Capítulo 2.

El cuerpo de Alex fue jalado hacia atrás, chocando con el fuerte pecho de un hombre que hasta su olor era delicioso. No pudo contener la desfachatez de sentir un poquito el paquete del hombre. Al sentir semejante musculatura en su trasero. El chico se golpeó mentalmente, y se alejó rápido de él.

— ¿Es qué todos los hombres quieren meterme mano? —entrecerró los ojos, hacia el hombre que lo había agarrado—. Alejen sus asquerosas manos de mí.

— ¡Oye! — El tipo se cruzó de brazos — Te estamos salvando.

— Tenía todo bajo control —también se cruzó de brazos—. No sé de dónde diablos salieron ustedes dos... —miró hacia donde estaba su hermano Es mejor que quites tus manos...

— Tranquilízate, hermosa —el hombre volvió a rodearlo con sus brazos—. Al menos agradece que te hayamos salvado de ser violado por ellos.

— Se cómo defender, estúpido —se cruzó de brazos, pero de todas formas se quedó en el mismo lugar—. Mi hermana es como medio estúpida en algunas cosas —susurró, bajito.

— Disimula, allí viene el encargado —dijo cerca de su oído—. Finjamos que somos una feliz pareja —le guiñó un ojo a su hermano.

— ¿Se puede saber qué demonios está pasando en mi club? —preguntó, en cuanto llegó — Me pareció bastante extraño el que ustedes estén participando en estos, señores Black.

— Pasa que nos distrajimos un momento y nuestras acompañantes fueron víctimas de estos sujetos —dijo el hombre que estaba junto con Zaid, señalando a los dos tipos en una esquina—. No puedo creer que acepten este tipo de acontecimientos en su establecimiento, Mark.

— Nunca había visto algo como esto Bruno —dijo Mark pensativo—. Tomaré cartas en el asunto, y disculpen las molestias que estos sujetos pudieran causarles señoritas.

— No hay problema, señor Mark —dijo Zaid, en voz baja, para que su voz no saliera muy a flote.

Mark asintió, dándoles una breve mirada a ambos sujetos de que no confiaba en nada de lo que habían dicho, pero de todas formas sacó a los hombres de allí con ayuda de unos guardias. Todo en el club volvió a hacer como era hace unos minutos, el menor de los gemelos con algo de pena fue en busca de su calzado, alejándose por completo del cuerpo de Bruno.

En cambio Alex se quedó en el mismo lugar, no era como si le molestara del todo el sentir el paquete en su trasero, el chico era la perfección pura del sexo sin compromiso, sin importar que tuviese una cola en su cuerpo. Sabia con quien se metía al momento de hacerlo, y prefería tener sexo con borrachos que no recordaban nada al otro día.

Zaid ya era un plato aparte en la vida de Alex.

— Si desean pueden acompañarnos a nuestra mesa, señoritas —dijo Bruno, sentándose al lado de Zaid—. Mi hermano Mikhail y yo tenemos una mesa reservada en el VIP.

— No creo que eso sea posible —dijo Zaid, tímido.

— Tu hermana se acaba de ir con mi hermano —señaló, y en verdad Alex lo había dejado solo con Bruno—. Ven, no voy hacer nada que no desees. Además, si hubiese querido ya estarías drogado hasta más no poder con la botella Whisky Dalmore 62.

— Es una bebida deliciosa —se sonrojó, y luego mordió sus labios—. Muchas gracias.

— No es nada —se puso de pie, y luego le tendió la mano para que la tomase—. Si deseas podemos ir a un lugar más privado.

— Tengo que hablar con mi hermano, antes —fingió un carraspeó cuando terminó de hablar—. No puedo irme así como así de aquí.

— No es problema —lo guió entre la multitud—. Podemos estar un momento con ellos y cuando decidas irte sólo tienes que avisarme.

Zaid asintió y se dejó guiar por Bruno hacia el segundo piso del lugar, el chico abrió los ojos con exageración cuando pasaron de este piso al siguiente. Sus hermanas estaban bajando las escaleras del segundo piso, le hicieron y una seña de que todo estaba bien. El chico asintió más rojo que de costumbre, no se esperaba conseguir a alguien del calibre de ese magnate que lo tenía sujeto de la mano.

— ¿Me permite un momento a mi hermana? —Alex tomó el brazo de Zaid—. Gracias por cooperar — dijo, antes de que Bruno lo hiciera —las chicas nos abandonaron aquí —dijo, antes de que su hermano dijese algo—. Por lo que estuve observando, ya tienes a un galán detrás de tu cola, hermanito.

— Todavía no sabe que tengo cola —se encogió de hombros, y se rascó la nuca—. Si decide tener sexo conmigo...

— Dejarás de ser la virgen de la familia —subió y bajó las cejas—. El que tiene pinta de malote tiene un gran paquete.

— ¿Y si me ve raro cuando se da cuenta de que lo soy? —preguntó asustado—. Al menos has tenido sexo con muchas personas.

— Eso me ofendió —se llevó una mano al pecho—. Sólo he tenido sexo con tres personas y han estado borrachos.

— Igual que tú —señaló—. La última vez casi te violan cinco hombres, justo como esta noche.

— Bueno, la mayoría de las veces me salvas de situaciones difíciles —se apoyó del barandal—. Por algo eres mi hermano menor, y se supone que soy yo quien debe de hacerlo.

— Eso es lo de menos, hermanito.

—Creo que debemos de regresar con ellos —miró de reojo—. Nos están esperando.

— Tienes razón —tomó el brazo de Zaid —. Te llevaré hacia dónde está tu príncipe azul de esta noche.

— No es mi príncipe azul.

Alex negó divertido, pero se quedó callado, su hermano era un caso perdido en eso de tener o demostrar sentimientos hacia otra persona, y él no era el encargado de hacerlo. En cuanto llegaron, Alex le dio su mejor sonrisa coqueta a Mikhail y frunció el ceño al percatarse de algo peculiar en el dedo de Bruno.

— ¿Estás casado y coqueteas con mi hermana? —soltó con brusquedad—, Eso es caer bajo.

— No estoy casado —se aclaró la garganta—, Soy viudo desde hace cinco años —sonrió sin mostrar los dientes—, Son dos cosas muy diferentes.

— Creo que tu hermana y mi hermano deben de resolver algunas cosas ellos solos —intervino Mikhail—, Tenemos un trato.

— Si, tienes razón —murmuró—, Cualquier cosa me llamas al celular.

— ¿Qué? ¿Cuándo me dijiste que te ibas? —lo tomó con fuerza del brazo—. Ese no era el trato.

— Estarás bien, princesa —Bruno tomó del brazo a Zaid—. Como te habrás dado cuenta el dueño del club nos conoce, y según tengo entendido andabas con más personas.

— Si, pero...

— Nos vemos en unas horas. Cualquier cosa me llamas.

Alex salió del lugar antes de que pudiese decir algo su hermano, el chico en cambio, se quedó piedra por unos segundos, hasta que sintió el brazo de Bruno alrededor de su cuerpo. Pero, su cuerpo se tensó por completo al ver cómo le colocaba el seguro a la puerta y se giraba hacia donde había un sofá y le indicaba que tomase asiento.

— Mi hermano y yo pedimos algunas bebidas para que no hubiesen interrupciones de ningún tipo cuando se acabase alguna —señaló la mesa, y luego tomó la misma bebida que le había regalado cuando estaban en el primer piso—. Puedes tomar la que desees.

— Muchas gracias —tomó la copa que runo le pasaba con ambas manos, para que sus nervios no le fallaran—. Es una bebida deliciosa y cara a su vez.

— Así es —asintió—. Me gusta mucho el sabor y al parecer es la primera vez que tomas alcohol.

— No, no es la primera vez que lo hago —negó, con la cabeza—. La última vez que tomé alcohol fue cuando cumplí dieciocho.

— ¿Hace cuánto fue eso? —se acercó más al chico—. Te ves muy joven.

— Los cumplí el noviembre pasado —dijo incómodo—. tengo más hermanas.

— ¿Uh?

— Mis padres son algo...

— ¿Calientes? —bromeó—. Los míos sólo nos tuvieron a mi hermano y a mí, ya después se divorciaron y ahora se la viven viajando por el mundo con sus amantes del mes.

— ¿Nunca les hizo falta el amor de sus padres o algo por el estilo? —bebió un poco de la copa que Bruno le tendió.

— Para nada —negó, mientras tomaba de la copa de que estaba a medio beber—. Mis padres son unos interesados en el dinero y ni hablar de las porquerías que nos decían delante de sus amigos cuando teníamos quince años.

— Eso debe de ser muy feo —ladeó la cabeza—, ¿Cuántos años tienes ahora?

— Tengo veintiocho —apoyó el codo en el respaldo del sofá y la mejilla en la palma de la mano—. Eres muy joven para ser tan hermosa.

— Y tú eres muy viejo para andar coqueteando conmigo —bromeó—. Puedo decir que soy menor de edad y todos me creerán.

— Tienes la juventud a tu favor y yo tengo todos los medios que puede tener un abogado —dijo orgulloso—. Tengo todas las de ganar.

— No es justo —hizo un puchero—. Eres abogado, puedes hacerme lo que desees —tendió su copa para que Bruno le sirviera más bebida—. Aunque, no estaría tan seguro de que me ganaras algún caso si me lo propongo.

— Me gustabas más cuando eras callada y tímida —rodó los ojos—. Ahora me buscas la contraria en todo.

— Lo siento, no suelo ser así —dijo avergonzado.

— Sólo estoy bromeando —soltó una carcajada—. El alcohol hace muchas cosas —se acercó aún más al chico, rozando su pierna con la del contrario—. Eres una persona muy extraña para mis gustos.

— No entiendo.

— Estoy ochenta por ciento seguro de que eres un chico vestido de chica —Zaid casi deja caer la bebida al escuchar esa aclaración—, pero como soy un hombre que le gusta experimentar nuevas cosas, dejaré pasar eso.

— ¿Cómo supiste eso? —sus ojos se tornaron tristes.

— No tienes pechos y si tuvieras se notaría un poco —señaló—. Tienes el cuerpo, sin contar lo que dije anteriormente, para ser una mujer. Pero lo que te delata es tu voz, porque caminas de una forma muy sensual que se nota a kilómetros que no lo haces a propósito.

— Lamento mucho —dejó la copa aún lado — Pensé que...

— ¿Qué nadie se daría cuenta? —volvió a tomar al chico llenándola, y tendiéndosela una vez más—. Me di cuenta desde que se sentaron en la mesa —incitó al chico a seguir bebiendo—. Tus ojos son muy hermosos, no es difícil para un hombre olvidar su heterosexualidad.

— Yo no...

— ¿Algún otro secreto que me estés ocultando?

— Soy hermafrodita —confesó, deseando que la tierra se lo tragara—. Tengo dos...

— Genitales en lugar de uno —sonrió, colocando su mano sobre la pierna del chico— Eso no es nada de lo que tengas que avergonzarte.

— Hay otra cosa que quizás te haga cambiar de opinión —pestañeó—. Tengo una cola de zorro, soy un híbrido.

Eso dejó a Bruno sin palabras, ese chico era un híbrido. No sabía si eran las copas de más que tenía en su sistema o que quizás había escuchado mal, pero estaba seguro de que había dicho que era un híbrido.

Se quedó en su lugar, completamente piedra cuando el chico se movió y dejó a la vista su cola, la cual era del mismo color de su cabello.

La curiosidad pudo más con Bruno y se inclinó hacia la misma para tocarla. El cuerpo del chico se removió contra el suyo, subiéndose un poco sobre su regazo y quedando a unos escasos céntimos de distancia.

Bruno aspiró el aroma del chico, mientras tomaba la cola del mismo entre sus manos. Sonrió de lado, se había llevado un gran premio después de todo. Podía satisfacer las necesidades de tener a alguien como este chico sobre su cama, su hermano se volvería loco al saber lo que había descubierto. 

Miró los labios del chico y sin más lo besó, rodeando la cintura de éste con sus brazos e incitándolo a que se subiese por completo sobre su regazo. 

Al fin y al cabo el chico estaba más que dispuesto, y él no pondría ningún tipo de resistencia.

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