Un hombre extraño

Ni de niña había hecho tal pataleta a la hora de salir casi obligada de mi casa por mis padres. No puedo creer que se hayan desecho de mí como una basurita mal parqueada y solo por cuadrar el rostro de una chica; según, esta vez, fui un poco más violenta que las otras. No me culpen, ellas provocan que mis instintos salvajes afloren en segundos. Si no se burlaran de mí, nada de esto estuviera pasando; y no me estaría yendo a un lugar desconocido y para rematar, tener que vivir con mi hermana mayor y su prometido, el doctorcito que aún no tengo la dicha de no conocer y tampoco se me antoja mucho conocerle. Mi hermana me ha dicho lo aburrido y mal humorado que es; no quiero tener problemas con el señor de la casa.

— ¡Nicol! — escuché la alegre voz de mi hermana y sonreí corriendo a sus brazos. Llevaba un poco más de un año sin verla y luce mucho más delgada y refinada que antes —. Mi bolita preciosa, que bueno que llegaste. Ven, vamos a casa. Darren nos esta esperando en el auto. Estoy muy feliz de tenerte aquí, no fue nada fácil convencer a papá para que dejara que vivieras conmigo.

— Ah ¿entonces eres la causante de toda esta situación, palito? — reímos, hace mucho no nos llamamos por los sobrenombres que nos colocamos de niñas —. Sabes que te amo, pero estas próxima a casarte y yo  no quiero escuchar ruidos extraños en mitad de la noche.

Golpea mi brazo y caminamos hacia la salida del aeropuerto.

— Sabes que nunca he tenido sexo con Darren.

— ¿Y qué están esperando? O a tu querido no le funciona la dotación que le ha brindado Dios.

— No es eso, bolita — calla y se detiene —. Aveces pienso que tira la pelota para el mismo equipo.

El grito que di han de haberlo escuchado en la china, por qué todos prestaron su atención en nosotras.

— Palito, estas en serios problemas si la paquetería de ese hombre no funciona — giré y quedé frente a ella —. No te preocupes, que tu hermana menor, la chica virginal planeará un juego muy sensual para qué, esa hombría se levante de una vez por todas y con ello, dejas de pasar hambruna.

Aplastó los labios y borró la sonrisa de sus labios de inmediato.

— ¿Por qué tardan tanto? — dijo un varonil y tranquila voz a mis espaldas. Casi me ahogo con mi propia saliva ¿Será que mi cuñado me escuchó? Esperamos que no, o seré votada a la calle antes de tiempo —. Debo ir al consultorio, sabes que Marina ha dado a luz y el trabajo se ha vuelto más pesado para mí.

— Claro, mi amor — Aranza cruzó por mi lado y solté todo el aire que estaba reteniendo. Un punto para Nicol, el inservible no me oyó hablar de él —. Te presento a mi hermana, Nicol. Bolita, él es Darren, mi novio.

Giro y quedo como una estatua al ver el hombre tan guapo frente a mis ojos. Mi hermana tiene su encanto para conquistar a un hombre tan atractivo como Darren: es alto, de contextura muscular ancha, su color de piel es un poco más clara que la mía. Su cabello castaño, esta perfectamente peinado en una hacia atrás. Sus cejas son algo pobladas, pero le lucen a la perfección. Sus ojos son de color café y sus labios son algo delgados. Usa unos lentes de sol y podría jurar que este doctorcito ha roto más columnas vertebrales que un experimentado luchador ¿Que carajo hago pensando en eso? Sacudo la cabeza y sonrío cortésmente.

— Es un placer conocerte, Nicol — estira su mano y hago lo mismo; al sentir su toque, una corriente invade mi cuerpo en los pocos segundos de contacto —. En la noche te doy el recibimiento que mereces ¿vale? — eso sonó muy comprometedor ¿o soy yo la que notó en sus palabras el doble sentido? — Por el momento, debo irme ya.

Y sin siquiera despedirse de Aranza, se marchó. Que hombre. Veo su espalda alejarse y mis ojos se desvían solos al ajustado pantalón que remarca su redondo trasero.

¡Nicol, él es el prometido de tu hermana! Lo sé, lo sé. Pero una hojeadita no sienta mal.

— Tu novio es un hombre extraño — digo y Aranza ríe.

— Él es así. Vamos a casa, en la noche seguro llegará tarde — no digo más nada y la sigo al auto.

Al llegar a la casa, mi hermana ya había preparado una habitación en el piso de abajo para mí. Lo que agradecí enormemente porque detesto subir y bajar escaleras. De hecho, mi habitación era el sótano y mis padres me peleaban por no usar mi dormitorio junto a ellos, pero desde pequeña me ha gustado la privacidad. Una vez mi hermana me da el pequeño tour por la casa, sale hacia su trabajo como médica en una clínica. Me gustaría ser importante como ella, y que se sienta orgullosa de mí, pero es que la cago con tan solo pensar.

Pienso y le doy vueltas para saber que camino debo coger; siempre he soñado con ser maestra y dedicar todo ese amor que seguro debo tener para los niños. ¿Qué debo hacer con mi vida? Me tiro a la cama boca abajo y enciendo la computadora que me ha facilitado Aranza. Busco varias universidades y empiezo a sobre estimar costos y todos los gastos que abarca una carrera universitaria; para ello, debo conseguir un trabajo.

— Veamos a ver — murmuro y siento un carraspeo incómodo tras de mí. Giro la cabeza y me encuentro a Darren en el marco de la puerta viéndome con atención.

— Lo siento, creí que estabas dormida.  Debí tocar primero — dice algo nervioso y es donde caigo en cuenta que solo traigo puestos unos pantalones cortos, que dejan mi gran trasero a la vista. Me giro y mi cara arde de la vergüenza.

— No te disculpes, pienso que estoy en mi casa — aligero el ambiente y sonríe con una mirada que no logro descifrar —.  Que descortés de mi parte ¿Para que soy buena, Darren?.

Abre completamente la puerta y relame sus labios; algo que me hizo encender por dentro.

— Para azotar — murmuró y temblé. Lo escuché muy bien.

—¿Qué has dicho?.

— Vine a decirte que traje la cena, por si gustas comer conmigo — corrigió y estreché la mirada —. ¿Te gusta la pechuga rellena? — asiento y sonríe ladeado ¿o con malicia? —.  Vamos, no dejemos que se enfríe la comida — da medía vuelta y se pierde de mi vista. Suelto el aire retenido y sigo el camino hacia el comedor. Algo me dice que usa las palabras con doble sentido y que es un descarado. Entonces a mi mente llega las palabras de mi hermana ¿Será que no le gustan las mujeres?... y si hago un pequeño experimento, no me voy a quemar por hacerlo.


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