CAPITULO I una tonta apuesta y el rastro de sangre

Hay quienes dicen que los humanos son indiscutiblemente los amos del planeta. Son quienes deciden el destino de los demás seres solo por poseer un nivel de intelecto superior, a pesar de ser físicamente inferiores a la gran mayoría de criaturas en la tierra, por lo que, claro está, los primeros en la cadena alimenticia. Pero los más inteligentes afirman que quienes están por encima de los humanos, son los nephilims. Criaturas impuras nacidas de la lujuria de los ángeles que para vivir, devoran la carne humana con sus dientes afilados cual bestias.

Se cree que nosotros los nephilims estamos en la cima de toda criatura mortal, pero lamentablemente eso no es verdad, pues para nuestra mala suerte, existen los ángeles, que por siglos, nos han cazado como moscas, y hasta el día de hoy, su mera presencia, impone terror a miles de los nuestros.

Pero... ¿esto realmente es así? La verdad es que, pocos conocen la verdad. No se conocen muchos en existencia… más bien, se cree que estas criaturas son solo un mito. Pero realmente, estas criaturas, quienes portan en su espalda alas letales de cuchillas azul celeste… Son los verdaderos reyes del mundo.

Pero desde mi punto de vista, todos somos lo mismo, unas simples marionetas de un dios despiadado.

En fin… A veces tiendo a rebuscar demasiado las cosas, quisiera no pensar demasiado.

Hoy como todos los días en este enorme nido, (el cual son dos mansiones en medio del bosque) los nephilims más experimentados enseñan a los más jóvenes todo lo que un nephilim necesita saber, desde volar hasta cazar, y por supuesto que nosotros al practicar cacería no usamos señuelos de humanos, para aprender mejor necesitamos sentir su adrenalina y pánico para sentirnos más... motivados.

Humanos, si no fuera porque soy un nephilim que necesita su carne para alimentarse, no me les acercaría, de solo pensar en su sabor me produce nauseas. Se meten al cuerpo miles de porquerías y sustancias que contaminan su sangre dándole un sabor amargo y asqueroso. Nunca entendí porque se matan a ellos mismos de esa manera tan lenta, aunque me da igual, lo que si me agrada de ellos es cazarlos.

Recorro el pasillo principal que da a la entrada al jardín, miro las ventanas y me percato de que ya va anochecer, el momento perfecto para cazar. Junto a mi está el hijo de puta más grande que he conocido, y es de mis mejores amigos. Lucas Murphy, el cásico tipo rubio y pecoso que se mete en problemas todo el rato, problemas que terminan involucrándome a mí. Yo busco la forma más estratégica de resolver nuestros líos, mientras él solo se lanza a la aventura sin pensarlo mucho, tal vez no sea una debilidad.

Pero es un hecho que me saca de quicio.

Cuando lo conocí teníamos apenas 7 años, lo salvé de una golpiza bien merecida por parte de los aprendices de niveles superiores ¿a quién se le ocurre escupirle en la cara a un enorme sujeto, porque le dicen "pollito"?

Es verdad que no es común ver nephilims rubios, la mayoría compartimos el intenso negro de nuestro cabello. No es que los defienda, pero es esperable que no estén acostumbrados a ver algo diferente. Es igual con los humanos. Nunca voy a entender esa insistencia en odiar todo lo que es distinto.

Gracias a eso, es por lo que ahora estamos metidos en esta guerra horrible. Como sea, Lucas fue mi consuelo cuando mi primer amigo dejó de visitarme... ésa es otra historia, una historia que contaré más tarde.

La situación es que ahora este payaso me está observando mientras ríe en silencio.

— ¿Qué es tan gracioso?—pregunté con la ceja arqueada.

— ¿Recuerdas ayer lo que apostaste a Jerry?—dijo con su característico tono burlesco que usa todo el tiempo.

M****a…

 Ayer aposté con ese idiota a que sería el cazador más veloz, de verdad aun no me explico porque carajos aposté eso, él es más grande, más experimentado, me aplastaría si se lo propusiera, pero me había hecho enojar.

Aun no tengo mis alas, no se a que se deba, todos tienen las suyas luego de cumplir la primera década de vida, yo estoy a punto de cumplir 20 años y nada. Si no fueran por mis orejas un poco puntiagudas mi aspecto sería el de un asqueroso humano. Por esa razón todos se burlan de mí, sobretodo Jerry.

Estaba fastidiándome demasiado con eso en la práctica de ayer, como toda la vida. No pensé y solo lo reté, ahora debo cumplir lo que aposté, o tendré que suplirlo en la guardia nocturna toda la semana.

Aunque sea más fuerte que yo... en tanto inteligencia, le saco mucha ventaja.

— Lo recuerdo. Y siéndote sincero, eso me tiene sin cuidado

— No es que dude de ti amigo, sabes que te quiero mucho —no estoy seguro si tomar eso como sarcasmo— pero de verdad creo que deberías detenerte a pensarlo

— Lucas, tú conoces mi orgullo y sabes que no voy a rendirme —replico por última vez, antes de cruzar por el gran portal al jardín.

—por eso mismo digo que me preocupas.

Salimos y lo primero con lo que nos topamos es con una fila horizontal mirando hacia la entrada a la mansión, donde yo y Lucas nos encontrábamos. Todos se nos quedan viendo.

Ya no es algo que me cause vergüenza, de tantas veces que he llegado tarde, es normal que sea el centro de atención al llegar.

El maestro de cacería, el cual caminaba por los extremos de la fila con sus manos a la espalda y con ese ceño eternamente fruncido, nos voltea a ver con cierta decepción.

— ¡Otra vez llegan tarde chicos!— dice irritado, alzando la voz— ¿habrá un día en el que ambos alcancen a llegar cuando doy las indicaciones?— levantando un poco la voz a la vez que nos señala un lugar en la fila.

Hee'bel es un gran amigo de mi padre, suele acompañarlo siempre a las misiones importantes para prestarle sus alas y ayudarlo en las cosas que él no puede hacer debido a su condición, es algo así como Lucas y yo.

He visto su cara desde que tengo memoria, y para mí, es como si fuera mi tío.

— ¿Indicaciones que ya conocemos hee'bel?— con mi contestación, él se planta en frente de mi tapando la poca luz del sol que quedaba, haciéndolo ver más aterrador de lo que ya es.

— ¿Qué ya conoces dices? Quizás olvidaste la vez en que te tuve que salvar el pellejo al resbalar y caer en un arroyo, y todo por no llegar a tiempo a escucharme advertir sobre las piedras resbalosas. ¡Ah! y en mi clase soy tu maestro, no "hee'bel".

—En realidad ese fue Lucas.

Dicho eso, todos empiezan a reír.

— ¡Pero no olvide la vez en que Zend se cayó del techo maestro! —comenta Lucas como venganza. Como dije, el mayor hijo de puta que he conocido.

Dirige su mirada divertida hacia la mía furiosa.

— ¡ya es suficiente! Esta práctica será algo diferente a las otras— hace una pausa, y se para enfrente de nosotros en los escalones de la entrada—hoy haremos la práctica, en el sector norte.

¡Ah! el sector norte.

Espera... ¡EL SECTOR NORTE!

Todos nos quedamos petrificados.

Siendo menos técnico, el sector norte seria la parte de Estambul donde la magia de los ángeles negros no alcanza a protegernos, y si vamos ahí, seremos el objetivo de los ángeles que ronden por ahí.

— Pero maestro, usted nos ha dicho que jamás fuéramos al norte a menos de que fuéramos suicidas —protesta uno de mis compañeros.

—Pues están de suerte, porque ahora retiro esa prohibición —Se burla entre risas reservadas— ¡Escúchenme bien!  Ustedes ya no son unos niños, no falta mucho para que todos cumplan su segunda década y todos han demostrado ser capaces... bueno, casi todos—me voltea a ver a mí, creo que esa fue una indirecta muy directa, — solo no olviden esto, afuera somos enemigos del mundo y por eso deben ver por sus compañeros. Olviden sus diferencias, todos somos hermanos y como tal deben cuidarse las espaldas De lo contrario, estarán muertos. No se distraigan, ¡no tengan compasión por su oponente!  ¡Sean auténticos nephilims!

Salimos del jardín y nos adentramos en el denso bosque que nos oculta de nuestros enemigos. No es un bosque muy grande ni tampoco el más sublime, pero los árboles son altos y funcionan bien como un escudo, parecido a la magia que usan los ángeles negros para que seamos indetectables para los mensajeros de Dios.

Ya que me doy cuenta, todos estamos callados, incluso Lucas, que no es nada usual de el que tenga la boca cerrada.

Están asustados, y lo comprendo. Estamos en un nivel alto como miembros de este ejército, es evidente que recibíamos objetivos de nuestra talla, aunque eso signifique arriesgar nuestras vidas. Los ángeles se manifiestan con más frecuencia en las noches, sobre todo en lugares más transitados por humanos. No voy a mentir, sí tengo algo de miedo, la simple idea de que un mensajero de dios te arranque la cabeza solo con sus alas asusta.

 A pesar de que mi espalda no las tenga sé que me las puedo apañar bastante bien.

Salgo de mis pensamientos cuando hee'bell nos indica con la mano izquierda que paremos.

— bien, a partir de aquí ustedes continuarán solos. Los humanos suelen vivir en pequeñas chozas de madera en estos parámetros, sigan el olor a leña y los encontrarán. Ahora liberen sus alas.

Todos obedecen la orden, se quitan sus camisetas dejando la piel de su espalda desnuda, entonces sus pieles son desgarradas al permitir salir las primeras cuchillas unidas a sus alas, cuando estas están afuera las heridas de sus espaldas cierran al instante, eso hace pensar en lo mucho que debe doler.

Por supuesto en mi caso no hace falta que este semidesnudo, no tengo nada que liberar de mi espalda.

— estarán bien... Tal vez. Solo no olviden lo que les indiqué y en dos horas los quiero a todos aquí sin demoras —su voz se percibe tan seria como su semblante. De su espalda emergen dos imponentes alas negras y se retira ascendiendo por los cielos.

Estamos nosotros solos contra lo que habite en este bosque, hoy puede que tengamos suerte y cacemos algo rápido.

Pero como yo no tengo suerte en absoluto, Jerry se me acerca junto con su grupo de subordinados a molestar de nuevo. ¡Lo que me faltaba! un fanfarrón.

— ¿Qué es eso que huelo? ¿Tienes miedo? —Pregunta él, alardeando—

— Sobran las palabras Jerry —contesté lo más elocuente que pude, haciendo un esfuerzo por golpear su cara de idiota tan desagradable.

—Te recuerdo que si yo gano, tendrás que suplirme en la guardia toda la semana, sumando que serás mí perra durante ese tiempo—dijo Jerry acercando su rostro al mío, mirándonos a los ojos por unos instantes.

¡Ese maldito!

— ¿Qué? ¿Seguro que no te caíste de chiquito? Porque eso nunca lo acordamos— Replique molesto.

El idiota solo se ríe como si ya se esperara mi reacción.

—Cierto, no quedamos en eso ayer, pero no me pareció suficiente, creo que esto lo hace más interesante. — Hablaba mientras caminaba pregonando la grandeza que no tenía. Como si se sintiera el ganador antes de comenzar. — Vamos, si te sientes tan confiado, no debería de ser mucho problema para ti, a menos de que reconozcas que soy mejor cazador que tú. — dijo Jerry acercando su rostro al mío, mirándonos a los ojos por unos instantes.

El silencio se volvió denso, pesado. Tan incómodo que casi se había vuelto ya insoportable cuando Lucas se atreve a romperlo de nuevo.

—Olvídenlo, Zend jamás aceptaría algo como es…

—Acepto.

—Ay…—Escuche la voz de Lucas decaer preocupada.

— ¡Excelente!— suelta jubiloso y estrechando mi mano con la suya, cerrando el trato — Sera glorioso ver tu fracaso público. Siento lastima por el señor Miros, tener un hijo defectuoso y débil siendo el un nephilim imponente… debe ser muy deprimente.

Lo dice con su mano en la cadera, como si quiera decir que el debería de ser hijo de Miros, pero tan pronto como decidí responderle sus aires de superioridad se desplomaron como un ángel caído.

—Tú no eres más que un tipo inseguro que busca probar algo al intentar intimidarme, y eres tan estúpido que piensas que lo consigues, pero…—me burlo de el con una risilla divertida— no vales mi atención. Considérate afortunado de que esta vez te la de.

Incluso sus dos amigos que permanecían atrás de el en silencio quedaron mudos, esperando la peor de las reacciones de su abeja reina.

 No me imagino la cara de terror que debe tener Lucas.

— ¿sí? ¿Eso crees enano? — Gruñe ofendido y frunce más la mirada. — ¡Pues vamos! veamos cuánto duras sin que alguien tenga que ir a salvarte.

Da la vuelta y comienza a volar junto con sus subordinados. Me trago el coraje y respiro hondo. Antes de que me introdujera en las profundidades del bosque.

Más le vale que con “perra” no se refiera a lo que estoy pensando.

 Siento la mano de Lucas tocar mi hombro a la vez que me dice:

—Espero que no se refiera a que serás su prostituta, porque… con eso de que solo somos nephilims machos...

Solo me reí en respuesta al prácticamente leerme la mente.

Miro hacia adelante donde todo el conjunto de pinos me esperan para adentrarme entre ellos. Quien sea que habite aquí, está perdido.

Comienzo a correr. Jerry tomó un camino opuesto al mío ya que de ese modo no tendríamos que vernos las caras mientras cumplimos con la práctica. Lucas también tomó otra dirección, es mejor así, si vamos por el mismo camino es poco probable que encontremos un desafortunado pronto, pero si él y yo nos separamos exploraríamos más terreno y así es más probable encontrar algo.

Además no quiero ayuda, si voy a ganar lo que aposté será sin ninguna ventaja.

Corro ¿o más bien me deslizo en el aire? Ya no soy consciente a qué velocidad me desplazo, se siente tan bien cómo el viento me golpea la cara con brusquedad, me gusta sentirme parte del viento y mi piel estremecerse al sentir su contacto. Es como si de verdad volara. ¿Así se sentirá volar?

Detecto el olor de algo que si bien no me desagrada, me inquieta un poco. Sangre.

¿Alguno de mis compañeros habrá cazado algo cerca? Lo dudo, el aroma de un nephilim es fácil de percibir, me daría cuenta si uno se encontrara a mis alrededores. Podría ser un zorro, un oso o un lince, aunque tampoco es así, no huelo ninguna bestia, solo el olor de un ser desangrándose.

Si no es un nephilim el autor de una masacre cerca de aquí ¿Quién lo será?

Me dejo guiar por mis sentidos, mi instinto me grita que me apresure, así que acelero el ritmo hasta dar con un lugar muy interesante.

Me encuentro en un sitio el cual su superficie es amplia y libre de árboles, pero abundante de arbustos y flores. Su extensión es parecida a la del jardín del nido, es como un círculo perfectamente delineado el cual los pinos parecen respetar su límite.

Pero el olor a sangre es más intenso, tanto que me marea un poco y me siento tambalear, tomo aire y me apoyo en mis rodillas para recuperarme.  Con mi vista en el suelo, veo que estoy pisando un rastro de sangre que parece ser fresca. Sigo el rastro adentrándome a la superficie circular hasta que el camino de sangre termina en un bulto cubierto por maleza. La curiosidad me impulsa a hacer algo de lo que me arrepentiré. Me aproximo más y más hasta darme cuenta de que ese bulto en realidad es...Un ángel dormido y con una mortal herida en su pecho.

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