Valeria se quedó pensativa, pues no sabía que respuesta darle al joven porque ella todavía no sabe nada sobre esa familia y no quisiera comentar algo fuera de lo normal y que luego el mafioso se moleste con ella.

- Pues no no me lo ha hecho saber aún, pero seguramente pronto me lo dirá.

- ¿Puedo quedarme entonces?

- Claro que sí puedes hacerlo.

- No te imaginas cuánto te lo agradezco, te prometo que te voy a tratar como una hermana. Bueno aunque sé que mi hermano me va a regañar.

- ¿Por qué crees que te va a regañar?

Preguntó Valeria frunciendo el ceño.

- Como se nota que aún no lo conoces del todo cuñada, mi hermano es un ser muy pedante. Yo no sé cómo es que tú has aguantado ser la novia de ese hombre.

- Jajaja no digas eso Gonzalo, tu hermano es un amor-. Mintió Valeria tratando de mostrarse lo más tranquila posible.

- Pues contigo será un encanto, pero con nosotros un monstruo.

Horas más tarde Balduin regresó a la casa y se puso tan furioso con su hermano Gonzalo porque le contaron que él no había salido en todo el día de la habitación de su prometida.

- Ojalá no le hayas comentado a mi hermano de que estás aquí por la fuerza, ¿verdad? porque de ser así no solo te haré daño a ti sino que a él también y será tu m*****a culpa.

- No le he dicho nada, por favor no te alteres.

- Más te vale que no hayas abierto tu bocota.

- Tu hermano es bastante tranquilo ¿por qué no te llevas mejor con él?

- No te metas en mis asuntos doctora, solo yo sé cómo voy a resolver mi vida familiar. Mejor cuéntame qué habéis decidido.

- Aún no lo he pensado, podría darme más tiempo por favor.

- No, ya te di suficiente tiempo para que lo pienses.

- ¡Ay por Dios! Si solo fueron unas horas.

- Bueno eso es mucho más que nada.

- No, no lo voy a hacer. ¡No me quiero casar con usted!

- Está bien entonces.

Mi niña bella, te aviso que hoy probarás sangre-. Dijo el mafioso sacando su arma de la parte trasera de su cinturón y acariciandola frente a la doctora.

Valeria se estremeció por el miedo que le causa el estar cerca de ese hombre imponente y autoritario.

- Si me voy a casar con usted señor, no me haga daño-. Dijo resignada la doctora.

El mafioso sonrió y se dio la vuelta para ir hasta el armario, buscó entre sus cosas y luego sacó un vestido blanco y se lo entregó a Valeria diciendo que ese será el vestido de novia que usará mañana.

- ¿Y si no me queda?

- Te va a quedar a la medida, mi madre es de la misma talla que tú.

- ¿Y tu madre dónde está?

- Eso no te importa doctora, solo te puedo decir que ella no va a estar presente mañana.

- Está bien, pero ya quiero descansar por favor necesito asimilar toda esta locura.

- Locura que usted misma ha provocado con sus actos doctora.

- ¡Por favor señor! se lo pido de rodillas si es necesario, no me arruine la vida de esta forma.

- Mañana a las tres de la tarde vendrá el juez y mi abogado para que nos case. Será algo simple y sencillo.

Cuide su boca, no quiero que se le salga decir una mala expresión doctora o que vaya a decir algo que me delate delante de todos. Ya se lo advertí y si llegase a pasar no seré piadoso.

- Mañana todo se hará como usted lo tiene planeado señor. Pero desde ya le digo que no permitiré que me esté dando órdenes, seré su esposa pero no su sumisa.

Valeria se recostó en la cama, tomó una de las almohadas que ahí habían y ahogó un grito de impotencia en ella, y su rostro se ha llenado de lágrimas, lágrimas amargas que salen de sus ojos porque la están obligando a hacer algo que no estaba en sus planes, o quizás sí estaba pero no de esta forma tan absurda.

Al cabo de unas horas Valeria se despertó, estaba sudada por una pesadilla que ha tenido en la cual un hombre la secuestra y la obliga a que se case con ella, pero para su desgracia no es una pesadilla. Es la cruel realidad y ahora no desea que se haga de día para no convertirse en la esposa de un mafioso.

A la hora llegada Valeria tuvo que vestirse ella sola, pues no hay nadie de las mujeres en esa familia que la quieran ayudar.

Su cuñado Gonzalo se ofreció a ayudarla con el peinado y el maquillaje, pero ella no se le permitió porque prefiere estar a solas y tomarse su tiempo.

Balduin llegó a la casa faltando diez minutos para las tres de la tarde, hora que se tenía prevista para dar inicio con el casamiento.

En la habitación se encuentra con una chica vestida de novia que tiene un maquillaje y peinado no adecuado para una boda, con su mirada perdida en el vacío que forman las cuatro paredes de aquella habitación y sin ganas de que esa unión se lleve a cabo.

- ¿Estás lista doctora?

- No lo quiero hacer señor, ya lo he decidido y no quiero casarme con usted-. Dijo Valeria con su voz temblorosa.

- Ahora ya no me salga con excusas estúpidas, doctora. Ayer le di la oportunidad de que lo pensara bien y usted decidió que sí lo haría, ahora lo va a tener que cumplir porque mi familia y quienes nos van a casar ya están en la sala a la espera de que usted y yo salgamos-.

Le dijo el mafioso con voz fuerte y apretándole su cuello con ambas manos, ejerciendo presión para que ella vea de que con él no se juega.

- Suélteme por favor-. Pedía Valeria a punto de llorar porque sentía que su respiración le fallaría.

- ¿Vas a salir?

- Sí lo haré-. Respondió Valeria y entonces él la soltó y procedió a buscar su ropa para vestirse.

Unos minutos más tarde salieron juntos de la habitación, pero Valeria se detuvo en seco cuando vio a los presentes. Los nervios se apoderaron de ella y las lágrimas amenazaron con salir, quizá de miedo por la sorpresa que se está llevando su familia al ver que ella se está casando sin comunicarlo a ellos, o de emoción porque ahora sí podría escapar.

¿Qué hacen ellos aquí? ¿Cómo supieron que estoy en esta casa? ¿Qué van a pensar de mí ahora en adelante?

Se pregunta Valeria, pero a la vez se ha puesto contenta porque con el alboroto de la ceremonia aprovechará el momento para escapar de las garras del mafioso.

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