*CAPÍTULO 3*

Ivette, pasó gran parte de la mañana en la habitación que le fue asignada. Intentaba calmar sus emociones y pensamientos, que para ese momento estaban hechos un torbellino. No entendía porqué aquellos ojos grises en apariencia tan fríos, lograban perturbarla tanto.

Debía asumirlo. . . al menos para ella.

-Te atrae, Ivette- se dijo con frustración- el sinvergüenza del Príncipe, te atrae.- bufó sintiéndose impotente por no poder controlar lo que sentía- ¡Por Dios, Ivette Cooper, ese hombre es un descarado!

Los sentimientos deberían tener una especie de interruptor, uno debía decidir cuando accionarlo y cuando prescindir de ellos, de ese modo las personas se evitarían tanto dolor y sufrimiento.

Llevaba tres meses saliendo con James, y era un chico realmente hermoso, la trataba como toda una dama, le hacia lindos presentes y era muy respetuoso, siempre haciendo gala de sus buenos modales y su gran educación. 

Teniendo un hombre así, ¿cómo era posible que suspirara pensando en aquel diablillo del desierto?, era hermoso, eso si. . . .Increíblemente hermoso, pero también era descarado, sarcástico, sinvergüenza, mujeriego, y se creía el ombligo del mundo. 

¿Por qué había cometido la estupidez de fijarse precisamente en él?, además de todos esos claros defectos, su costumbre era tan diferente, era cierto que había funcionado con Bella y Zabdiel, pero. . . El Jeque adoraba a su amiga, la amaba con locura, se veía en la forma en que la miraba, en los gestos que le dedicaba, en como le hablaba, ese hombre moría de amor por su amiga. . . pero su hermano, el Príncipe, era todo lo contrario al Jeque. 

No tenía futuro alguno a su lado, así que lo mejor era no dejarse arrastrar por las pasiones y los bajos instintos carnales, porque de nada valdría satisfacer los deseos del cuerpo, cuando el alma no estaba siendo alimentada. Bien podía sonar anticuada y del siglo pasado, pero había decidido no dormir con un hombre, no hasta el matrimonio, pero al menos hasta estar segura de que lo que sintiese fuese amor, y lo más importante. . . estar segura de ser correspondida con el mismo amor, y era obvio que ese no era el caso de Zahir Amir Mubarack Mararmara, él no era hombre de una sola mujer. 

Casi gimió frustrada. Y decidió intentar dormir algo antes de la hora del almuerzo, el viaje había sido largo y agotador. 

No supo cuando se quedó dormida, pero despertó con un fuerte llamado a la puerta.

-Adelante- dijo algo dormida aún. Una hermosa chica de largo cabello y lindos ojos oscuros como el azabache había entrado y la miraba sonriente. 

-Su Majestad, la Reina me ha pedido que le informe que en media hora se servirá la comida.

-Claro- le sonrió con ternura- estaré allí. Muchísimas gracias, Maishea.

-¿Necesita que la ayude a bañar?

-No, no hace falta, lo puedo hacer sola- respondió incomoda, no entendía eso de bañarla, no era una niña.

-¿Le preparo el baño?

-No Maishea, puedo hacerlo sola- repitió- Si te necesito, te llamo.

-Con su permiso, señorita Cooper.

-Adelante.

Maishea, era una linda chica, bastante amable y muy atenta, era la segunda vez que venía a Norusakistan y en ambas ocasiones la habían seleccionado como su ayudante. Era dulce, cariñosa, muy atenta y servicial. ¿Sería casada?, seguramente si, las chicas jóvenes y exóticas como ella, no duran solteras en un país como este. Naiara, también era joven y muy bonita y había tenido la dicha de casarse con un buen hombre como Haimir, que evidentemente la adoraba.

Casi lloró frustrada. Haimir y Naiara, Isabella y Zabdiel, Suseth y Matt. Todos se casaban, todos era felices. . .todos, menos ella. 

Después de alistarse para la comida, se miró por ultima vez en el amplio espejo y sonrió triste. Ella también era hermosa. . . . Quizás James. . . 

Bufó de nuevo y se encaminó a salir de su habitación. 

Caminó por el pasillo y casi grito asustada cuando una mano la tomó del hombro mientras caminaba.

-¡Oh por Dios!- gimió girándose para ver quién la sorprendía- ¡casi me mata del susto, Alteza!- lo miró con ojos enormes y una mano en el pecho. 

-Siempre he presumido de mi supuesto gran atractivo, señorita Cooper, es una decepción que me haga saber de esta manera, que soy tan feo que podría matarle del puro susto. 

-¡Qué buen humor tiene hoy!- le dijo intentando calmar los saltos que daba su corazón. . . y ya no eran causados por el susto. 

-Siempre- le dedicó una hermosa sonrisa- el mal humor es para gente poca agraciada- dijo con arrogancia- los atractivos tendemos a sonreír para no arruinar nuestra belleza.

-¡Es tan vanidosos que seguramente su habitación está llena de espejos!

-¡Con qué quiere entrar a mi habitación- le dijo con todo seductor, y luego ronroneó- será un placer mostrársela!

-¡Lamento decepcionarlo, Alteza- le dijo indignada, intentando no ruborizarse y mantenerse lo calmada. . . . Como si fuese posible- pero no tengo el mínimo interés en conocer sus aposentos!

-¿Sabe cuál es su problema, señorita Cooper?- le pregunta- te gusto, lo sé- afirmó- pero te niegas a seguir tus instintos, a dejarte arrastrar por la pasión que sabes, encontraras en mis brazos- dijo arrinconándola contra la pared. 

Ivette, sintió como la pared chocaba con su espalda y quiso gritar y salir huyendo, porque había recordado el beso. . . el estúpido beso. 

-¿Sabe cuál es su problema, Alteza?- contraatacó preguntándole en el mismo tono y él elevó una ceja cuando la tomó de la cintura y ella en vez de intentar alejarse se acercó a él, dejando su rostro a escasos centímetros del suyo. El Príncipe dibujó una hermosa media sonrisa en su rostro- además de tener unas manos muy largas, claro- le dijo irónica- Que se cree que es tan atractivo e irresistibles, que cree que por pertenecer a la familia real tiene derecho a todo lo que desee, pero déjeme decirle algo, Alteza. Aunque su palabra sea ley en Norusakistan, yo soy inglesa, no es Mi Príncipe, no le debo nada y no me someto a usted, su palabra para mi vale lo mismo que la palabra de cualquier mortal en el mundo. Así que, Principito manis largas, manténgase alejado de mi. - Le dijo y luego lo apartó y se encaminó rápidamente al salón donde la esperaban.

El Príncipe no pudo quedar más sorprendido.

¿Aquella mujer se había atrevido a rechazarlo?

¿Le había dicho realmente esas palabras? 

¡¿A él?!

¡¿Al Príncipe?!

Su boca estaba literalmente abierta sin poder creer lo que aquella inglesa le había dicho, se había acercado tanto a él, que su perfume había inundado sus fosas nasales, queriendo arrebatarle la cordura, esa boca estuvo tan cerca de la suya. . . . 

Luego de algunos minutos se recuperó de la impresión y sonrió con picardía. ¿Con qué aquella rosa inglesa tenía carácter?, pues perfecto. 

Sería un placer ver como esa furia se convertía en pasión cuando estuviese debajo de él. . . gimiendo. 

El almuerzo se llevaba de forma animada, la platica era alegre y las risas inundaban el lugar.

-Zabdiel siempre fue adorable- dice Hayffa- tranquilo y hermoso.

-Por Dios madre-Zabdiel, estaba ruborizado- no era el niño perfección.

-Por su puesto que si, mi cielo. Eras un niño adorable.

-Supongo que eso me convierte en el diablillo de la familia- dijo Zhair intentando parecer ofendido.

-Así es, cariño- dijo Hayffa sonriendo- la verdad es que siempre has sido rebelde y juguetón

-Desde niño se veía que llevaría una excelente vida. No sirvo para ser perfecto y aburrido, eso se lo dejo a Su Excelencia, a mi me encanta divertirme.

-Pues tus diversiones terminaran pasándote factura, tarde o temprano.- le dijo Zabdiel.

-Vamos, no me augure mal, Majestad- le dijo sonriendo- tendré un buen futuro.

-¿De libertino?- preguntó Isabella, con el ceño fruncido.

-De libre, es diferente, Majestad. Disculpe señorita Cooper- se dirigió a Ivette, quién dirigió la vista a él, al igual que Suseth- lamento molestarla pero, podría usted pasarme el pan de centeno- le sonrió- es que a pesar de tener manos largas, en ocasiones me cuesta llegar a lo que deseo- le dijo con un mensaje que solo ellos entenderían. Ivette, quiso asesinarlo por hacerle aquello delante de toda la familia, lo miró directamente a los ojos.

-Por supuesto, Alteza- le sonrió falsamente- siempre hay algo que se escapa de nuestras posibilidades. Aquí tiene el pan.

El almuerzo cambió a tenso y extraño, pues El Príncipe no dejaba de hacer extraños comentarios. 

Luego pasaron a uno de los salones a tomar el te donde se reanudó la conversación. 

-Así que al fin se casan.

-Así es señora Hayffa- dice Matt sonriente- Su y yo, ya hemos puesto fecha para dentro de dos meses. Estamos ansiosos de casarnos- vuelve a sonreír y toma la mano de su amada, quién también le sonríe.

-¡Qué maravilloso!

-Por supuesto esperamos que puedan acompañarnos. 

-Será todo un honor- dijo Hayffa- y nuestra dulce Ivette, ¿cuándo va a casarse?

-Yo. . . – comenzó ella pero su hermana le interrumpió.

-Quizás más pronto de lo que pensamos- dijo Suseth y Zahir, tensó la mandíbula- tiene un pretendiente hermoso y muy lindo, quizás podamos invitarle al bautizo de Nael.

-No creo que. . . 

-¡Genial!- dijo Isabella sonriendo- será maravilloso tenerlo aquí unos días- Zahir, estuvo muy cerca de maldecir a gran voz, no quería a ese intruso en su casa. 

-A mi me parece una buena idea- dijo Hayffa- si nuestra dulce Ivette, tiene un pretendiente y es algo serio, lo más justo es que esté aquí, compartiendo con la familia.

-James es. . . 

-¡Su nombre es James!- Hayffa rió- no te avergüences cariño- le dijo con ternura- te has ruborizado mucho, es solo para fomentar las buenas relaciones, quizás termine siendo tu esposo. 

-James, es un hombre de negocios, no creo que pueda venir.

-Nada perdemos con invitarlo- aseguró Suseth.

-Así es- secundó Matt- quizás sea buena idea que venga y comparta con nosotros.

-Quizás. . . – intervino Zahir con voz tensa- sea mejor no molestar al señor James, la señorita Cooper asegura que es un ocupado hombre de negocios, no sería justo hacerle perder su tiempo tan valioso viniendo a un país tan lejano. 

-¡Tonterías!- exclamó Hayffa- si la quiere, vendrá, sin importar cuantos negocios tenga que atender.

-Así es- dijo Isabella y se giró hacia su callado esposo- mi señor, para mi sería un placer tener aquí a otro amigo- Zahir, rodó los ojos porque supo que su hermano no le negaría nada a Isabella- compláceme en esto, mi amor. 

-Claaaaro. . . – dijo Zahir con tono burlón- placer con placer se paga Majestad.

-¡Zahir!- le reprendió su madre con mirada enojada.

-¡Silencio!- le reprochó Zabdiel- no seas tan vulgar, Alteza, recuerde que habla de su Reina- Isabella se ruborizó al escuchar como El Príncipe era reprendido y a su vez su mandíbula se tensaba y desviaba la vista- Mi amor, señora mía- se dirigió a su esposa- Norusakistan es ahora tu pueblo y Palacio tu casa- la tomó de ambas manos- puede usted invitar a quien lo desee mi Reina, no seré yo quien ponga objeción- Isabella lo miró con adoración.

-Gracias, mi amor. Listo Vetty, comunícate con James, para que venga al bautizo de nuestro Nael Jamal, así podrá quedarse con nosotros unos días y vuelven juntos a Inglaterra- Zahir, apretó los dientes y las manos hasta formarlos puños, estaba a punto de explotar de ira.

-Por supuesto, Excelencia- admitió Ivette, con el rostro enrojecido.

-Yo estoy ansiosa de que El Príncipe, decida sentar cabeza y regalarme al menos dos nietos.

-¡Madre!- gimió- ¡Ya tienes a Nael!

-Pero quiero que te cases y tengas hijos, mi amor. Alá mediante, será pronto.

-¡Por Alá!- gimió frustrado- ¡No voy a casarme madre!- dijo con tanta vehemencia que todos en la sala lo observaron con ojos enormes. 

-Eso es lo que dices tu, yo quiero pensar que serás inteligente y buscaras una esposa- le dijo su madre- una mujer que te haga cambiar y que vea que eres valioso, una mujer que te arranque la careta de don Juan. 

Dos horas mas tardes seguían reunidos y charlaban, cuando Nazir interrumpió.

-Lo siento- se disculpó apenado- Alteza, ha llegado la señorita Aisha, y solicita verle.

-¿Aisha?- preguntó frunciendo el ceño.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo