Capítulo 5.

Zaid rodeó con su cola el cuerpo de Bruno cuando una de las embestidas lo sacudió por completo logrando que su cabeza casi diera de lleno con la cabecera de la cama.

— No cierres los ojos... —ordenó Bruno, sin dejar de embestirle—. Tus ojos son hermosos y encantan —besó castamente sus labios, dejando que la cola intrusa se envolviese alrededor de su cuerpo.

El chico le sonrió de forma cansada, tenían bastante rato haciéndolo que estaba seguro de que no podría caminar en mucho tiempo si seguía así. El sudor que caía sobre su cuerpo era el vivo ejemplo de que Bruno estaba haciendo mucho esfuerzo en no correrse de una vez por todas.

Pero Bruno sabía que el chico debajo de su cuerpo estaba realmente cansado y más aún después de que se había entregado sin más a él. Mordió con ligereza el labio inferior del zorro, mientras se corría sin más.

— ¿Estás bien? Estás temblando mucho —salió del interior del chico, colocándose a su lado, y quitándose el condón.

— Sí, estoy bien —suspiró, y miró el techo—. Es sólo que no pensé que estaría así de cansado en mi primera vez.

— No es nada del otro mundo —tiró el condón en alguna parte de la habitación—. Es normal que la primera vez sea de esa forma.

— No será de esa forma siempre, ¿Cierto? —se colocó de lado—. Duele allí abajo.

— Y eso que no te di por el culo —estuvo a nada de reír al ver el rostro del chico —Verás que cuando vuelvas hacerlo te sentirás más cómodo que ahora.

— ¿Podemos hacerlo otra vez? —preguntó en voz baja, y lleno de timidez.

— Pensé que estaba cansado — tomó las caderas chico o hizo que éste se colocara encima de él.

— Sólo un poco —se encogió de hombros, moviendo su cola de un lado a otro—. No creo que algo así se repita otra vez.

— Tienes toda la razón.

*****

Zaid despertó con un fuerte dolor de cabeza; sus sentidos estaban al tope por la poca iluminación en la habitación en la que estaba. Su respiración se cortó por completo al darse cuenta de que un cuerpo estaba envuelto en contra el suyo, prácticamente lo tenía encima.

Las sábanas y las piernas de la otra persona estaban enrolladas en las suyas, y los brazos del otro sujeto que lo envolvían como si fuese un koala o un pulpo. Los recuerdos de la noche anterior eran vagos, casi eran borrosos y ni hablar de las cosas que pasaban por su mente.

Su zona íntima palpitaba a tal punto que pensó que quizás le pasaba algo, sentía la humedad de las piernas como si fuese algo viscoso y baboso. Tenía miedo de moverse y que el sujeto detrás de él se despertara.

Tenía tantas ganas de matar a su hermano, quiera asesinarlo y no dejar nada de él, no sabía que perdería su virginidad medio borracho con un desconocido y que para el colmo no sabía dónde estaba.

Movió de a poco el brazo del sujeto detrás de él y lo dejó a un lado, y luego prosiguió con las piernas que se adherían a las suyas. Dejó escapar un suspiro de alivio cuando se vio libre. Se levantó de la cama con la sábana enrollada en su cuerpo y le dio un vistazo a la persona que estaba ocupando el lugar en el que anteriormente había estado.

Su mirada fue directamente a su entrepierna antes que al rostro. Se hizo un sinfín de preguntas de cómo algo como eso había entrado y salido con facilidad de su cuerpo. Se movió lo más rápido que pudo de la habitación buscando su vestido, ya que su ropa interior estaba rota.

Caminó de puntas al baño, mojando una toalla para quitarse la mucosidad de las piernas, ya en su casa haría una limpieza profunda. Entró en pánico al no encontrar su celular en el piso o en el bolsillo de su vestido. Estaba sin dinero e incomunicado. Sin duda mataría a su hermano por hacerle eso.

Miró al sujeto que estaba en la cama, y luego el pantalón. Sólo había una opción para salir de allí lo antes posible. Rebuscó en los bolsillos de Bruno y encontró un manojo de dinero. Tomó algunos euros y lo dejó en su sitio. Se olvidaría de su teléfono, al fin y al cabo podía comprar otro.

Sólo esperaba que ninguno de sus padres lo llamara. Salió de la habitación y corrió por el pasillo con los tacones en las manos, hasta que llegó al elevador. Se sintió tranquilo y libre de culpa cuando estuvo dentro del taxi.

En ningún momento dejó de mirar hacia atrás mientras corría por el vestíbulo, no quería que el sujeto con el que se había acostado despertara.

Se sentía tan mal, no podía creer que le había robado a alguien y más aún que había pedido su virginidad en un hotel con un completo desconocido que de seguro no volvería a ver en su vida.

Una hora después, Bruno tocó la cama buscando el calor del cuerpo del chico con el que se había acostado la noche anterior, abrió los ojos de golpe al encontrar fría la cama. Se sentó en la cama, mirando toda la habitación en busca de al menos un sonido de que el chico estaba cerca.

Dejó salir un gruñido y quitó la sábana de sus piernas para colocarse de pie, cuando quiso hacerlo sus pies pasaron, frunció el ceño al encontrar un celular debajo de las almohadas en el piso.

Lo tomó pensando que era el suyo y se dio cuenta de que era de la persona con la que se había acostado la noche anterior.

Una sonrisa se curvó en sus labios al ver que el teléfono no tenía contraseña. Se puso de pie y caminó hacia el baño, total, estaba solo en esa habitación de hotel, nadie lo vería, no había resultado mal después de todo.

Después de darse una relajante ducha encontró sus cosas sobre la cama y la habitación ordenada y supuso que servicio a la habitación había recogido todo cuando estuvo en el baño.

Comenzó a ver las fotos y se dio cuenta de que la mayoría era de él con poca ropa y enseñando su cola, ya las demás era con lo que parecía ser su gemelo. Mandó todas las fotos comprometedoras del chico a su correo privado y luego se tiró en la cama con una mano detrás de su cabeza viendo las fotos y los videos del chico.

Los ojos de Zaid eran tan atrayentes que se preguntó cómo un chiquillo de la realeza fue a caer a sus manos en una simple noche. La ropa interior que había destrozado del chico, estaba sobre la mesita de noche con la suya, se llevaría un gran recuerdo.

*****

Mikhail frunció el ceño al sentir una tímida succión en su entrepierna y después una más fuerte que le hizo despertar de golpe. Bajó la mirada encontrándose con la mirada de Alex, la misma que le había dado la noche anterior, una coqueta y llena de seducción.

El chico sonrió de lado, dándose cuenta de que al fin se había despertado. Colocó sus pequeñas manos sobre los muslos de Mikhail para que no se moviera y que lo dejara tener el control de la situación.

Con ayuda de una de sus manos logró hacer que sus movimientos fueran más rápido, pero el movimiento de cadera que hizo el mayor casi lo deja sin las cuerdas vocales. Lo miró lleno de regaño, pero de todas formas dejó que follara su boca. Uno de sus pequeños colmillos rozó la vena dorsal del pene, tanto la superficial como la profunda llevando al mayor al clímax.

— Buenos días —se pasó la lengua por los labios, quitándose los residuos de la recién corrida que tuvo el mayor—. A que tu novia nunca te dio una mamada así.

— No vayas a empezar —bufó, y el menor subió a horcajadas sobre Mikhail—. No estoy de humor para que vayas a iniciar una discusión.

— Pero si la persona que inició todo fuiste tú —se encogió de hombros—. Además, no tengo culpa de que tu novia no sepa nada más que el sexo tradicional.

— Ajá, el experto te dicen —rodó los ojos y rodeó el cuerpo del chico con sus brazos, sentándose en la cama—. No se supone que debes de estar con tu hermano.

— Lo estaría, pero... —ladeó la cabeza—. Estoy contigo, así que si él me necesitara me llamaría.

— No creo que tu hermano esté en condiciones de poder llamarte —su frente se frunció levemente—, ¿Por qué dejaste a tu hermano con el mío?

— Digamos que mi hermano era virgen... o eso espero —rodeó el cuello de Mikhail—. Necesita un poco de diversión y quién más que yo para sacarlo de su mundo de ensueño en el que mis padres lo han metido.

— ¿No te llevas bien con él?

— Obviamente sí —dijo con obviedad— Cuido a mi hermano, pero él es un niño especial y si alguien le hace daño se la verá conmigo —pasó uno de sus dedos por el pecho del mayor—. No me gusta que las personas jueguen con mi hermano, por lo que pensé que quizás un poco de diversión. Las personas piensan que mi hermano es débil y por eso lo utilizan a su antojo a menos que yo intervenga o alguna de mis hermanas.

— ¿Tienes hermanas? —preguntó incrédulo, y el menor asintió—. No sé cómo se siente tener hermanas.

— No querrás saberlo —dijo entre dientes.

— ¿Tu hermano es igual a ti?

— Es intersexual —mordió la barbilla de Mikhail—. Y también es un híbrido. Por lo que eso lo hace más especial a los demás.

— ¿Más especial que tú?

— Mucho más —mordió con suavidad el cuello del mayor—. No me gusta que se metan con él.

— Tengo que conocer a tu hermano — se mofó — Si es tímido le propondré que hagamos un trío contigo.

— Con mi hermano no —mordió fuertemente el pecho de Mikhail—. No me gusta que las personas se burlen de él o lo hagan sufrir sólo porque es un niño especial.

— ¡Oye!

— Mejor me voy —se hizo a un lado, sentándose en la cama—. Eres un idiota.

— No es como para que te pongas celoso —colocó una de sus manos en la pierna del chico y la otra en la cola—. Es sólo una broma.

— Detesto cuando usan a mi hermano —apretó los puños—. Zaid es muy ingenuo con las personas que le sonríen, no ve el mal de estas.

— Debe de aprender por sí solo —tomó la cola de Alex y la acarició—. La vida no es color de rosa.

— ¿Crees que no trato de que vea las cosas como son? —bufó—. No quiero seguir hablando de mi hermano, es un tema delicado el cual no pienso compartir contigo.

— ¿Por qué? —acarició la cola del chico—. La vida de tu hermano es mucho más interesante que la tuya... o si deseas, podemos seguir teniendo sexo.

— ¿En verdad me estás pidiendo eso? —se dio la vuelta por completo y se colocó en la posición que había estado antes—. No puedo creer que el gay de closet esté dando un paso más a la luz.

— No estaría tan seguro de eso —levantó las caderas del chico y se introdujo en el pequeño orificio—. Una cosa es que desee tener sexo casual contigo y otra muy distinta es que sea un maricón como tú.

— Ajá —jadeó—. Lo dice el hombre cien por ciento heterosexual de la historia —rodeó el cuello del mayor—. Apuesto todo lo que quieras que después de hoy el sexo con tu supuesta novia será aburrido y querrás volver a repetirlo conmigo.

Mikhail dejó salir un suspiro lleno de desesperación, ese niño lo sacaba de quicio a tal punto que le parecía excitante. Caminó hacia el baño, ayudando al chico a moverse sobre su cuerpo. Con torpeza abrió la llave del agua y para jugarle una broma dejó que el agua helada hiciera de las suyas.

El niño lo miró con cara de pocos amigos, pero de todos modos lo dejó pasar, las embestidas no lo dejaron pensar mucho y el frío detrás de su espalda le hacía arquearse. El agua caía sobre sus cuerpos, ya no era ni fría ni caliente, era a temperatura.

El cabello del chico se pegaba a sus hombros, por lo que Mikhail se preguntó con qué regularidad el chico se vestía de esa forma para que los hombres cayeran a sus pies.

Las uñas del chico hicieron nuevas marcas en su espalda, lo cual lo ponía cien por ciento seguro de que el chico lo hacía para que su prometida las viera y le armase una escándalo.

Tres horas después, el chico fue dejado en la puerta de su casa, donde encontró a sus hermanas con caras de espantos esperando a alguien. Se despidió de Mikhail con un largo beso en los labios y tomó su celular que había dejado en la guantera.

— No veremos por ahí, gay de closet —salió del carro, arreglando la camiseta que éste le había obsequiado.

— Sigue soñando, maricón —rodó los ojos.

— El planeta es redondo y el mundo muy pequeño —le guiñó un ojo, y cerró la puerta—. Fue un placer, señor heterosexual.

Mikhail arrancó el carro dejando al chico. No llegaría a nada hablando con él.

— ¿Dónde está Zaid? —esa fue la pregunta de su hermana Angie en cuanto estuvo cerca de ellas.

— ¿Qué?

— ¿Qué dónde demonios está Zaid? —gruñó Aurora—. Se suponía que debías de cuidarlo.

— Pensé que estaba aquí.

— No está aquí —dijo Jade, pasándose una mano por el cabello—. Nos van a matar, no vamos a poder pasar las vacaciones en suiza.

— Creo que acaba de llegar... bien follado —dijo Angie, señalando sobre el hombro de Alex.

Zaid miró a sus hermanos totalmente confundido y se dio cuenta de la pinta que tenía. Les pasó por el lado y fue hacia el interior, sin dirigirles alguna palabra. No tenía deseos de hablar con ellos, debía de pensar en alguna forma de recuperar su teléfono.

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