ANTEPASADO.
Cuando él se retiró los sirvientes levantaron la cabeza, y se pusieron a murmurar entre sí como buenas chismosas que eran.

—Los rumores eran ciertos, es realmente bello.

—Verdad? Qué me dices de sus ojos son iguales a los de-

—Ejem.

El mayordomo las interrumpió con su tos.

—No están aquí para meterse en la vida privada de sus majestades, sino para trabajar.

Fulminó a la que habló de los ojos de Sam y la dijo con una mirada siniestra.

—Sabes que está prohibido hablar de ese sujeto, menos delante de la reina, o es que además de ser una chismosa eres también una descerebrada?

La sirvienta se encogió de hombros con la cabeza agachada.

—Lo siento.

El mayordomo parpadeó, luego desvió su mirada.

—Espero que no se repita, así que pónganse a trabajar.

Las sirvientas obedecieron las órdenes del mayordomo y se pusieron a preparar algo de comer para sus reyes.

Al llegar Alexander en la habitación con su luna le dejó encima de la cama, y él se sentó a su lado, ambos se acurrucaron.

Él puso sus mano
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