.1. El Sartén.

Mina

Es triste dejar todo atrás. La cuidad dónde vivías, mi padre y amigos. Viajar de un lugar a otro para escapar de las cosas que te hacen daño, pero si quieres intentar salir adelante debes dejar todo atrás así no quieras.

Mientras caminó por el área que será el nuevo lugar donde viviré durante un buen tiempo. Chelsea. Hogar de números puentes que permiten que los autos floten sobre el mar, dónde puedes encontrar hermosa arquitectura, restaurantes cinco estrellas, mansiones victorianas en cada rincón, tiendas separas para mujer y hombre. Hermosas tabernas, hogares de muchas celebraciones, cines con muchas propuestas, que más puedo decir el Inglaterra es así.

Caminó con lentitud buscando algún sitio para entrar y conseguir un buen trabajo, ya que el lugar donde vivo no se paga solo, es caro y mi cuenta bancaria está apunto de marcar cero. No mentira ya llevo un mes aquí y estoy usando el GPS para no perderme.

Bueno de tanto caminar no conseguí nada el día de hoy. Los lugares dónde entré me dijeron que me estarían llamando.

Me fui a uno de los tantos parques y me senté allí a pensar sobre qué hacer con mi vida. La razón de venir aquí es para iniciar la universidad y tratar de sacar una carrera. Me gustaría estudiar Arte, pero antes debo conseguir un trabajo.

Miré al frente y se puede ver a una que otra persona caminado y universitarios con libros y hablando. Desbloqueé mi teléfono y vi la hora, ya va ser la hora del almuerzo así que guarde mi teléfono en el bolsillo de mi Jeans algo grande, ya que no me gusta usarlos tan ceñidos. Uso un Jersey color mostaza y unos tenis. Me levanté comencé mi caminó para irme al edificio.

Ya caminado por la acera aceleré el paso, ya que el viento está algo fuerte y las nubes más grises de lo normal, eso indica que lloverá en algún momento, chocó con algunas personas mientras apuro el paso. Crucé la calle y sigo pero de pronto siento que comienzan a caer gotas sobre mi, comencé a correr y aún falta para llegar. La lluvia comenzó a ser más intensa de inmediato me detuve y entré en una tienda. Al entrar pude escuchar esa típica campanita. Cerré la puerta y miré al frente solo hay una mujer de unos setenta años.

El sitio es totalmente rojo, de un rojo intenso, hay unas sillas blancas y en un área del lugar se encuentra un mini parque para niños, juguetes, pelotas etc.

—Hola —le sonreí a la señora se cabello totalmente blanco quien me observa con el rostro fruncido —. Yo… Lo siento está lloviendo muy fuerte allí afuera.

Ella afirmó una vez —No se preocupe.

—¿Puedo sentarme…? —inquirí señalando la silla.

La señora asintió.

Eso hice me senté y me encargué de observar todo ¿Qué es esto?

Pasaron varios minutos y la lluvia acabo así que me tocó encaminarme nuevamente al edificio.

—Muchas gracias —me levanté y comencé a caminar.

—¡Hey niña! —escuché que llamó la señora.

Me giré y la observé —Dígame.

Me lanzó una mirada de pies a cabeza con atención.

—¿Qué edad tienes?

—23 —le regalé una sonrisa de labios apretados.

Afirmó —Eres joven ¿Estás interesada en trabajar?

Mi corazón dio un saltó.

—Si, por supuesto —asentí.

—Bueno es un trabajo de tiempo completo. Esto es una agencia se niñeras —la señora de sacó de una cajita una tarjetica rectangular de color rojo y la extendió hacia mi mientras me observa con seriedad.

Me acerqué con paso lentos y agarre la tarjeta que dice: No dejé a su hijo solo. Solicite su niñera 06377337.

Subí la mirada para encontrarme con sus ojos azules claros.

—¿Me explica? —la observé fijamente.

—Claro — tragó con suavidad y entrelazó sus manos mientras me mira —. Es fácil. En éste lugar hay chicas que están disponibles para el servicio de niñera. Alguna persona que necesiten una simplemente llaman y se le da lo que quiere, veo que eres joven y mayormente buscan a chicas así como tú.

Asentí.

—¿Quieres? Solo me queda un puesto —hizo una pausa —. Si quieres trabajo rápido este es el lugar.

—Si lo necesito… —miré la tarjeta.

—Entendido —miró la laptop sobre su escritorio de color blanco —. Solo te diré las desventajas.

—Escuchó con atención —asintió rápidamente y sonreí.

—Niños —comentó con seriedad —. Ventajas, dinero. La paga es muy buena, la mayoría de las personas que solicitan nuestros servicios son personas adineradas.

Pestañe y dejé sonreír —Pero…

En ese momento la campanita sonó y me giré para mirar a la persona que entró. Es una chica más o menos de mi edad y usa un vestido que llega por sus rodillas con un pequeño lazo color blanco en su cintura, con unas zapatillas blancas. Pero lo que más llama la atención es su cabello castaño. De su lado derecho está corto algo disparejo y llega a sus mejillas y del lado izquierdo llega a sus caderas.

La castaña se detuvo frente a nosotras y secó su rostro llenó de lágrimas.

—¡Solo me quedé dormida un maldito minuto! —subió su dedo índice mirándonos a ambas —. ¡Un maldito minuto! ¡Y la niña asquerosa esa comenzó a jugar conmigo como si fuera una de sus Barbies! — sollozó—. ¡Y mira lo que hizo! —comenzó a llorar con fuerza.

La señora sacó un pañito y se lo entregó. La chica lloraba con fuerza y luego con el paño sonó su nariz.

—¡Esa niña hizo que mi espíritu de querer ser madre desapareciera! —exclamó mientras vemos como baja secreción nasal por su nariz.

Yo señale mi nariz sutilmente mientras la miro fijamente.

Ella aspiró y el líquido subió. Es tan asqueroso, pero gracioso.

—¡No la soporto! —lloró con tristeza y líquido volvió a bajar.

—Oye he… —señale nuevamente mi nariz.

La señora suspiro exasperada.

—¡Limpiaste los mocos Bett! —pronunció entre dientes y le lanzó otro paño al rostro.

La chica aspiró nuevamente y se limpio la nariz, después el rostro.

—¡Y deja de llorar, que te ibas a casar y cancelaste la boda solo porque Carl tenía orejas grandes y tu hijo las iba heredar! —la regaño —. ¡Ahorita estuvieras en algún lugar del Caribe bastarda!

—¡Mamá! —exclamó ella llorando pero más calmada.

Las miré a ambas. Ya entiendo su parecido.

—Si quieres el trabajo preséntate mañana a las siete AM —la señora se retiró por una puerta blanca.

Miré a la chica y ella ya lo hacía.

—Es que no quería que le pusieran de apodo Dumbo —murmuró —. En la escuela ponen apodos —tomó una bocana de aire —. A mí me decían chata, por qué no tenía trasero.

Asentí mientras junto mis cejas.

—Luego el Dios de la silicona me hizo el milagro —señalo sus senos —. Senos y trasero —sonrió.

—¡Yo diría el dinero de Carl! — exclamó la señora desde lejos.

Ella resoplo y se retiró por la puerta dónde entro la señora. Y yo salí del la tienda, ya había dejado de llover así que me fui de nuevo caminó al edificio. Cuando ya llevo varios minutos caminando me detuve en una heladería y compré una paleta de sabor a limón, es mi favorito. Pagué y salí de la heladería y continúe mi caminó lentamente mientras quito la envoltura del helado y lo miró. Se ve tan delicioso. Miré al frente y cuando abrí mi boca para dar la primera lamida, una camioneta plateada pasó a toda velocidad por mi lado y cuando piso el charco me lleno de agua sucia. Me detuve en seco aún con la boca abierta, me llenó por completo. Mi cabello, mi ropa, todo, nada se salvó y hasta tragué agua sucia.

Miré mi helado que destila gotitas de agua sucia y pude ver como la personas me miraban con rostro graciosos y llenos de asco.

Sacudí mis manos asqueada y corrí hasta un bote de basura y lanzando el helado completo allí.

¿Quién habrá sido el malnacido o mal nacida que hizo eso?

Comencé a dar pasos largos y luego de unos minutos llegué al edificio y entré, obviamente todos me miran, es tan deprimente. Al llegar a la casa me quité todo y entré a la ducha para darme un baño muy profundo y cepille mis dientes. Espero no enfermarme.

Al estar ya con mi ropa cómoda marque y pedí mi ensalada de todos los días. Mi madre me hacía todo y no aprendí a cocinar es por eso que mientras he estado aquí compro comida. Si… se que eso no ayuda para mí bolsillo.

La ensalada llegó y comencé mi comida.

Las horas después del almuerzo se resumen en dormir. Soy extremadamente dormilona puedo dormir muchas horas al día. Así que luego de mi rica comida me fui a dormir.

                                ***

Al día siguiente me levanté temprano Y me fui a ese lugar. Créanme me lo pensé durante la noche, nunca he cuidado a niños la única cosa pequeña que he cuidado es el perrito de mi tía Lily y era muy desastroso. Entonces sin perder más tiempo ya lista me marche a ese lugar.

Luego de casi una hora logre llegar al lugar y entré, pude ver a la señora vestida con su vestido rojo impecable detrás del escritorio. De inmediato me observó con seriedad.

—Viniste —comentó mirando la computadora mientras mueve sus dedos frenéticamente sobre el teclado.

—Si voy a querer el trabajo —me detuve frente a ella.

Ella sonrió mirando la laptop—Me imaginé.

—¿Cuándo comienzo?

Ella sonrió y me adentré una hoja —Ahorita. Llena esa planilla.

Afirmé y eso hice llené todo lo que preguntaban sobre mi, más que todo mis cosas personales.

Y entonces los teléfonos comenzaron a sonar.

—Veremos que niño cuidaras hoy — ella movió sus dedo mirando los tres teléfonos rojos sobre el escritorio —. Seleccionaré esté. Mina hoy será tu día de suerte.

Ella levantó uno de los teléfonos y habló. Después de unos minutos colgó y me observó con el señor fruncido.

—¿Qué ocurre?

—Nada. Quieren tu servicio a partir de las ocho de la noche y vendrán por ti a esa hora.

Asentí lentamente.

—Muy bien…. Entonces vuelvo por la noche.

El teléfono volvió a sonar y ella atendió, me detuve al ver el ademán que hizo con su mano.

Después que terminó de hablar me observó con atención — Necesitan un servicio por dos horas para cuidar un niño ¿Lo quieres o esperas hasta las ocho?

Más dinero obviamente.

—Lo quiero —asentí.

—Perfecto —ella se agachó desapareciendo por detrás del alto escritorio. Después se levantó y me entregó un vestido del mismos color y modelo que el estaba usan la chica de ayer, junto con unas zapatillas —. Colócate eso, que vendrán por en cinco minutos.

—Si, por supuesto.

Entré por la puerta blanca, que es como una habitación grande con muebles y una mesa, hay otra puerta me supuse que es el baño así que entre y me coloqué es vestido. Me queda entre ceñido y holgado, el cuello es alto, llega dos centímetros más arriba de mis rodillas, ate el cinturón que tiene un pequeño lazo en el medio y me coloqué los tenis color blanco. Me queda todo a la medida.

—¿Qué tal? —comenté deteniéndome frente a ella.

—Muy bonito —ella sonrió con amabilidad —. Eres un linda chica Mina — miró su nuevamente la laptop —. Deberías ser modelo, aprovecha tu belleza, tu juventud.

Sonreí ampliamente mostrando los dientes. Jamás nadie me había dicho tal cosa, de esa formar tan sincera. No incluiré las veces que me dijeron cosas bonita sobre mi físico, solo para acostarse conmigo. Hombres y bueno algunas mujeres…

—¿Cómo es su nombre? —inquirí mirándola con atención.

—Soy Malta Benz —asentí.

En ese momento se escuchó una bocina, la señora me hizo señal que saliera y eso hice. Al estar ya fuera pude ver un Audi color blanco y un hombre con rostro neutro, que usa un traje ejecutivo abrió la puerta trasera y subí, cerro la puerta y después subió él.

Comenzó a conducir tranquilamente en silencio.

—Buenos días —saludé al hombre.

—Buenos días —contestó cortante.

Miré por la ventana, esperando que mi día sea bueno.

Después de tráfico nos detuvimos frente a una mansión con ventanas victorianas y de tres pisos. El hombre blanco y pelinegro abrió la puerta y yo bajé.

—Sígame por favor—ordenó.

Las rejas se abrieron y entramos por el pequeño camino de piedra que da directo a la puerta. Al llegar nos adentramos en la casa y es hermosa el piso es tipo tablero de ajedrez las escaleras son tipo zigzag y las paredes son blancas, es muy lujosa. En ese momento vi a una mujer con vestido ejecutivo ceñido al cuerpo, piel blanca, cabello rubio y ojos azules. Es hermosa.

—Hola — me observó de pies a cabeza con desagrado —. ¿Eres la niñera?

—Si señora —afirmé con seriedad.

—Esta bien —la mujer acomodó su largo cabello con elegancia. Desde mi lugar puedo percibir su perfume caro —. Está arriba. Solo serán dos horas —me regaló una sonrisa hipócrita y se marchó.

Escuché la puerta detrás de mí y eso indica que se habían ido. Así que comencé a subir las largas escaleras del mismo color del piso y luego de unos minutos llegué a un pasillo largo lleno de puertas. Mientras camino lentamente buscando la de la habitación donde esté ese niño. Todas son blancas. Vi una está entre abierta y bueno decidí tocar y de inmediato escuché un adelante.

Abrí y me encontré con un señor viejo acostado en una cama.

—Lo siento yo… —lo miré y le sonreí con Vergüenza —. ¿Cuál es la habitación del niño?

El señor sonrió —Aquí no hay niños.

Pestañee confusa —¿Pero para que solicitaron una niñera?

—¡Oh! Tú eres la niñera —soltó una risita —. Allí están mis medicinas —señaló con su dedo.

—Yo cre… —arrugue mi frente y él me interrumpió.

—Mi enfermera tuvo que salir de viaje y no conseguimos a nadie, entonces optamos por una niñera —me miró con atención —. Para que me cuide por dos horas.

Lo miré por un momento y bueno que más da ya estoy aquí. Me adentré en el lugar y me acerque a la mesita de noche donde está una caja de pastillas y una botella de agua, a su lado un vaso de cristal.

Entonces llene por la mitad el vaso con agua y agarre la pastilla. El señor se sentó sobre la cama y le entregué la pastilla, luego le di el vaso de agua y el tomo su pastilla.

—Gracias —agradeció el señor quién dejó el vaso sobre la mesa.

Hice una afirmación sonriéndole y me senté en un mueble de terciopelo cerca de la cama.

—¿Cómo te llamas? —interrogó él.

—Mina Black —me levanté para estrechar su mano.

—Thomas Gray —sonrió lentamente —. Eres muy linda.

Ay es tan tierno.

Le regalé una amplia sonrisa —Gracias señor.

—Oye mira allí detrás de ti hay una pelotita ¿Me la podrías pasar? Es para ejercitar mi mano —pidió él.

Asentí —Por supuesto —me giré vi que está en el suelo, así que me puse en cuclillas y la agarre me volví a dar a vuelta nuevamente y se la entregué.

El ya tenía una sonrisa en su rostro y la sujetó —Gracias, señorita.

—De nada —sonreí mirándolo —. ¿Qué edad tiene?

—Ochenta.

—Ha está bien…

—Pero tengo una buena vista —curvo sus labios y bajo su mirada a mis piernas —. Lindo bikini color negro —levantó las cejas con malicia.

Eso me dio tanto asco.

Abrí mi boca indignada y le di una bofetada.

—¡Viejo asqueroso! —me aleje de él y me fui en dirección a la puerta para irme.

—¿A dónde vas? —cuestionó de inmediato.

—¡Lejos de usted viejo asqueroso! —abrí la puerta y salí.

—¡NO TE PAGARÉ NADA! —gritó desde adentro.

Me regresé y lo miré al también lo hizo.

—¡Váyase al Carajo! — le hice un gesto obsceno con mi dedo.

Que horrible comenzó mi día.

Salí de inmediato de ese lugar. Comencé a caminar por la acera y por el camino pude ver a un perrito pequeño, está mojado y temblando del frío. Me dio tanta cosa verlo así y entonces me detuve. No tengo a nadie aquí ni siquiera amigos y alguien que me haga compañía y entonces lo agarre.

—Seremos buenos amigos — le sonreí mirándolo.

Es de color negro peludo.

Me encaminé y agarré un bus. Luego de un rato algo largo, llegué al edificio y me senté sobre el sofá para llamar y pedir mi almuerzo.

—Hoy comeremos pizza —le comenté al perrito que se encuentra a mi lado en el sofá.

Encendí la tv comencé a cambiar de canal, buscando algo interesante, me detuve en uno de noticias al ver la imagen de un avión estrellado en una montaña y decidí escuchar.

—Ya un año del catastrófico accidente de la familia Lecomte — comunicó el hombre moreno.

—Terrible y aún no hay rastros de la familia —habló su compañero —. Una de las familias más adineradas de Inglaterra.

El timbre sonó y me levanté de inmediato.

—Llego la comida pequeñin —abrí la puerta para ver el rostro pálido de Ben, quién me entregó la pizza —. Gracias…

Saqué dinero del bolsillo de mi jeans.

—Perdona… —el miró mi vestido con una sonrisa divertida —. ¿Eres la p**a de santa?

Rodé los ojos y sonríe.

—Muérete Ben —le cerré la puerta en la cara.

Bueno hice amistad con el chico que entrega las pizzas, así que por lo menos conozco a alguien.

Fui a la cocina y agarré un plato pequeño, después volví al sofá. Coloqué el plato frente al perrito y después abrí la caja de pizza agarré un pedazo y la dejé en el plato del perrito quién me observa.

—Esa es tuya —agarré otro pesado —. Y está es mía.

Entonces pequeñin y yo comenzamos nuestro almuerzo.

—Oye pequeñin sabías que la pizza tiene todos los grupos de alimentos?— sonreí mirándolo —. Se que no me vas a responder pero… se que me escuchas —le pegué otro mordisco a mi pedazo de pizza.

Pasaron las horas y se hizo la hora de irme. Me quité el vestido porqué literal me veo como la p**a de santa. Ben tiene razón y solo me coloqué uno de mis típicos Jeans y un Jersey. Antes de irme le di una vuelta al perrito que se encuentra muy dormido. Así que me fui.

Al llegar pude ver a la señora Malta y el lugar está lleno de chicas con vestidos rojos.

Es algo gracioso. Debería llamarse la guardería de Caperucita roja.

Ella me miró y me hizo un ademán que me acercara y eso hice.

—Llegas justo a las ocho, creo que algo tarde —expresó con seriedad.

—No importa —la miré con el ceño fruncido —. Espero que no sea un viejo pervertido como el de hoy.

Ella soltó una carcajada y yo le lancé un mirada de pocos amigos.

—Lo siento —reprimió la risa —. ¿Te toco o algo? Para denunciar.

—No pero resultó ser adivino. Porque sabía el color de mi bikini sin yo mostrárselo —comenté con sarcasmo.

En ese momento sonó una bocina.

—¡Vete! —movió su mano —. Y lo siento, pensé que era un niño.

Retrocedí —¡Si! ¡Un niño de ochenta años!

Me giré y salí al estar fuera un hombre rubio de ojos azules con un traje de tres piezas color azul marino estaba afuera.

—¿La señorita Mina Black? —interrogó mirándome.

Asentí lentamente.

—Soy Loan Claers —extendió su mano.

Yo la sujeté —Un gusto.

—Por favor —señaló la puerta de la Range Rover color plateado y la abrió.

—Gracias —sonreí y subí. El hombre alto cerró la puerta y subió al asiento del copiloto para luego el chófer comenzar a conducir.

Luego de varios minutos en el tráfico nos detuvimos en un restaurant. El chófer abrió mi puerta y bajé, el hombre bajó también.

—Adelante señorita — señalo la puerta de color dorado.

Y entré junto a él. De inmediato me di cuenta que es un restaurante muy lujos. Es de color blanco con adornos dorados, en las mesas hay pequeñas lámparas con manteles blancos y suena una melodía lenta que proviene de un violín. Nos sentamos en la mesa.

—¿Qué desea comer?

Lo miré directo a sus ojos azules muy claros, bueno no es nada feo.

—Pizza —lo observé con seriedad.

Yo amo la pizza, soy feliz con ella.

El sonrió mirándome —Bueno lo que desee.

¿Yo no iba cuidar un niño? Estoy comenzando a creer que esa no es una agencia para niñeras, sino una para acompañantes sexuales o dama de compañía.

El rubio pidió la comida y después sacó un una pequeña libreta de su chaqueta junto con una pluma.

—Muy bien le haré una preguntas y usted debe responder con sinceridad —miró la libreta.

Asentí y sujeté la copa para tomar un poco de agua después la dejé dónde mismo.

—Adelante.

—¿Qué edad tienes? —comenzó.

—23 años

—¿Azul, rosado, verde o negro?

Fruncí mi ceño.

—Rosado —él afirmó —. Pero mi color favorito es el ciruela.

—Si no me importa, solo me importa saber si tiene alguna problema mental o algo así — comentó con los ojos puestos en la libreta.

Lo miré confusa.

—El color favorito de los Psicópatas es al Azul por eso pregunto ¿Alguna vez a cuidado niños?

Miré a otro lado pensativa y tragué con suavidad.

—Si muchos — sonreí ampliamente —. Una vez el bebé de mi… prima… era un pequeño de tres meses, la cosa es que me mordió el dedo y fue doloroso. En fin casa que nos suceden a los que cuidamos niño…

El juntó sus cejas y parpadeó —¿Un bebé con tres meses tenía dientes?

Ni p**a idea.

—Si —asentí rápidamente.

—Es la primera vez que escucho eso …

—Ya sabes… en la biblia dice que se verán cosas extrañas —le regalé una sonrisa forzada.

—¿Tienes alguna carrera?

Negué.

—¿Sufres de alguna enfermedad?

—No… si la menstruación fuera una…. —Me interrumpió.

—La menstruación no es una enfermedad — habló de inmediato.

Eso lo sé…

—¿De verdad no te gusta el color azul?

¿Qué me habrá querido decir?

—No.

—¿Tienes algún vicio?

Negué nuevamente.

—¿Tienes pareja?

—No.

—¿Estas embarazada?

—Si no tengo pareja obviamente no puedo estar embarazada. La única forma sería por el espíritu Santo y creo que eso no pasará..

—No es virgen… —tacho.

—¿Qué eso también? ¡JA! —me quejé mirando a otro lado —. Solo falta que me pregunté que tipo de sangre soy.

El rubio miró a varios lados y luego miró la libreta —De hecho es una de las que está en la lista — respondió con miedo.

Me levanté de golpe.

—No lo soporto más. Yo me Iré —me comencé alejar.

—¡Esperé!

—No lo puedo creer, primero un viejo pervertido y ahora un loco que solo me trajo para hacer preguntas personales —hablé para mí misma.

Cuando me iba encaminar por la acera el bloqueó mi pasó levantando sus manos.

—¡Espere por favor! —suplicó —. Fue mi jefe el no pudo venir y me dejó las preguntas. Lo siento lo de virgen… era broma.

Entonces tú eres Anastacia y yo soy Christian Gray.

Lo miré con rostro fruncido por un momento.

—¿Quién es usted?

—Su hombre de confianza, él señor Lecomte no se pudo presentar.

—¿Y quién m****a es él? —exclamé exasperada.

—Es el hermano del niño que debe cuidar.

Me relaje.

—Ah… está bien.

—Volvemos adentro aún queda una pregunta y hablar sobre el trabajo.

—Bueno —levanté mi mentón con los labios fruncidos —. Vamos.

Volvimos a entrar y nos sentamos en nuestros asuntos.

—Entonces siga…

El afirmó y volvió a ver la pequeña libreta.

—¿Es homosexual, bixesual … —lo interrumpí.

—Soy completamente heterosexual ¡Dios! ¿Acaso son homofóbicos?.

—No para nada. He … ¿Tiene mascotas?

—Un perrito —le sonreí.

—¿De que parte de Inglaterra eres?

—Manchester

—Muy bien ¿Qué tiempo de sangre es?— interrogó con miedo.

Rodé los ojos con fastidio.

—A+.

—Las preguntas se acabaron —avisó.

—¡Aleluya! —comenté irritada.

—Bueno hablemos del niño —el tomo un poco de vino de sus copa —. Tiene siete años, es un niño muy talentos y no mentiré algo travieso pero se puede manejar.

Asentí.

—Queremos que seas su niña por tiempo completo —hizo una pausa calculada —. De seis de la mañana a doce de la noche.

Abrí mis ojos —¡¿Y mi hijo?! Tengo que tener tiempo para él.

—Pero me dijo que no tenía hijo —Frunció el ceño.

Solté un suspiro — Pequeñín — musité tranquilamente.

En sus rostro aún se reflejaba confusión.

—¡Ay dios míos por dios! —rodé los ojos con fastidio —. ¡El perro!

—¡Aaah! —afirmó.

—El señor necesita que la persona que agarré el trabajo se vaya vivir a la casa.

Me quedé en silencio y me crucé de brazos mientras lo miró.

Piensa Mina, no tendrás que pagar por vivir, solo por dedicarte a ese niño y podrás entrar en una buena universidad. Se ven ricos así… que si.

—Yo puedo pero… pequeñin debe irse conmigo.

El asintió de —Por supuesto.

—Bien ¿Para cuándo necesitan que me vaya?

—Hoy.

Me quedé atónita.

Tragué rápidamente—¿Hoy?

—Si hoy ¿Tiene problemas para escuchar? — sacó levantó la pluma mientras me mira seriamente.

—No. Es solo que debo hacer la maletas y son casi las nueve de la noche señor…

—No se preocupe la esperaremos todo el tiempo que sea.

—Esta bien. Pero antes comamos —le sonreí.

—Si, claro —guardó la libreta dónde mismo.

Eso hicimos comimos y Lean me habló un poco de la casa y todo lo demás, después nos fuimos en dirección al edificio y comencé a empacar tranquilamente. Al estar con todo listo bajé y entregué la llave en recepción después junto con pequeñin subí a la lujosa camioneta mientras esperamos que el chófer suba todos el equipaje.

—¿Todo listo?

—Si — aseguré.

Sin perder más tiempo nos fuimos.

Minutos después nos detuvimos frente a una reja grande que se comenzó abrir. Luego de que se abrió el carro entró es un terreno grande, el camino por dónde pasamos es recto. La casa es de tres pisos gigantesca, con paredes color beige y ventanas grandes al frente hay un balcón grandísimo, jardines ingleses y una que otra fuente con estatuas, a lo lejos se ve una pequeño parque para niño y también un estanque, es un lugar muy lindo.

El carro se detuvo y bajé mirando la casa gigante frente a mi con, pequeñin en mis brazos.

—Es muy linda — acaricié su pelaje suavemente y después aspiré —. Hueles a cluaca —arrugue mi nariz.

—Señorita.

Subimos las cortas escaleras y el abrió.

Por los cielos mis ojos brillaron.

Esta casa es muy hermosa, piso de mármol color beige, las pareces son del mismo color con muchas pinturas y adornos elegantes, las escaleras son en forma de caracol.

—Robert suba el equipaje de la chica a una de las habitaciones —le ordenó él.

—Por ese pasillo de allí queda la cocina, si tiene hambre o le da sed.

Afirmé y lo miré.

—¿Y dónde está el niño?

—Probablemente dormido —confirmó.

—Buenas noches, mañana el señor hablara personalmente con usted.

—¿A que hora debo levantarme?

—Temprano —él me regaló un sonrisa de labios apretados —. Buenas noches están en su casa.

El se retiró y yo subí la escaleras en busca de mi habitación. Robert estaba esperando frente a la puertas seis puertas del pasillo largo.

—Gracias —le sonreí y me adentré en el pasillo, él se detuvo —. ¡Hey Robert!

El hombre vestido con traje elegante se giró y me observo.

—Voy a necesitar una cama para mí perro — pedí le sonriendo —. Buenas noches.

Entré a la habitación y cerré la puerta detrás de mi. La cama es gigante con mesitas de noche a ambos lados una peinadora, un closet y un baño, hay una tv gigantesca y hay un balcón.

Pero tengo mucho sueño y mañana hay que levantarse temprano. Le hice una cama de mantas a pequeñin y el se acurrucó yo me cambié de ropa y me acosté en la cama, envolviéndome en el cubre camas y luego apagué la lámpara de la mesita a mi lado derecho.

—Buenas noches pequeñin —y en segundos me quedé dormida.

                                   ***

Mi alarme sonó, son las seis así que con pasos llenos de pesadez me levanté y me fui al baño he hice mis necesidades y después me adentré en el closet para desempacar y arreglar mis cosas, que son pocas para un closet tan grande, pero ya compraré más cosas, guardé mis pocas joyas me detuve a mirar la cadena de oro que me dejó mi padre cuando murió, fue un golpe muy duro para ya que el era mi bastón y también era mi madre.

Mi madre se desapareció cuando yo tenía un año. Solo me dejó en la cuna con una nota y se largo. Pero yo crecí y me quedé con la duda del porqué se había ido. Decidí investigar un poco y logre saber que está aquí así que una de las cosas de venir aquí también fue por ella. Quiero encontrarla.

Guardé la medalla que lleva de dije un sol pequeño. Así me dice mi padre desde que nací y me regaló esa medalla para mí suerte, sus que esto es algo significativo para mí.

Ya vestidos decentemente me acerqué al balcón y abrí ambas puertas de vidrio y lo primero que vi fue a una persona escalando por la reja, una un Nono gris y un sudadera gris y usa la capucha.

—¡Están intentando entrar a la casa! —casi que grité.

Salí corriendo de la habitación y bajé las escaleras con rapidez y me fui por el pasillo de la cocina, busqué un sartén y me regresé me detuve al escuchar que la puerta se abrió, lentamente me acerque y pude ver al la persona que iba comenzar a subir las escaleras y lentamente caminé detrás de él cuando iba pisar el primer escalón golpeé su cabeza con el sartén.

—¡AAAH! —gimió de dolor tocándose la cabeza y se giró de inmediato.

—¡Intentas entrar a una casa ajena! —di con el sartén en su brazo y el volvió a gemir.

—¡Pero que te pasa! —exclamó de inmediato.

—¡LADRÓN! —grité y di una patada en sus bolas. Pude ver como agarró sus partes y se arrodilló quejándose de dolor y cuando le fui dar nuevamente con el sartén en su cabeza me detuve al escuchar el grito en el fondo.

—¡DETENTE! —escuché que gritó Loan.

Me giré y lo miré el tiene las manos en la cabeza y las cejas levantadas con cara horrorizada.

Me incorporé mirándolo —¿Qué sucede? Ese hombre intento entrar en la casa posiblemente para robar y me dices que me detenga —lo señale con el sartén —. ¡Es un ladrón!

—¡No es un ladrón señorita Mina! —se acercó hasta mí —. ¡Es Keiv Lecomte!

Fruncí el ceño —¿Conoces al ladrón?

—¡No es un ladrón! —casi que gritó —. Es el dueño de la casa, hermano del niño y tu jefe.

A Y D I O S.

Retrocedí un poco más y miré al chico que aún está de rodillas quejándose de dolor.

—¡Por favor aléjala de mi! —pronunció en voz baja con dolor.

Miré a Loan quién refleja preocupación en su mirada. Y yo solo subí las escaleras nuevamente, deseando que la tierra me tragara.

Mi primer día de trabajo real y golpeé a mi jefe con un sartén.

Hola. Un capítulo algo largo. Sorry y espero que les haya gustado. Si les gusta comenten libremente.

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