Capítulo 28. Fingir.

Me niego a levantar la mirada del suelo. Me niego a hacerlo rotundamente porque sé que si lo hago alguien descubrirá lo que trato de ocultar. Las personas me observan porque es extraño que alguien lleve gafas de sol dentro de una oficina, sin embargo, nada me impedirá continuar con la tarea de ocultar mi rostro.

Las puertas del ascensor se abren y camino rápidamente hasta mi oficina sin detenerme a saludar a quien sea que se encontraba en el salón sentado, ya que solamente observé sus zapatos.

- ¡Ayzel!

Esa es la voz de José.

- H-hola, José, lo lamento, n-no te vi.

No regreso a ver, simplemente ingreso en mi oficina y me dispongo a comenzar con mi trabajo. En unas horas será la reunión de Alessia y debo tener preparado todas las carpetas y presentaciones.

- ¿Ayzel, estás bien?

José ingresa en mi oficina y rápidamente giro mi cuello para que solo el lado de mi rostro sin moretones quede expuesto.

- S-sí, sí. ¿Por qué no lo estaría?

Finjo que observo una
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