Capítulo 3.

Alex se cruzó de brazos mirando las calles iluminadas de la gran Bretaña, su hermano Zaid al fin esa noche dejaría de ser virgen, y se sentía como si él fuese la madre orgullosa de que sus hijos lograron algo. El tipo que estaba a su lado, después de salir del club comenzó a notarse tenso y ni hablar de que cada vez que Alex se giraba para verlo, éste se ponía más nervioso.

— Bien, suelta la sopa —dijo en cuanto se detuvieron en un semáforo—. Sé muy bien que sabes que soy un vivo.

— ¿Qué?

— So —rodó los ojos—. No te hagas el estúpido, por el amor de Dios, sé que tu hermano también lo sabe. Por lo que sospecho que me llevarás a un lugar donde nadie sepa de su existencia y tratarás de que no intervenga en la conquista de tu hermano con el mío.

— Mira, chico —comenzó a conducir, entrando a un subterráneo de un condominio de apartamentos—. No me gustan las vergas, a decir verdad, me dan asco. Te traje hasta mi casa porque mi hermano necesitaba estar solo con el tuyo, ¿Bien?

— No —respondió tangente—. Se bien que algo no anda bien, si crees que te dejaré follarme sin hablar estas muy equivocado, no me creo nada de la mierda que sale de tu boca, y ni hablar de que eres heterosexual —enfatizó la palabra—. Todos en el mundo tienen algo...

— No me vengas con tus palabras de moral —detuvo el discurso de Alex—. Baja del carro y si alguien pregunta diles que eres mi prima la ebria.

— Lo que digas, papi — dijo, mezquino, mientras bajaba del carro—, ¿Qué debo de hacer si alguien pregunta, papi? Creo que mejor les decimos que eres un pedófilo.

— Oh, señor —se golpeó la cara—. Dame paciencia.

 — ¿Para qué quieres paciencia, papi? —ladeó la cabeza—. Sé muchos métodos en el cual podemos buscarla.

— No voy a tener sexo con un niño —caminó hacia el elevador—. Además, me casaré en unos meses, y no planeo serle infiel a mi prometida contigo.

— Tengo dieciocho —bufó, rodando los ojos, y siguiéndolo—. No le serías infiel conmigo, pero si una despampanante rubia de senos falsos se te pone enfrente sólo le abrirías las piernas y te enterraría bien profundo.

— ¿Siempre hablas así? —preguntó Mikhail, presionando el botón del elevador—. No puede ser que un niño de tu edad hable de una forma tan vulgar.

— Ya te dije, papi que no soy un niño —se cruzó de brazos—. ¿Sólo vinimos a follar o hablar? Créeme que estoy bien duro debajo de esta falda, ¿Quieres ver?

— No —le colocó una mano en la boca, dando por finalizada sus palabras—. ¿Es que no sabes hablar otra cosa que no sea de sexo? —el chico pareció pensarlo y luego negó con la cabeza—. Simplemente perfecto.

Las puertas del elevador se abrieron y tres personas entraron, haciendo el espacio reducido. Alex sonrió, acercándose al cuerpo de Mikhail, quien no pudo contenerse y pasó saliva en seco.

— No puedo creer que usted permita que se vista de esa forma —señaló una señora—. Una jovencita no debería de lucir de esa forma, y hasta huele a ebria —le dijo a su acompañante.

— Dile que dejen de hablar de mí, papi —susurró—. Prácticamente me están diciendo prostituta ebria.

— ¿Es su hija?

— ¿Es lo que acabo de decir? —fingió un sollozo, mientras abrazaba a Mikhail— Diles algo.

— ¿Permite que su hija salga vestida de esa forma? —la mujer se cruzó de brazos—. Usted es un padre irresponsable, apenas parece de quince años esta jovencita.

—Tiene dieciocho —pasó uno de sus brazos por los hombros de Alex—. Y estaba bajo mi supervisión, señora. No sé a qué viene su interés por que ella se vista de esa forma, se lo permití y eso es lo que cuenta.

— ¿Lo ve señora? —se apegó al cuerpo de Mikhail, y de forma disimulada bajó su mano por encima del pantalón, hasta llegar a su entrepierna—. Estaba bajo la supervisión de mi papá —hizo un puchero—. Nunca salgo de aquí, y estoy celebrando mi cumpleaños, por eso mi papi, me dio permiso de tomar algo bajo su supervisión.

— Eso es verdad —pasó saliva, y se removió un poco cuando la mano de Alex presionó su pene—. Está bajo mi control, y si no es mucha molestia, pido que no se metan en mis cosas.

— No entiendo como son los padres de hoy en día —en cuanto las puertas del elevador se abrieron la mujer salió hecha una furia junto con su acompañante.

— ¡Aléjate de mí, fenómeno! —gritó Mikhail, apartando el cuerpo de Alex de forma brusca—. Métete en la cabeza —colocó uno de sus dedos en la sien del menor—. No me gustan los penes y nunca me gustarán.

— No hay razón para que te comportes de esa forma —bufó, quitando el dedo del mayor—. Además, no tengo culpa de que seas un gay de closet.

— Que no...

— Dile eso a tu pene —sonrió, señalando—. Creo que ya llegamos a tu casa, papi.

Mikhail abrió y cerró la boca varias veces, ese niño iba a sacarle canas verdes esa noche. Ni siquiera le dijo que entrase a su departamento, esté solito entró sin invitación.

Caminó a paso rápido detrás de él, y se detuvo en cuanto el menor también lo hizo.

— Supongo que este lugar es tuyo, y que ganas muy bien —subió una ceja—. Tiene pinta de un gay de closet soltero —inspeccionó el lugar—. ¡Tienes un Otoscopio de Brunton! — Caminó rápidamente hacia donde estaba la vitrina—. Pensé que nunca vería algo como esto en persona. Esto es mejor que las imágenes de Internet.

— Es uno de los muchos instrumentos de la medicina que tengo en este lugar —dijo, orgulloso — ¿Cómo sabes que es un otoscopio de Brunton?

— Hice mis últimos tres años en la escuela de enfermería —dijo, obvio, sin dejar de mirar el objeto— Esto es está hermoso.

— Deja de mirar eso —lo tomó del brazo— Te mostraré dónde vas a dormir, no quiero que digas algo.

— Sí, señor papi —hizo un gesto de militar y Mikhail sólo rodó los ojos—. Seré un buen niño.

— Eso espero —caminó hacia el segundo piso—. Si haces algo estúpido te tiro hacia el primer piso, pero por la ventana más cercana —sentenció.

— Eso es bueno saberlo...

— Si me vuelves a decir papi, te mato con mis propias manos —gruñó, abriendo la puerta de la habitación de huéspedes—. Duérmete, y ni se te ocurra ir a mi habitación —Alex rodó los ojos

— ¿Cuál es tu nombre?

— Alex, ¿Y el tuyo?

— Mikhail — hizo un gesto para que entrara.

— ¿No vamos a tener sexo? —hizo un puchero.

— No —le dio un leve empujón—. De la única forma que tendría sexo contigo es si tienes una cola allí atrás y usarás bragas. Entra y déjame en paz.

— Sí, señor —entró fingiendo seriedad—... Papi.

El chico cerró la puerta antes de que Mikhail dijese algo. Le resultaba divertido verlo tratando de contenerse para no matarlo. Encendió la luz, y buscó en el bolsillo de su vestido su celular. En la funda de éste tenía dinero suficiente como para pagar un taxi de camino a casa, y olvidar todo. Pero, en fin, a Mikhail le gustaba y no iba a dejar pasar esa oportunidad.

Dos horas después Mikhail sintió el frío posarse en sus pies y seguido de eso, una mano se instaló en el dobladillo del pantalón de chándal. Sus pies volvieron a estar calientes, pero su ropa fue bajando lentamente, dejando liberado su pene.

Estaba tan sumido soñando en que le estaban dando un oral, que no se percató de que en verdad estaba pasando. Una legua majestuosa le dio varios lametones, causándole leves espasmos.

En cambio Alex, estaba que no podía de la risa, estaba seguro de que Mikhail estaba soñando algo húmedo con él, porque se le había salido el nombre de Alex. Entró lo más que pudo el pene del mayor a su cavidad bucal y casi se atraganta cuando el mayor hizo un movimiento brusco hacia arriba.

No podía verificar si Mikhail estaba despierto por la sabana que estaba sobre su cuerpo, pero debía de aprovechar que podía tenerlo en su boca antes de que lo apartara.

El mayor estaba tan en su mundo del sueño que sólo podía dejar salir pequeños jadeos, hasta que su miembro comenzó a endurecerse más y la humedad en la que se había sumergido se apartó de golpe.

Al momento de abrir los ojos, quitó las sábanas de su cuerpo, asustado al ver una montaña justamente donde estaba su entrepierna. La sonrisa burlona del chico le dijo que no había sido un sueño como pensaba que era, y que estaba en grandes problemas por eso.

— No me gustan los chicos, aléjate de mí fenómeno, si me vuelves a decir papi te lazo por la ventana, de la única forma en la que tendré sexo contigo seria si tienes una cola y usas bragas — dijo cada una de las palabras de Mikhail de forma burlona — Aunque lo niegues, eres un gay de closet — se sentó en la cama, tocando uno de sus dedos la virilidad del mayor — Mira cómo te has puesto y eso que no te has corrido ¡Pero si soy un fenómeno!

— ¡¿Qué diablos pretendes?! —preguntó, exaltado—. ¡Te dije perfectamente que te quedaras en esa habitación!

— Y también me dijiste que tendrías sexo conmigo si tenía bragas —señaló la rapan interior que tenía puesta—. Debes de cumplir —gateó hasta quedar a horcajadas del mayor—. Y... también dijiste que tendríamos sexo si tenía cola, y aquí la tienes.

El mayor lo miró sin entender a qué se refería con eso, hasta que su mirada se enfocó en la peculiaridad del chico que se movía de un lado a otro. Pensó que estaba delirando en ese momento, que quizás era una mala pasada de destino al ver esa cola moverse de un lado a otro.

— ¿Qué demonios eres? —lo miró sin comprender—. ¿Eres uno de esos híbridos que nacieron en ese laboratorio?

— No estamos aquí para que me digas si soy uno de esos híbridos —se movió sobre el miembro del mayor debes de cumplir.

— Dije todo eso en broma —murmuró, tratando de quitar al chico que se movía sobre él—. Quítate de encima, por favor y regresa a la habitación.

— No —sentenció, rodeando el cuello del mayor con sus delgados brazos—. ¿A qué le tienes miedo? Nadie se va a enterar de nada.

— Que esto no salga de esta habitación porque no respondo de lo que haga.

Alex sonrió de oreja a oreja y besó a Mikhail con vehemencia y éste tampoco se hizo el de esperar. Con una de sus manos rompió la braga del chico y como pudo tocó la cola de éste haciéndole temblar en sus brazos.

Con mucho cuidado el menor se puso de rodillas sin dejar de besarlo y con una de sus pequeñas manos tomó el pene erecto de Mikhail. Se encogió un poco en su lugar, mientras bajaba de forma lenta y cuidadosa. No estaba preparado para dejar que entrara todo de golpe en él. Era imposible el no estar de esa forma.

Jadeó por completo en cuanto sintió las bolas del mayor chocar contra sus nalgas. Un suspiro salió de ambos lados, separándose. Alex se apartó el cabello del rostro, colocándolo detrás de su oreja.

— ¿Ahora sí te puedo decir papi?

Mikhail se ha divertido echándose hacia atrás. Para que Alex comenzara a moverse sobre él de una forma sensual y única en él. Ahora entendía porque su hermano prefería siempre acostarse con chicos. Se sentía como la puta gloria.

Además, sólo vería al chico esa noche y nadie lo iba a saber, ¿No?

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