1. Años tras años

Miranda.

Sábado, 24, julio, 2021.

Milán había tenido un accidente que por poco lo mata, Violeta fue enviada a Italia según Álvaro el cual no se veía nada bien, George empezó a estudiar medicina de emergencia e pediatría, no sabía que le gustaban los niños, mi hermano salía mucho de casa y no decía que hacía y que no, así que su vida no la sabia del todo, luego de que un virus se apoderada mundialmente, todo nos hemos encontrado encerrado, claro eso fue el año pasado, actualmente se ha hecho una vacuna que supuestamente nos protegerá mas no es la cura.

— Miranda Rivas — me nombran por micrófono, regreso a la realidad, yo ahí sentada, mis compañeros me miran y me levanto recobrando el sentido, río nerviosa a pesar de que no me puede ver por el tapaboca que cargo, subo al escenario y tomo mi título graduada por fin de la secundaria, solo espero iniciar la universidad sin la pandemia ni estudiar desde casa aunque me había acostumbrado a eso.

No me di cuenta del ruido que hicieron mi hermano y los amigos de este, ruedo los ojos y regreso a mi asiento, el director da unas palabras y finalizamos el acto por fin, salgo quitándome la toga y el birrete acercándome a los chicos.

— ¿Por qué te lo quitas? Tenemos que tomarnos una foto — dice mi hermano, ruedo los ojos y observo si mi papá se encuentra entre nosotros y no, no está — No pudo venir porque tenía un cliente importante al cual defender de un caso, cosas leyes, tú sabes.

Asiento suspirando aunque el tapaboca no me deje, le doy la toga y el birrete a mi hermano y me voy caminando hacia afuera, mi hermano me llama pero no le respondo, choco con alguien y me detengo.

— ¿Te encuentras bien? — pregunta, lo miro y reconozco sus ojos grises, intento no llorar pero es imposible aguantar el llanto que me cargo.

— ¿Miranda, te encuentras bien? Haz algo, David — regaña Álvaro a mi hermano, veo a George negar y me abraza, acaricia mi cabello y lloro ahogándome por culpa del tapaboca.

— Bien, vamos a comer helado — ordena Milán saliendo del lugar.

Nos montamos en carros separados, mi hermano me mira pero no dice nada, tengo el titulo pero eso no era lo que quería, quería que papá estuviera ahí pero no podía pedir lo imposible, nos estacionamos frente a una heladería y me bajo estirándome, Milán me sonríe bajo el tapaboca que no logro ver, pero pienso que es así.

Entramos a la heladería y nos sentamos en una mesa grande mientras mi hermano y Álvaro fueron a pedir nuestros helados, Milán está metido en su teléfono al igual que George, suspiro quitándome el tapaboca y ambos me miran, los miro y ruedo los ojos.

— ¿Qué piensas estudiar? — pregunta de repente George mostrando interés por fin, sonrío mirándole.

— Aun estoy indecisa sin tomar la carrera de abogada o secretaría — digo y él asiente.

— Si estudias secretaria Milán te daría trabajo en su empresa, ¿no? — el castaño levantan la mirada de la pantalla de su teléfono y asiente a lo que decía George, río y asiento convencida de que carrera elegir esta vez.

Jueves, 30, septiembre, 2021.

— Estudiaras derechos — dice mi padre haciendo que deje comer mi desayuno para mirarlo — No aceptare otra desgracia en mi familia — termina por decir para tomar café.

 Mi hermano no dice nada siguiendo en los suyo.

— Lo siento, padre pero ya tome una decisión cuando me gradúe de la secundaria y tú no estuviste ahí, así que no quiero saber que no estarás cuando me gradúe de abogada como gustas — hablo dando fin a la conversación, me levanto y tomo mi bolso.

— ¿A dónde crees que vas? — pregunta molesto.

— A inscribir la carrera en la universidad — salgo del comedor con los gritos de mi padre discutiendo con mi hermano, niego y abro la puerta, entro en el carro de mi hermano y después de 2 minutos sale y entra al carro me mira y niega encendiendo el motor para luego arrancar.

— Estas loca, Miran — lo miro y ruedo los ojos — Siempre comportándote como una niña — se detiene frente a la universidad y me bajo antes de que siga hablando y tratándome como a una niña que no sabe que quiere.

Entro a la universidad, camino a la oficina del director donde está la recepción en donde puedo inscribir mi carrera, suspiro decidida a los que quiero.

 Viernes, 20, febrero, 2026.

Sonrío subiendo a la tarima para recibir mi diploma como secretaria ejecutiva, tomo el papel y estrecho la mano a cada profesor y al director.

Bajo de la tarima y me vuelvo a sentar, suspiro y veo a mi compañera sentada a mi lado quien me sonríe.

— Al fin nos libramos de otro año de estudio, Miran — ríe Mariana, sonrío mirando al frente, se escuchan los aplausos, nos levantamos y todos tiran el birrete menos yo, respiro profundo y me alejo de todos, camino hacia fuera y veo correr a mi hermano junto a Milán, George, Galileo y Álvaro.

— Llegan tarde, la ceremonia acaba de terminar hace un momento — digo sin emoción, los cincos respiran agitados y Mariana aparece.

— Miranda… — se queda callada a mirar a los chicos y traga saliva — Eh… iremos a celebrar a casa de Alfredo, por si quiere venir, claro de manera elegante, aunque ya lo estés — ríe nerviosa, me quito la túnica junto al birrete sintiendo las miradas de todos y el grito ahogado de mi hermano.

— Pues sería un placer, te parece si nos vamos… ¿ya? — digo entregando mi título junto al birrete y la túnica a mi hermano — Gracias por venir, bye.

Me volteo y tomo el brazo de la rubia de Mariana y caminamos por el pasillo hasta llegar al estacionamiento en donde me encuentro con todos los chicos de mi promo, que ríe y toman, me mira y silban dándome cuenta que es por el vestido revelador que cargo, sonrío tomando la botella que tenía Alfredo y tomo de la boca de la botella haciendo que todo griten y aplaudan.

— Se nos reveló la señorita sabelotodo, eh — río a escuchar a Mariana que se ríe, la miro y veo a George con Galileo tras de ella, trago saliva.

— Vaya, la última vez que te vi tenías 16 años o eso creo pero vayas, has crecidos de más — escucho coquetear a Galileo pero George le da un codazo.

— ¡Bueno, vámonos, chicos! — avisa Alfredo y Mariana me toma del brazo pero George nos detiene.

— No iras sola a esa fiesta — habla con seriedad, siento su mano tocar mi brazo desnudo haciendo quemar mi piel.

— Lo siento porque si iré, querido — me suelto y camino junto Mariana pero George es más rápido me toma poniéndome en su hombro y entro pánico de que el escote pronunciado que tengo haga que mis pechos se descoloquen de su lugar.

— Si gustas nos acompañas — le dice Galileo a mi amiga que asiente sin dudar siguiéndole al carro que está estacionado un poco más allá del grupo de graduados.

— No eres mi hermano pa decirme que hacer y qué no hacer, idiota — digo enojada, se ríe y me mete de copiloto.

— Tu hermano me dejó a tu cargo mientras se fue con Milán y Álvaro, y si preguntas el por qué, no lo sé, tal vez asuntos de la empresa de Milán o problemas con su abuelo — ruedo los ojos mirando mi escote y arreglándolo — No hagas eso aquí…

Río terminando de acomodar mi escote y me cruzo de piernas y brazos.

Miércoles, 05, Junio, 2029.

Camino con pasos decididos a mi escritorio, todos en el pasillo me saludan e yo le regresos el saludo, llego y me siento en la silla tomando de mi café y empiezo a encender todos los aparatos observando la hora dándome cuenta de que Milán, o sea mi jefe no ha llegado así que decido llamarlo en caso de que se le haya olvidado la reunión importante de hoy. Llamo y responde en seguida y para no alargar nada voy al punto.

— Señor De Luca, tiene una reunión con los italianos para hablar sobre la tela que van a m****r de Roma... — digo dándole el cronograma más importante de hoy.

— Ok, Miranda, dentro de una hora llego — cuelga y suspiro revisando todo lo de la reunión de hoy para que salga perfecto y podamos firmar con ellos.

(…)

Veo salir a Milán por el elevador y suspiro aliviada de saber que llegó a tiempo, le entrego una carpeta azul que toma enseguida.

— Señor, los italianos está en el salón esperando — asiente abre la puerta de  la sala de reuniones donde se encuentran a 4 personas que sonríen al mirarlo y se levantan de su asiento, se saludan y se vuelven a sentar.

Empiezan a hablar sobre los planes a hacer pero Milán parecía estar en marte por allá porque solo asentía y no decía absolutamente nada como suele ser. Todos se levanta y Milán igual mirándome sin entender que pasó.

— Espero verlo el mes que viene en Roma, para hablar a más detalle sobre el desfile — asiente confundido, se van y me mira, me acerco y le doy su tablet por suerte había grabado todo lo que decían los italianos.

— Sabia que algo así iba a pasar, así que grabé todo... — mira a todos lados y lo miro — Pasó algo cuando no estabas, la señorita Rizzo regresó de Italia ayer, vino hoy y armó un espectáculo cuando le dije que no estabas, tuve que mentirle que se fue de viaje y regresabas el Viernes, así que procure no quedarse en su mansión y quédese en casa de algún amigo u otro lado.

Explico recordando el alboroto de esta mañana, no pensé que iba a regresar después de 10 años. Violetta Rizzo, la ex-novia de Milán y hermana de Álvaro.

— Gracias, Miranda, si no hubieras echo eso no hubiera respondido bien — sonrío negando, tenía que estar agradecida con él por darme el trabajo.

— No hay de que, Señor Milán, para eso estoy — digo y me retiro a mi escritorio. Milán sale y me mira.

— No hay más nada por hoy, puede irse — estaba por decir algo pero me adelanto sabiendo que George lo invitó al club.

— Grazie, Miranda.

Sábado 08, Junio, 2029.

Juego en mi laptop cuando escucho que tocan el timbre, me levanto de mi cama y miro por la ventana viendo el carro de Milán estacionado, salgo de mi habitación, bajo las escaleras y abro la puerta y el castaño entra a mi casa, me saluda y lo acompaño sabiendo que vino a ver a mi padre.

  — El viaje a Italia se ha adelantado para la otra semana, Milán —digo dejándole en la puerta del despacho, asiente y me voy, empiezo a subir las escaleras viendo que entra al despacho y me detengo preguntándome de que hablaran pero niego porque no es de mi incumbencia lo que hable mi jefe con mi padre.

Entro a mi habitación y escucho mi teléfono sonar, atiendo viendo que es Mariana quien me llama.

 — Al fin respondes, tenemos que salir — suspiro sentándome en la cama — No me suspires, voy por ti y no acepto un no por respuesta.

— ¿A qué hora? — pregunto y la escucho reírse.

(…)

12:20 a.m.

Miro la hora y niego sin creer que me haya invitado a salir a esta hora, bajo las escaleras despacio con los tacones en mi mano, entro a la pequeña biblioteca que tiene la casa y cierro la puerta con seguro, abro la ventana y salgo al patio trasero de la casa, corro hasta estar frente a la casa y me meto en el carro saludando a Mariana, ella arranca con prisa y me río.

— Esto me recuerda a los viejos tiempos, pero Dios, Miranda, ya estas lo suficiente adulta como para salir sin permiso, tengo suerte de no tener hermanos y vivir sola — río viendo a donde nos dirigimos.

— ¿A dónde vamos, rubia? — pregunto y no me dice nada, ruedo los ojos cuando se estaciona frente a una discoteca, la miro sin creerlo — Pensé que íbamos a algo más presentable, Mari…

— Las discotecas son presentable, no abuses — dice saliendo del carro, suspiro y salgo igual, por lo menos iba bien vestida para entrar a una disco, al menos.

Nos dejan pasar como si nada, el alcohol y el sudor entraban por mis fosas nasales, todos nos veían pasar hasta que llegamos al bar donde estaba el mesero sirviendo los tragos, no sirvió dos de parte de alguien, mi amiga mira a todos lados en busca de los caballeros pero nada.

— Amo venir aquí — lo dijo como si no hubiera sido la primera vez que viene aquí, ruedo los ojos y noto a un moreno que mira a donde estábamos nosotras, me parecía conocido.

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