Compañeros de alquiler
Compañeros de alquiler
Por: Morán C.
El nuevo departamento

Se alquila departamento en el quinto piso del edificio del bulevar, vista al mar, dos recamaras, un baño, sala comedor y cocina; SOLO PAREJAS

El cerrojo se destrabo abriendo la puerta de par en par, mostrando la amplia sala con un gigantesco ventanal que ocupada en su totalidad el espacio de la sala comedor, justo a un lado de la entrada de la casa estaba la cocina y un largo pasillo, al frente de la puerta mostraba dos puertas abiertas, esas sin duda eran las dos recamaras.

– El lugar es bastante amplio – dijo la mujer que con un ligero abultado vientre, entró primero, seguida de una muchacha y un chico que cargaba unas cajas hasta el tope – Al fondo podrán ver las recamaras, una de ellas con vista al mar y la otra tiene solo una ventana con vista al edificio vecino – la mujer no era muy mayor, apenas unos veinticinco, castaña y ojos a juego, se movió hasta el lugar más amplio del departamento – en el pasillo esta la puerta del baño – dijo mostrando bien el sitio. 

– Madison… hazte a un lado – el muchacho, que con dificultad caminaba dejo caer las pesadas cajas de cartón al suelo: cabellos negruzcos, mirada avellana y con un semblante rebelde, observo el lugar fugazmente.

– ¿Cómo lo ves Asher? – le pregunto la muchacha de unos ojos azules cobalto, aunque opacados por aquellos inmensos lentes, cabello azabache y sujetado por un lápiz en un chongo descompuesto. Caminó hasta el pasillo, observando de reojo las dos recamaras – a mí me gusta –su azulada atención se concentró en la recamara con vista al mar.

– Tiene potencial – respondió Asher al estirarse y dando un tremendo bostezo.

La castaña que les mostraba la casa se movió entonces hasta el ventanal gigante y tirando de la corrediza dejo entrar la brisa marina, moviendo un poco sus cabellos castaños.

– En carnaval tendrán una perfecta vista del desfile – agrego al notar la poca seguridad del muchacho de cabellos de ébano.

– ¿Carnaval? – indago Madison curiosa, acercándose a Asher para darle un codazo en la costilla debido a su falta de atención, este replico con un quejido, mirándola con reclamo y ella respondiendo con una señal de decapitación en su cuello.

– La festividad más importante de esta región, se hace un desfile para conmemorar la quema del mal humor y llegan turistas de todo el mundo – la arrendadora se giró en el momento en que ambos dejaban de hacerse señas con las manos, ambos sonrieron al sentirse descubiertos – amm… ¿entonces? – la pareja se vio un momento a los ojos y luego de una sonrisa cómplice asintieron.

– ¡Bien! – exclamo la castaña y caminando hasta ellos deposito las llaves del departamento en las manos del muchacho – el alquiler se paga cada fin de mes, el agua, la luz y el gas corre por su cuenta; yo soy Nancy la casera, vivo en la planta baja del edificio, el salón de belleza que vieron al entrar es mío y la tienda que está junto es de mi esposo, cualquier inquietud que tengan podrán encontrarnos a ambos con facilidad – los observo por unos cortos segundos, al decir verdad ambos lucían muy jóvenes y era altamente notorio la diferencia entre ambos: él muchacho, que tenía cierto aire de superioridad, era muy guapo, llevaba unos pantalones de vestir negros a juego con una camisa roja, ligeramente abierta por los tres primeros botones de arriba, mostrando parte de su pecho, su largo cabello negro era sujeto por una alta coleta, sus ojos avellanos irradiaban determinación y esa sonrisa ladina solo enmarcaba cada una de sus bonitas facciones, hasta todo bien, un muchacho joven, extremadamente guapo y varonil pero ella… ella de verdad que dejaba mucho que desear, llevaba puesta una sudadera blanca exageradamente ancha, a leguas se notaba que no era de su talla porque le quedaba grande, incluso de las mangas cubrían casi por completo sus manos, un pans negros que al igual que la sudadera no le quedaba en absoluto, su melena negra era recogido por un lápiz que sobresalía del feo chongo mal hecho, tenía una muy bonita cara, pero esos lentes cuadrados y gigantes opacaban el azul cobalto de sus ojos, nadie, absolutamente nadie en su sano juicio podría ver la perfecta simetría en sus facciones porque estaría más ocupado en burlarse por su forma de vestir y luego, ambos parados uno junto al otro era casi como decir: lo bonito y lo feo – ¿de verdad son pareja? – la pregunta se la había hecho ella misma pero estaba tan impactada con la apariencia de ambos que se le había escapado de su boca – Los muchachos se miraron entre sí y nerviosa quiso agregar algo más antes de ser tachada como grosera – lo siento, es que son demasiados jóvenes…

– Usted también lo es – respondió rápidamente Madison antes de que un imprudente Asher resoplara – incluso me atrevería a decir que de nuestra edad – la castaña se sonrojo.

– Bueno… sí, la verdad es que no soy tan grande, me case joven y – la cara de los muchachos la sacó de sus vacilaciones – perdón, lo que quiero decir es que son bienvenidos – termino de decir Nancy demasiado avergonzada.

La mujer ligeramente embarazada camino hasta el umbral de la puerta.

– Los dejó para que puedan acomodarse –y cerró la puerta sin decir más.

Una vez que sus suaves pasos dejaron de ser escuchados por los chicos estos dejaron sacar el aire y bajaron los hombros completamente tensos.

– Estuvo cerca… –opinó Madison.

– Es una metiche – siseo Asher que ahora se dirigía a las cajas en el suelo – espero no vuelva hacer ese tipo de preguntas – 

– Y yo espero que seas cortes y no un grosero como siempre.

– ¡Ja! Voy a bajar las demás cajas del coche y les diré a los del camión de mudanza que empiecen a bajar las cosas, tú mientras acomoda las qué hay aquí.

El joven salió, dejando una rica estela de perfume que Madison inhalo con fuerza dejándole escapar un suspiro, inmediatamente movió la cabeza y tomo la primera caja, sonrió de lado al leer su propio nombre en la tapa y casi corrió hasta la recámara con vista al mar, ese sin duda sería su espacio y haciendo uso de su buena imaginación empezó a detallar en su mente el lugar exacto que ocuparían sus cosas, hasta que escucho bramar a Asher desde la sala.

–¡MADISON! ¡MADISON! –vocifero Asher con una tilde de enojo – ¿¡Me puedes explicar qué demonios es esto!? – la muchacha apenas saliendo de su futura habitación vio la jaula que Asher movía con furia.

–¡Mustafa! –exclamo al tomar la caja transportadora de animales y moviendo su nariz en contra del minino blanco y estilizado que se encontraba adentro.

–¡No y no Madi! –los ojos azules de la muchacha se centraron en los avellanos –¡Te dije claramente que no quería que trajeras a este maldito gato del infierno! ¿Por qué lo trajiste? – cuestiono.

–No tenía con quien dejarlo y no tengo el corazón para abandonarlo –ella abría la puerta de la jaula permitiéndole al elegante gato salir y posándose en sus patas traseras mientras observaba curioso el lugar –es una mascota muy noble y leal – afirmo.

–¡Eso! –lo señalo con su dedo –¡No es una mascota, es una bola de pelo letal y peligrosa! ¿Por qué no eres una mujer normal y te compraste un perro? Eso sí es una mascota y ese si es leal – los ojos verdes del gato se entrecerraron casi desafiando la autoridad del pelinegro.

– Sigues molesto porque te araño ¿verdad? – Asher se cruzó de brazos – no puedes darle cariño a un gato cuando él no lo quiere, ellos son – la pelinegra se llevó la mano al mentón luciendo pensativa – como nosotras las mujeres, no nos pueden dar afecto cuando no lo queremos, terminarías dañado y los perros no son fieles – se acomodó los lentes en el tabique de su nariz –dale un pedazo de filete a un perro con dueño y te aseguro que saldrá corriendo al que se lo ofrece sin dudarlo un segundo… ellos son como ustedes los hombres… Mustafá se queda y tú no te quejas – advirtió.

– Eso no era el trato Madi – dijo el joven molesto. 

– Tampoco era trato compartir el alquiler y míranos –  

– Ya te dije que fue lo único bueno que encontré.

La realidad era que Asher era el mejor amigo de Madison, ambos nacidos de un núcleo familiar imponente, adinerada y encumbrada. La familia Clarke y Bailey habían planeado un compromiso entre ambos desde que estos eran unos niños, todo con el fin de algún día fundirse como una sola familia, y como el conocimiento es poder y la educación exclusiva lo mejor de lo mejor, siempre fueron enviados a escuelas privadas que en su mayoría eran internados, ese era el resumen escolar de esos dos, hasta que claro, tuvieron que ingresar a la universidad y siendo como parte de los intereses familiares no fue raro que se les impusiera una carrera muy diferente a los que ellos querían: Asher quería estudiar Derecho y Madison igual, aunque claro estaba la había elegido por no llevarle la contraria a su mejor amigo por aquel largo enamoramiento en secreto que le tenía y fue precisamente eso lo que la impulsó aceptar la loca idea de Asher: ambos fingirían asistir a la universidad que sus familias habían elegido de antaño y en su lugar, irían a la universidad que ellos habían escogido para estudiar la carrera deseada, después de todo sus familiares no estaban muy al pendiente de ellos y aquello era lo que facilitaba el plan.

– Tú crees que… 

– No, ya te dije que no se darán cuenta – completo Asher a la vez que caminaba con sus cajas hasta la otra habitación vacía –mis padres están sumamente ocupados en expandir la empresa –el eco de su voz se escuchaba en todo el apartamento mientras Madison con una caja en manos lo escuchaba por quinta vez en el día –el baboso de Jude nunca sé a interesado en lo que hago –el pelinegro regreso hasta donde ella estaba tomo la caja que Madison sostenía y camino de regreso a su habitación –y los tuyos hacen lo mismo que los míos, no hay falla…

Y ella sabía que Asher tenía razón, no habría nada que temer, después de todo la universidad de Derecho también era privada y una de las más caras del país, aunque no contaba con habitaciones en su campus y esa era la razón por la que ambos habían optado en alquilar un departamento por separado sin embargo habían tardado en llegar y la mayoría de los sitios buenos habían sido ya ocupados, le constaba que Asher había hecho varios viajes en la búsqueda de un lugar que cubriera sus expectativas pero simplemente todo estaba lleno, hasta que le mostró el anuncio del periódico local, la ubicación era buena, no muy lejos de la universidad pero había un pequeño detalle que en letras mayúsculas resaltaba el anuncio: SOLO PAREJAS.

Unas horas después de debatirlo y reorganizarse llegaron a la conclusión de compartir el alquiler fingiendo ser una pareja, pues ¿Qué podría pasar? Asher y Madison se conocían desde el preescolar, amigos eternos y cómplices en varias travesuras, aunque ella más de él y todo era por un bien común.

Y después de casi llevarse todo el santo día acomodando muebles y cajas al fin pudieron ver terminada su obra, la sala comedor lo ocupaban tres sillones junto con un televisor pegado a la pared y justo por detrás de los sillones un pequeño comedor para cuatro personas; la habitación de Madison había sido la más complicada de acomodar porque después de muchos movimientos, quejas, órdenes y una larga discusión la cama de ella había quedado pegado justo a la ventana con la cabecera de lado a la puerta, una mesita de noche, un tocador invadido por peluches y un escueto guardarropa en donde abundaban casi todas las sudaderas del pelinegro y algunos pans por otro lado la habitación de Asher fue la primera en quedar lista, su cama matrimonial centrada, un ropero enfrente y un largo espejo pegado atrás de la puerta.

–Explícame otra vez porque a mí me tocó la habitación con la vista de ese feo edificio –le dijo a la muchacha que en ese momento le daba de comer al gato mientras él se reclinaba en el atizador de la ventana viendo fijamente al edificio vecino, altamente descuidado y lleno de humedad con una ventana en la misma dirección que la de él.

–Porque yo llegue primero al más bonito –Asher rolo los ojos –no te quejes Ash, con una bonita cortina dejarás de verlo. Es más, yo te la compro.

–No es necesario –se apresuró a decir porque no confiaba mucho en el gusto de su amiga –mejor vamos a repartirnos gastos.

–Me parece buena idea.

Madison se sentó en la mesa con una libreta y pluma en mano mientras que Asher arrastró los pies y dejó caer su cuerpo en la silla contraria, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y abrió la aplicación de notas.

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