CAPÍTULO 48. ¡SUÉLTALA DESGRACIADO!  

Cuando vi a Tabata caer inanimadamente en la camilla, el miedo se apoderó de mí como una gran bruma, me puse pálido y a punto estuve de caer también desmayado, pero Dafne me tranquilizó.

—No vayas a perder la conciencia tú también, porque no podré con los dos, no te preocupes se desmayó por la impresión de saber que tiene un embarazo doble —sonrió mi amiga, mientras tomaba un copo de algodón, lo untaba con alcohol y se lo colocaba en la nariz a Tabata.

Yo permanecía a un lado de ella, esperando despertara, cuando lo hizo, un atisbo de susto se asomó en sus ojos.

—¿Estaba soñando, verdad? —preguntó en tono de duda.

—Bueno, en realidad no es así, te desmayaste al saber que serás la madre de unos gemelos —hablé sin poder evitar un

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