CAPÍTULO 3

—Mi jefe —me apresuro a aclarar. 

—Erik Dagger, su jefe —extiende su mano. 

—Mark, su marido. 

Mark procura que las palabras queden claras, en cuanto a la mano de Erik, la mira con desprecio y marca más su terreno apretando su mano contra mi cadera. Incluso me hace daño.

Erik también se percata de eso. Retira su mano y la mirada de mi cadera, me mira directamente a mi, casi puedo leer su mente. 

“¿De verdad permites eso?”

—Esto... llegas tarde, cariño —Mark se mira el reloj que le regalé para su cumpleaños la semana pasada. 

—Es verdad ¿Pero él no llega tarde también? —no me lo pregunta a mi. 

—Soy mi propio jefe, y el jefe de tu esposa. Así que no, yo no llego tarde, pero ella sí. 

—Mark —intento de nuevo—. Nos vemos luego. 

—Claro —Mark me planta un beso más largo y más cercano de lo normal. 

—Hasta luego —murmuro cuando acaba. 

—Un placer —suelta Erik sarcástico. 

Escapo de ahí al mismo tiempo que Mark. Subo con los chicos a casa. Me cambio y les pongo la comida, antes de que se lancen a ella los miro seriamente. 

—Portaos bien. Maya, mantenlos a raya. 

Me dirijo a la puerta y atacan su comida. 

Mientras tanto en el ascensor… me pongo algo nerviosa… quiere hablar algo conmigo ¿No puede esperar a estar en la oficina? Haberme traído la cartera es solo una excusa barata… me ha venido a buscar. 

Erik me espera con el teléfono a la oreja, en cuanto me acerco cuelga y se mete directamente en el coche, lo imito y se incorpora al tráfico. 

—¿Cuándo te casaste con tu marido? —es la primera frase que me suelta. 

—A los veinte, señor.

—Demasiado joven. 

Quiero decirle que se meta en sus asuntos y no me juzgue. Pero sé que hablaría mi frustración por mi matrimonio temprano y me jugaría mi trabajo. 

—¿Has desayunado? —vuelve. 

—No —se desvía del camino principal hacia la oficina— ¿Dónde vamos?

—A desayunar. 

—Señor Dagger. Llegamos tarde, tengo mucho trabajo y… 

—Soy el jefe —dice tajante— puedo llegar tarde si quiero. 

—Pero yo no… tengo trabajo. 

—Señorita Clark, le doy permiso para llegar tarde. 

No entiendo una m****a y supongo que será mejor no darle más vueltas. Tampoco sé que tema importante quiere tratar.

—Usted y Parker tenéis algo —no es una pregunta. 

—No, señor. Estoy casada, y Liam es un amigo.

—He escuchado como habláis y su marido no parece el tipo de hombre que acepte que su mujer hable así con otros… 

—¿Es una amenaza?

—No. Solo una pregunta. 

—Liam y yo somos buenos amigos, nada más, señor Dagger. 

—Ya…

Entramos a la cafetería y nos sentamos en la mesa más alejada y más tranquila. Me traen mi capuchino y a él su café solo con sacarina. Me mira a los ojos directamente, me presiona y realmente no sé que quiere. No sé que hago desayunando con mi jefe.

—Deberías comer algo —dice. 

—No tengo hambre, señor Dagger. 

—Fuera del trabajo puedes llamarme Erik —asiento más que confundida y pide un cruasán para mi que no tarda en llegar— come. 

—No me apetece, señor Dagger —alza una ceja— perdón, Erik. 

—Relájate. 

Me llega un mensaje al teléfono de la empresa. No debería llegar nada, es el móvil personal de la empresa solo para que Erik me diga lo que necesita. Lo miro y veo que él también siente curiosidad. 

Desconocido: Buenos días señorita Clark. Soy Dominik Müller. 

Es un mensaje donde me regala los oídos diciendo lo mucho que le impresioné ayer y lo mucho que le gustaría revisar el contrato a solas. 

—¿Puedo verlo? —me pide permiso aunque sabe muy bien que no lo necesita, técnicamente el teléfono es suyo. Mientras lee el extenso mensaje como algo del cruasán para no tener su mirada encima mientras lo hago y para que me deje no acabarlo— no puedes ir. 

—¿Porqué? —puede que no sea muy profesional pero lo que quiere es aclarar algunas cláusulas del contrato.

—¿Hace falta que te explique porque, Mia? —suelta una risa ante mi indiferencia— le repito que no creo que a su marido le guste. 

Y dale con mi marido…

—No sé que tiene que ver mi marido con el señor Müller. 

—Dominik no pretende aclarar cláusulas, Mia. No vas a ir —y lo pillo tarde. Me siento avergonzada por su risa burlona hacia mi. 

—Lo que haga después del trabajo y fuera de él no es de tu incumbencia —le suelto. 

—Mia Clark, ese hombre no le conviene. Estás casada. 

Qué pesado con el que estoy casada…

—¿Y si quiero aunque no me convenga y esté casada? —me acabo el café todavía ofendida y avergonzada 

¡No soy ninguna mojigata!

—¿Que tipo de relaciones tiene en la cama? ¿BDSM?—y mi lado más mojigato hace que mis mejillas ardan y me sienta escandalizada porque mi jefe pregunte eso y de esa manera tan directa. 

—¿Perdona? —sonríe— si va a seguir riéndose de mi, señor Dagger, será mejor que lo haga en la oficina, fuera de ella no tengo por qué aguantar esto. 

—Siento haberte ofendido —le da un trago a su café— Dominik solo quiere eso de ti. 

No sé que me incomoda más, que un hombre quiera practicar ese tipo de sexo conmigo o que Erik lo sepa. Le doy un trago a mi café y me lo acabo.

—¿Cómo lo sabe?

—Por que lo sé. 

—¿Y si a mi me gusta? —alza ambas cejas sorprendido y eso me ofende aún más.

—No pensé que… Mark no parece el típico chico que… —hace una pausa— la verdad es que tienes la actitud. 

La conversación ha perdido demasiado el hilo y me está incomodando ¿Qué narices sabe él de eso? ¿Y qué le importa?

—Creo que deberíamos ir ya a la oficina —digo. 

Paga la cuenta y volvemos a su coche en silencio. 

—Así que aceptarás la oferta de Dominik, aunque estés casada. 

—Es asunto mío. 

—Por supuesto. 

¿De que va mi jefe?


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