Capítulo 36

LILIAN

Dicen que cuando uno muere —o está muriendo— ve una película en la cabeza, un resumen de su vida o algo parecido. Yo no vi nada, solo oscuridad. No había una luz esperándome al final, no había cielo o infierno, solo tinieblas. Sentía que mi cuerpo estaba suspendido como el humo en el aire y quería que la muerte llegara como un huracán y me arrastrara a un lugar de dónde no pudiera volver. Y el huracán llegó, pero no me arrastró, me salvó. Richard Hernández me salvó.  Lo supe al despertar. Una de las doctoras que me atendió me dijo que un rubio de ojos grises me trajo y que de no ser por él hubiera muerto.

Recuerdo haber dicho que había matado a mi bebé. Recuerdo gritar que no me ayudaran, que no me salvaran, que no lo merecía. Recuerdo tan vívidamente t

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