Anna y el Capullo
Anna y el Capullo
Por: kesii87
CAPÍTULO 1 – Así es mi vida.

La tienda estaba a rebosar aquel día, podía ver a miles de clientes pedir café mientras yo, sentada en uno de los sofás admiraba como mis trabajadores hacían su trabajo. Con aquel traje de rayas y aquellas zapatillas blancas que tanto adoraba. Intentando escuchar los consejos de mi abogado y amigo Philip, pero aquel día no podía parar de recordar el pasado, no podía dejar de acordarme de él…

Hang Tae Sang el único hombre al que realmente había amado en toda mi vida, aquel al que abandoné cinco años atrás, aquel al que aún amaba con todo mí ser.

Y sí, lo habéis adivinado, soy Ana, Ana Álvarez, retrasmitiendo desde la gran ciudad de Nueva York, donde vivía desde entonces.

¿Qué cómo se torció todo entre aquel hombre y yo?

Si os digo la verdad no lo sé, no sé en qué momento dejó de amarme, en qué momento se aburrió de mí. Pero lo cierto es que él ya no era el mismo, parecía cansado de aquella relación, de tener que compartir su vida conmigo, parecía que estar viviendo junto a él era una carga.

Así que me fui, sin mirar atrás, pretendiendo que nada me importaba, que ya no le amaba, pero lo cierto era que, si lo hacía, aún le seguía amando.

No estoy preparada para hablaros de cómo sucedieron las cosas, de que sucedió la noche en que me marché. Aún duele demasiado pensar en ello. Pensé que el dolor se marcharía con el tiempo, pero no fue así, seguía tan atormentada como al principio, y la horrible herida de mi corazón parecía no sanar del todo.

Así que tan sólo nos centraremos en mi abogado, que comenzaba a mirarme con interés, adivinando que no le estaba prestando atención alguna.

  • Ana, esto es inútil si no piensas escucharme – me reprochó, mientras yo me disculpaba y el proseguía su discurso – Pues cómo te comentaba, la señora Chang quiere que te quedes con este local y el de Seúl, ella comprende que no puedas trasladarte a Corea y obviamente está realmente agradecida con que hayas llevado tan bien este negocio. Ella te agradece tu comprensión y quiere que seas la dueña de los establecimientos. La única condición es que ella trabajará en la tienda de Seúl como tu socia, si estás de acuerdo tan sólo tienes que firmar aquí debajo y aquí…- comenzaba el abogado mientras me facilitaba un bolígrafo para que firmase, lo cual hice sin ningún apuro, ya que tan sólo era un trámite inútil, ya había hablado de todo aquello con la señora, pues ella temía que cuando ella muriese algún día, sus hijos pudiesen destrozar aquello que ella había luchado tanto por conseguir en sus negocios.- ¿iras a cambiarte antes de la fiesta? – Me preguntaba, esta vez en modo amigo.

  • Por supuesto, ¿o crees que voy a ir con estas pintas a mi propia fiesta de cumpleaños? – Pregunté divertida, aunque no me apetecía nada aquella fiesta, sabía que mis nuevos amigos lo habían preparado con esmero. Incluso habían invitado a mi hermano, que se encontraba por la ciudad en aquellos días.

  • Seguro que estarás deslumbrante, como siempre - me animaba Philip, intentando sacarme una sonrisa, pero era en vano, en aquel momento sentía demasiado dolor en mi corazón.

++++++++

Salí de mi casa media hora después de lo esperado, estaba deslumbrante, llevaba un largo vestido negro con media pierna descubierta y adornos dorados. Mi cabello peinado y alborotado a un lado, y maquillada con un ahumado, cómo solía hacerlo cada vez que tenía un evento.

Me monté en el auto con mis altos tacones, y le indiqué al chofer (que mis amigos habían alquilado) que podíamos irnos.

Al llegar al restaurante todos me estaban esperando en la mesa, Philip se levantó para ayudarme a sentarme en la mesa, pero mi hermano fue más rápido. Se acercó y me abrazó entusiasmado, ya que llevaba bastante tiempo sin verme, dos años y medio para ser exactos.

  • Estás espectacular – me aseguró, cuando me hube apartado de su abrazo.

  • Siento llegar tarde, pero este pelo es indomable – Aclaré mientras todos se reían por mis ocurrencias.

  • ¿qué vas a pedir? – Preguntaba mi amiga Sophi, indicándome que el camarero había llegado a nuestra mesa para coger nuestra comida.

  • Una musaka con strawberry – Añadí sin tan siquiera mirar la carta, pues ese era mi restaurante favorito, al que siempre solía asistir cuando tenía una reunión de trabajo.

  • Me alegro mucho que me hayas invitado – comenzaba mi hermano, mientras mis amigos volvían a la conversación que mantenían antes de que llegase - tus amigos son muy amables.

  • Hemos pensado – comenzó Sophi, haciendo que todos los demás guardaran silencio y mirasen hacia mí esperanzados. Yo sabía exactamente lo que habían pensado, pues llevaban 3 años intentando sacarme a bailar, pero aún no lo habían conseguido – que como hoy es tu cumpleaños iremos a la discoteca para celebrarlo.

  • Si, Sophi conoce al dueño del local y nos ha reservado una mesa - añadió Philip mientras yo sonreía amablemente. Por un día cedería, por un día les daría el gusto de verme bailar.

++++++

La cena había estado exquisita, incluso las copas de vino que nos habían puesto después. Mis amigos querían ir a bailar y yo no tenía apenas ánimos de ello, pero no podía negarme después de la fiesta que me habían preparado.

  • Es una suerte que la discoteca esté justo en frente del restaurante, ¿no crees? – Preguntaba Sophi – así no podrás escabullirte.

  • Y no moriremos de dolor con estos tacones – Reconocí, haciendo que todos riesen divertidos.

La discoteca estaba a rebosar, había muchos chicos guapos, o así me lo hizo llegar Jeane, la lianta del grupo y una excelente reportera de cotilleos, era toda una profesional en su trabajo.

  • Tendrás oportunidades de ligar – decía mi amiga, mientras yo sonreía, pues no era algo que tenía en mente, no después de lo que había pasado con él.

  • ¿qué te apetece tomar Ana? – Preguntaba Philip mientras observaba como mi hermano se pedía un margarita.

  • Tomaré un vodka con granadina. - admití, pues era lo que solía pedir siempre que iba a cualquier establecimiento que sirvieran bebidas.

  • Si, si, como siempre…- se quejaba mi hermano. Miró al camarero y gritó – Otro margarita.

Lo miré con cara de pocos amigos, pues siempre tenía que llevarme la contraria en todo. Agarré el margarita que el camarero acababa de servirme y caminé hacia las chicas, que se encontraban en una mesa junto a la pista y cuchicheaban nerviosas.

  • ¿de qué habláis? – Pregunté mientras todas me miraban asustadas por haber sido descubiertas por mí.

  • ¿Nosotras? – Preguntaba Jeane, intentando quitarle hierro al asunto, mientras dirigía la vista hacia mi hermano que acababa de llegar hasta nosotras - De nada…- sabía lo que estaban tramando, pero no me dejaría engatusar para liarme con nadie.

  • No pienso ligarme a nadie – les espeté mientras mi hermano dejaba escapar una sonrisilla maliciosa.

  • Vamos An, no seas así, olvídate ya de ese tipo. - Comenzaba Marcos, mi hermano, intentando que entrase en razón.

Le miré con desgana mientras me bebía la copa de un trago y dejaba el vaso sobre su mano, para luego caminar hacia la pista y comenzar a bailar. Quería olvidarme de todo, tan sólo quería disfrutar.

Lo habían conseguido, me había olvidado de todos mis problemas y ahora bailaba animadamente en la pista junto a mis amigas, algo borracha cabe destacar ya iba por mi décimo margarita.

De nuevo aquel coro que me importunaba, mis amigas cuchicheaban, me acerqué a ellas sin poder parar de bailar la canción de Justin Bieber – What do you means

  • Es súper guapo, ¿creéis que nos está mirando? – preguntaba Sophi mientras mi hermano me cogía de la cintura y seguía bailando conmigo. La verdad es que sus pasos habían mejorado bastante desde su boda. Aún podía recordar cómo se movía, junto a mi cuñada, en su propia boda, como si fuese un pato mareado.

  • ¿de quién habláis? – Pregunté mirando alrededor, intentando encontrar a qué se referían. Pero mi hermano volvió a darme un giro en ese justo instante, lo que evitó que ninguna de ellas pudiese responderme.

  • Mira Ana – comenzó Jeane cuando me hube librado de mi hermano - aquel asiático de la barra, ¿no está buenísimo?

Marcos volvió a agarrarme de la cintura para seguir bailando conmigo. Pero levanté el brazo para impedir que lo hiciera.

  • Estás muy pesado hoy – le espeté de mala gana mientras miraba hacia dónde Jeane me había indicado, divertida. Pero perdí la sonrisa en ese mismo instante, pues allí, junto a la barra, había un divertido Han Tae Sang que charlaba animadamente junto a dos americanos. - No – respondí hacia Jeane, que me miraba sin comprender – no me parece para nada atractivo, es horrendo…- aseguré mientras me volvía hacia ellas – es tarde… ¿deberíamos irnos ya?

  • De eso nada, es tu cumpleaños, y la noche es joven, aún no son ni las 3 – Respondía Sophi mientras agarraba a mi hermano del brazo para que bailase con ella.

M****a decía algo dentro de mí, si seguía allí el me descubriría, y no quería encontrármelo después de lo que había pasado, después de haberle abandonado.

Sí, como lo oís después de descubrir que él no me quería, esa misma noche, la noche en la que lo nombrarían CEO del complejo, me marché sin decir una sola palabra. Estaba cansada de ser tratada como una imbécil. Sencillamente no me apetecía volver a ver su cara, volver a sentir como volvía a fingir delante de mí que me amaba cuando delante de otros tan sólo era una más.

Vi a Gustaff que acababa de venir con su recién pedida copa, y se la quité de las manos mientras me la bebía entera, haciendo que el muchacho me mirase asombrado.

  • ¿qué mosca le ha picado? – Preguntaba hacia las chicas, pero ellas no le dieron mayor importancia - Ella no suele beber alcohol a secas ¿qué le habéis hecho?

  • Nosotras no le hemos hecho nada – exclamaba Sophi mientras me miraba con cara de malas pulgas.

  • ¿Qué pasa? – Pregunté - ¿No puede una chica divertirse? – Inquirí mientras volvía a poner la copa vacía en su mano y me ponía a bailar como si me pagasen por ello, sin parar de reír como si me hubiesen dado cuerda.

En aquel momento ya no sabía si reía porque me estaba divirtiendo o porque estaba tan borracha que ya no sabía si reír o llorar.

  • ¡Qué pedazo de diosa! – Escuché a un hombre, mientras bailaba, podía escuchar a mis amigas riendo junto a mí, así que pasé del comentario, mientras seguía dándolo todo en la pista.

  • ¿Crees que me está mirando a mí? – Preguntaba Jeane a escasos pasos de mí, mientras Sophi negaba con la cabeza, intentando encontrar a mi hermano que se había escabullido con éxito.

Sospechaba que a Sophi le había gustado mi hermano, pero él estaba demasiado enamorado de mi cuñada como para responder a las insinuaciones de mi amiga.

  • No seas idiota, me está mirando a mí. - le espetaba Jeane, mientras yo seguía bailando sin prestarles demasiada atención.

  • Se está acercando…- comenzaba Sophi nerviosa - ¡calla!

  • Hola – dijo una voz tras de mí, haciendo que se me pasase la borrachera de repente, y esas ganas de bailar que tenía. Me di la vuelta hacia él, encontrando frente a mí a Han Tae Sang, y sí, he de reconocer que estaba bastante apuesto.

  • Pues no, la estaba mirando a ella – Corrigió Jeane con cara de pocos amigos, mientras cruzaba los brazos molesta.

  • Bueno, miremos el lado bueno, al menos hemos conseguido que ligue – decía Sophi mientras yo le lanzaba una mirada asesina.

  • Tan preciosa como siempre…- comenzó él de nuevo, mientras yo me sentía fuera de lugar, en aquel momento quería que la tierra se abriese y me tragase.

  • ¿qué te trae por aquí? – pregunté, intentando adivinar como me había encontrado, y si me reprocharía que lo hubiese abandonado, aunque no me importaba, ahora que sabía que nunca me había amado, que tan sólo había estado echando el rato conmigo…

  • Podemos hablar allí… - comenzó, indicando unos sofás, alejados de la pista de baile y del ruido.

  • Estoy bien aquí – le respondí, haciendo que el perdiese su amable sonrisa, me agarrase del brazo molesto y tirase de mí hacia el otro lado de la pista de baile, junto a los servicios. Mientras, sentía como el corazón se me subía a la boca con el ataque de nervios que estaba por darme

  • Estoy aquí por trabajo – anunció con la mirada fija en la pista de baile que se hallaba a mis espaldas. Pero entonces la levantó y giró la cabeza para mirarme directamente a los ojos - aunque te mentiría si te dijese que no sabía que estabas aquí.

Estaba totalmente congelada en aquel momento, no sabía cómo reaccionar ante aquello y estaba claro de que él no iba a decir nada más. Así que aquel silencio estaba resultando bastante incómodo.

  • He oído que te va muy bien en tu nueva tienda de café.- comenzó, al percatarse de que yo no iba a pronunciar palabra alguna.

  • Si me va muy bien – admití mientras bajaba la mirada. Estar allí con él, después de todo lo que había pasado entre nosotros me hacía sentir muy incómoda.- ¿cómo van las cosas en la empresa? – Pregunté, intentando sacar algún tema de conversación que nos acercase un poco más.

  • Van de maravilla, ya soy el presidente de la compañía.- Admitía con seguridad en sí mismo.

  • Sabía que lo lograrías….- le animé, aunque bajé la cabeza al notar su mirada - ¿tu padre está bien? – Pregunté, pues la verdad era que a pesar de llevarme fatal con su madre, su padre siempre me había acogido en su casa como una

  • Si, él está bien.- Aseguraba divertido.

De nuevo aquel silencio nos invadía y yo sentía que me ahogaba allí dentro. Aquella situación me estaba superando. Estar frente al hombre al que amaba, con aquel con el que había compartido tanto y pensar que en aquel momento se sentía como si fuésemos dos desconocidos, era algo que no me hacía daño.

  • Tengo que volver con mis amigos… - comencé mientras me encaminaba hacia la pista con rapidez, donde mi hermano y mis amigos seguían bailando.

  • Espera – me rogaba mientras agarraba mi mano, pero al notar mi mirada la soltó al instante. - podríamos salir de aquí, podríamos ir a caminar. - intentaba agradarme. Podía verlo claramente en su mirada, tan sólo estaba fingiendo para conseguir que me quedase a su lado. Pero aquello ya no funcionaba conmigo, ya no quería tener nada que ver con él.

  • ¿Aún te queda algo por decirme? – Pregunté con odio en mi rostro, aunque él no pareció percatarse de ello – Adelante, puedes decírmelo aquí. - le animé mientras me sentaba en un taburete, junto a la barra, admirando como él lo hacía también.

  • Ana… mi corazón…- comenzó, pero ya sabía lo que pretendía, no dejaría que volviese a engañarme, no quería escuchar sus mentiras otra vez.

  • Es suficiente – dije mientras volvía a levantarme, admirando como él también lo hacía – no quiero escucharlo.

Caminé hacia la pista, dejándole atrás, hacia Joseph, que mantenía su recién pedida copa en alto, se la arrebaté y volví a bebérmela de un trago.

  • ¡Ana! ¿Qué ocurre contigo? – se quejaba mi amigo, mientras yo caminaba hacia el otro lado del local, hacia la salida.

Me sentía mareada, quería que todo aquello cesase de una vez, pero el destino no estaba dispuesto a dejarme marchar tan fácilmente.

Han Tae Sang volvió a tirar de mí, dándome la vuelta, para luego tirar de mí hacia el exterior.

  • Te llevaré a casa, dime dónde vives y yo conduciré por ti

  • No es necesario – dije soltándome de él – puedo coger un taxi.

  • Ana, ya es suficiente ¿qué demonios te pasa? – Preguntaba defraudado, mientras mi odio se hacía partícipe. - Tú fuiste la que me dejaste atrás no yo…

En ese momento no pude evitarlo, levanté la mano y le di una cachetada, haciendo que el tirase de mí y me acercase a él

  • Deja de ser tan dura conmigo. - me espetó mientras yo miraba hacia sus ojos dubitativa. En aquel momento no parecía tan malo. Parecía que era él, aquel hombre que sanó mi corazón una vez, que alejó los fantasmas de mi pasado, que me apartó de la oscuridad. Por un momento con todo mi corazón deseé que fuese él, que todo fuese mentira y que él realmente me amase, por un momento mi vista se nubló, por un momento deseé que me besara y que me dijese cuanto me amaba, y a causa de ese momento en el que flaqueé me volví vulnerable y caí en sus redes de nuevo.- Oh, Ana, estás tan sexy… - me susurró mientras miraba a mis labios. El deseaba besarme, podía sentirlo. Estaba nerviosa por lo que sucedería después, pero mi curiosidad era más grande en aquel momento.

Acercó su rostro al mío lentamente y me besó, haciendo que olvidase todo, en aquel momento sólo quería estar con él, abrazarle, sentirme suya, no me importaba lo que pasaría después, ni siquiera me importaba volver a ser engañada, tan sólo quería volver a sentirme amada una vez más, aunque todo fuese mentira después.

Me aferré a él, a sus besos y entonces todo cesó.

El agarró mi mano con fuerza y tiró de mí hacia el otro lado de la calle, donde paraba un taxi y me empujaba al interior…

  • Al Golden Palace – ordenó mientras el taxi iniciaba su marcha - le pagaré un extra si ignora lo que hagamos aquí atrás

  • Está hecho señor – Aseguró el taxista mientras subía la ventanilla que separaba la parte de atrás de la de delante.

  • ¿qué es lo que vamos a hacer aquí detrás? – Pregunté nerviosa, temiendo realmente que pudiésemos llegar a hacer algo de lo que nos arrepentiríamos al día siguiente.

  • Shhh, no le está permitido hablar, señorita. - Me prohibía mientras agarraba mi rostro y lo acercaba al suyo.

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