Habían transcurrido varios días desde que Sócrates recibió la notificación para comparecer en juicio. A pesar de sus numerosos contactos, no logró obtener ninguna pista sobre los responsables del caso. Los implicados utilizaron diversos chivos expiatorios para encubrir sus movimientos, y los jueces que participarían en el juicio mantenían en secreto sus identidades, revelando solo sus credenciales de casos, que variaban según la naturaleza del juicio. Sin otra opción, Sócrates se vio obligado a presentarse ante el jurado sin tener idea de lo que le aguardaba.

—No se preocupe, señor Wilson. Nuestros abogados pueden intervenir en su caso y abogar por usted. Sin embargo, lamento informarle que los resultados de la búsqueda del señor Federico han sido poco satisfactorios. Después de descubrir su conexión con la esposa de uno de los Flow, quien era una antigua amiga confidente, el señor Federico se dio a la fuga. Le informa uno de los secretarios de Sócrates a medida que llegaban al tribun