Capítulo 9

Al aterrizar, nos dirigimos a mi casa le había pedido al mayordomo que preparara ropa clásica para mí, tenis blancos, pantalones finos y camisa blanca.

Tome una ducha, me cambie y salí de casa rápido.

Cuando estaba frente al hospital uno de mis hombres me dijo que la vio llorar junto a su amiga de la cual ya tenía el número.

Hice que la llamarán por teléfono y luego la trajeron hacia a mi, estaba muy nerviosa

—no te preocupes, no te voy a morder—

Ella respira y toca sus rodillas —estuve llamándote ayer y el número ya no existía, eres un poco misterioso— frunzo el ceño

—¿por qué dices que soy misterioso? ¿aurora no te dijo nada?— ella sonríe algo confundida

—¿que tenía que decirme ella? No es como que recuerde mucho de lo que sucedió contigo y me metiste en un gran problema, tuve que decirle la verdad que me pagaste para quedarte con ella— reí sin mostrar los dientes y no deje de mirarla

—¿podrías dejar de mirarme así? Parece como si me vas a matar y de por si, me da un poco de ner
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