Capítulo 3

No puedo conciliar el sueño. Mi cabeza da vueltas y no sé la razón. Camino hacia la ventana una y otra vez, luego me detengo por un par de minutos para observar la vista de Madrid iluminado. Luego hacia mi alrededor y observo el par de pinturas que yacen apilados en mi sala de estar. Espero poder venderlos pronto, tengo que venderlas pronto o terminaré en la ruina.

Suelto todo el aire almacenado en mis pulmones, esta falta de sueño debe ser por el mismo estrés que siento de ya no tener a mi abuela, de no tener un solo peso y de que mi paga no me alcance para algo más que comer. Echo de menos a mi abuela, ella no se cansaba de repetir que iba a ser grande, que el mundo reconocería pronto mi talento y… que un día lograría mi sueño.

Sonrío y cierro los ojos tratando de recordar su tacto. Esos innumerables abrazos que recibía al día. Estoy a punto de volver a la cama cuando unos golpes en la puerta  me hacen sobresaltar.

—¡Vanessa abre!— mi respiración se corta, es mi padre de nuevo.

—Mierda —camino de un lado a otro, desesperada. Sé perfecto que si no abro despertará a los vecinos y lo llevaran a la policía otra vez así que me dirijo hacia la puerta dudando cada paso que doy.

—Vanessa, sé que estás ahí —cierro los ojos reprochándome a mi misma lo que haré, sé que tendrá consecuencias pero de no ser así, quien sabe que podría pasar, tomo la perilla del seguro y lo libero, es cuando la puerta se abre de un tirín dejando ver a mi padre borracho y hecho un desastre—. Aquí estás hija.

Se acerca a mí y me da un abrazo rápido, siento como mi cuerpo tiembla ante su contacto.

—¿Cómo estás?, ¿Extrañas a tu abuela?— no puedo responder, estoy presa del pánico que provoca. Mi padre tiene antecedentes violentos, golpeaba a mi madre y a mi abuela cuando no le proporcionaban lo que quería, generalmente dinero—. ¡Contéstame!

—Sí, la extraño —digo titubeando

—Lo sé, yo… también —su aliento es puro alcohol— Pero, para no perder la costumbre he venido a pedirte dinero, sabes que tu papá no ha podido conseguir trabajo y bueno, necesita comer.

Muestra una sonrisa de oreja a oreja, sé que todo esto es una mentira.

—No tengo dinero papá— mi voz es un susurro, escucho como comienza a maldecir y lo último que veo es su mano a punto de golpearme. Un fuerte estruendo resuena en mi cabeza cuando caigo al suelo, me quejo de la sorpresa y del dolor pero es ridículo, no parará.  

—Claro que tienes, ¿dónde está?, dámelo todo ¡ya! —otro golpe directo en las costillas me deja sin aire, mi cuerpo se retuerce en el suelo debido al dolor—. ¿Dónde carajos está Vanessa?

Como puedo apunto a mi bolso, no aguantaría un golpe más, ¿por qué me hace esto?, un padre debería e proteger a sus hijos, un padre debería… ser amoroso. Trato de sentarme en el suelo, y me siento muy mareada. Miro como vacía todo de mi bolso y toma el dinero.

—A la próxima, no te niegues y no te irá así— escucho la puerta cerrarse haciendo que me tranquilice, se ha ido, por fin se ha ido. Trato de moverme para poder ponerme de pie y caminar hacia el baño. Necesito ver que ha pasado conmigo, como me ha dejado y las marcas… pero el dolor no cesa, creo que es mejor dormir.

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